Adicta al sexo romance Capítulo 39

2 DE ENERO DEL 2007

Había pasado unos cuantos días, Patrick estaba muy distante y no lo culpaba, hoy iba a salir del hospital pero en quince días regresaría para comenzar con mi tratamiento para erradicar el cáncer. Me sentía vacía, después de tanto luchar iba a salir con las manos vacías, solo me quedaba mi pequeña hija.

—Es hora de irnos—la voz de mi esposo me saco de mis pensamientos, me tomo de la mano, pero no sentía ese calor que siempre sentía cuando él estaba cerca de mí. Me ayudo a subir al coche y partimos a la casa en completo silencio.

Llegamos a la casa, me baje sin ayuda de Patrick y comencé a caminar lentamente hasta la casa, ya que no tenia que hacer esfuerzo alguno. Abrí la puerta y pude escuchar la risa de Rachel, la cual había estado con mi madre en los días que estuve en el hospital.

—Mami mami— corrió hacia mi, para abrazarme.

—Rachel, tú mami está un poco cansada, tienes que tener cuidado con ella— hablo Patrick detrás de mí. Rachel asistió con la cabeza.

—Mami ¿y mi hermanito?—mi pecho se contrajo y en mi garganta se instaló un nudo. Yo solo camine hacia las escaleras y las subí. Entre a mi habitación y mis lágrimas ya caían por mis mejilla. No sé en qué momento la locura se apoderó de mí y era inevitable no gritar, comencé a tirar todo y desgarrar mi garganta, sentí unos brazos envolverme pero no eran los que esperaba, los que necesitaba.

—Tranquila, amor—mi madre susurraba. Me guío a la cama y ella se sentó yo acomode mi cabeza en sus piernas , no me importaba el dolor que sentía en mi vientre, ese no era nada comparado con el de mi corazón, empecé a sentir sus manos en mi cabello. Mis lágrimas eran imparables, gimoteaba, hasta que mis ojos se cerraron.

PATRICK POV

Los gritos de Kharolan cesaron, yo estaba con Rachel afuera tratando de que escuchara a su madre, ella tenía lágrimas en los ojos, y yo la tenía abrazada tratando de consolar a hija, aunque en este momento quisiera gritar y llorar, pero tenia que ser fuerte.

—¿Mami, me perdonará? — susurro.

—Mamá no está enojada contigo cielo, es solo que está cansada— igual que yo pensé.

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