Abandonada y Embarazada [#1 Trilogía Bebés] romance Capítulo 25

Los latidos de mi corazón eran amenazantes y mi mente se nubló un poco. Estaba en un gran aprieto si mi jefe se enteraba de que estaba mezclando mi vida personal con mi trabajo, a fin de cuentas, Matt debía velar por la seguridad de la panadería y yo estaba atrayendo con mi presencia a un delincuente.

—¿Quién es James? —repitió Matt con insistencia y me miró extrañado, frunció un poco el ceño y añadió—: ¿Puedes decirme qué es lo que sucede?

Estaba en medio de un lío, pero si no decía le verdad me podía ir peor, además, tarde o temprano de la boca de esos policías iba a salir la verdad y yo quedaría como una mentirosa, y eso tampoco me ayudaría tanto para mantener mi trabajo. De modo que, restregué mis ojos un poco y aclaré mi voz con un leve carraspeo.

—Matt, es una historia larga —murmuré y le dirigí una mirada suave—. Pero sí, ya se fue y espero que no regrese jamás —añadí con voz áspera mirando a los policías.

—Bueno, señorita, tenga cuidado, ese tipo puede ser peligroso —dijo uno de ellos mientras sacaba el dinero para pagar.

¿Era una broma? Estos tipos lo habían dejado suelto sabiendo que era peligroso y ¿aun así tenían el descaro de decirme que me cuidara?

—Si ustedes no lo hubieran soltado no tendría que cuidarme —solté enojada y sin poder contenerme—. ¿Cuánto les dio esta vez? Estuvo bueno el soborno, ¿cierto?

Ambos se miraron y luego soltaron una carcajada estruendosa. Dejaron el dinero sobre el mostrador y sin decir nada más, se alejaron hasta la puerta de la salida y así como dos locos, entre carcajadas salieron de la panadería.

Matt y yo nos miramos confundidos y desconcertados.

¿Qué clase de autoridades teníamos?

¿Esa era nuestra esperanza?

Luego decidí ignorar la mirada de mi jefe, podía notar que me examinaba con detenimiento, pero opté por el silencio, no quería decir la verdad, pero también me daba miedo que pudiera causar una enorme desconfianza por el hecho de ocultar algo así, después de todo, él era el dueño de la panadería y tenía derecho a saber lo que sucedía en ese establecimiento.

Julia salió del baño y escondió su rostro entre su cabello castaño. Matt caminó hasta la cocina y depositó las bolsas en la despensa. Cerré los ojos con fuerza y suspiré, debía hacerlo. Mis piernas empezaron a temblar y respiré pausadamente varias veces antes de entrar, decidida a contarle la verdad. No obstante, cuando iba entrando hacia la cocina, choqué con la mirada de mi jefe a solo unas cuantas pulgadas, me sobresalté un poco y mi respiración se entrecortó.

—¿Me vas a contar quién es James? — inquirió con el ceño fruncido.

Julia pasó a mi lado y sonrió, aunque más pareció una mueca que la hizo ver más fea de lo que ya era, y continuó limpiando el piso. Sabía que se alegraba de mis desdichas, de mis problemas.

—Matt, yo... —comencé entre balbuceos—, siento mucho mezclar las cosas personales con mi trabajo, lo que menos quería hacer era eso, necesito este trabajo y no sabía que él vendría —agregué con muchos gestos y con voz apresurada.

Matt pasó una mano por mi mejilla y luego susurró:

—No quiero que me malinterpretes, Bella. Te lo estoy preguntando como amigo, no como jefe.

Al escuchar sus palabras, mi corazón se aquietó un poco, un suspiro grande salió de mis labios y sentí cómo nuevamente recuperaba un poco el control de mi cuerpo.

—Siéntate y tranquilízate, respira y luego cuéntame —pidió en tono comprensivo y dulce y me guió hasta salir de la cocina. Caminamos hasta las mesas y me ofreció una silla, luego me sirvió un poco de agua de una jarra y me miró, esperando mi historia.

Lo miré y sentí una necesidad inmensa de abrazarlo y de llorar sobre su hombro. Había tenido un día muy cargado de traiciones, decepciones y reencuentros dolorosos e indeseados, necesitaba un minuto de tranquilidad, como para cerrar mis ojos y alejarme del mundo, de todo lo que me hiciera daño, de todo lo que me doliera.

Tomé el vaso entre mis manos y tragué saliva dificultosamente, suspiré y luego inhalé con fuerza, pero mi voz salió temblorosa y débil.

—Era mi novio, bueno, mi casi esposo, estuvimos juntos cinco años y cuando estábamos a punto de casarnos, él… —susurré y mi voz se quebró un poco, tomé dos sorbos de agua y bajé el vaso con las manos temblorosas—, me dejó plantada.

Matt enarcó una ceja y miró por la ventana sin decir palabra alguna.

—Desde hace algunas semanas, me ha buscado y acosado. Me busca hasta que me encuentra y… te juro que no sabía que vendría, para mi fue una desagradable sorpresa, ni siquiera sé cómo se enteró que trabajo aquí —añadí con rapidez y nerviosismo.

Mi jefe no emitía palabra alguna y solo podía escuchar el sonido de la lluvia arremeter contra las ventanas. Me sentía mal, estaba nerviosa y apesadumbrada, afligida porque el fantasma de mi exprometido aún seguía persiguiéndome y dañándome. Mis labios tiritaban y no era debido al frío, era a causa de la neblina que azotaba mi interior y que me hacían dudar si realmente la vida era justa conmigo. A pesar de eso, quise dejarle claro que no había sido por mi culpa, así que tomé un poco de aire y con voz temblorosa dije:

—Lo siento mucho, de verdad, Matt. Nunca imaginé que vendría, lo que menos quería era meterte en todo esto. James es peligroso, pero yo pensé que estaba preso. Él le pegó a un joven que quiso ayudarme y pensé que le iban a dar algunos meses o años de prisión, pero hoy volvió...

Matt me escuchaba con atención, regresó su mirada hasta mí y seguía todos mis gestos, pero mantenía el ceño fruncido y una mirada desconcertada y confundida.

—Lo siento mucho —murmuré y bajé la mirada, luego limpié una lágrima que caía por mi mejilla.

Sentí el calor de su mano sobre la mía, luego pasó su otra mano por encima de la mesa, mientras me miraba fijamente. Matt era muy apuesto, no me había fijado en el lunar pequeño a un lado de su nariz y en el color intenso de sus ojos.

—Lo único que no logro comprender es, cómo fue capaz de dejarte plantada. Yo no hubiera perdido esa linda oportunidad —susurró, pero su voz fue lo bastante alta para ser escuchada por mis oídos, y mis mejillas se sonrojaran un poco.

—Matt…—repliqué entrecortadamente, debido a la intensidad de aquel momento.

—Quiero que estés tranquila, te entiendo y sé que me dices la verdad —repuso con voz más formal.

Suspiré de alivio y sequé las lágrimas. Aunque había superado a James, aún me quedaba el dolor de las heridas, de los recuerdos y del presente, de todo lo que me tocaba vivir día a día en ese enigmático laberinto llamado vida.

—¿Puedo hacerte una pregunta? —inquirió dudoso y sin apartar su mirada de mi rostro.

Asentí vacilante, normalmente cuando me pedían permiso para preguntar algo, no era nada bueno o confortante, al contrario, siempre eran dudas incómodas.

—¿El bebé que estás esperando es hijo de James? —cuestionó con temor y en voz baja.

—Sí —respondí con sequedad y aparté mi mano bruscamente.

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