ALASKA (COMPLETO) romance Capítulo 14

Alaska

El clima en Whittier se volvía muy extraño de un momento a otro, en la noche había lluvias que me preguntaba si lograrían convertirse en nieve al paso del rato por lo bajo de las temperaturas y por la tarde el calor simplemente era insoportable.

Adam dijo que eso se debía a que el bosque estaba en pleno cambio de temporada y solía suceder eso, el único consuelo fue los calentadores que recibimos para la casa. Mi madre no lo notaba porque pocas veces llegaba a salir y lo máximo era el jardín o la misma calle del vecindario, ahora estaba siempre ocupada con su trabajo, gracias a dios en dos semanas inician sus vacaciones.

Aunque no sería favorable que cuando tenga tiempo de salir a recorrer el pueblo, se entere que no estamos donde creía, sino en un peculiar pueblo llamado Whittier que seguro ni sabe dónde queda.

Sigo caminando recto por todos los terrenos de Whittier hasta que diviso la estructura del gimnasio de natación, todo tenía luces en los lugares precisos para que se notara el camino, pero al mismo tiempo sintieras todo el lugar oscuro y peligroso.

Sin sentido porque Adam dijo que tenía bien vigilado todo y no había riesgo de salir por la noche a donde quisiera, aunque de preferencia no sola.

Me paré cuando topé con las puertas del gimnasio, incluso leí unos cuantos papeles acerca de las siguientes competencias y habría una que sería en otro lugar, más especial. Eso me animaba a acudir y si ahora me hacía amiga de William, tendría que ir a apoyarlo.

Una mano se posa en mi hombro y me giro encontrándome a Will, con una sonrisa divertida.

— No te perdiste, ¿cierto?

— Por supuesto que no, es fácil para mí ubicarme—respondo riendo y él lo hace también.

Me sacaba como 20 centímetros, era suficiente para sentirme algo... indefensa.

— Bueno, ¿tienes hambre, Alaska?

— Un poco, aunque preferiría saber de dónde sacaste mi nombre o quién te habló de mí—asiente y me señala la dirección donde quiere que lo acompañe y comienzo a caminar.

— Pues en el club del pueblo, creo que ya has acudido a ese lugar. Ahí todos hablaban sobre la llegada de tu familia y obviamente, sus nombres, creí que no te llevarías bien con Adam, pero veo que ya te terminó por tragar.

— Pues algo así, se puede decir que somos amigos, aunque sí tenemos nuestras diferencias también, supongo.

— ¿Está tu apetito abierto a un restaurante italiano? —asiento emocionada, me fascinaba esa comida.

— Está en la avenida principal, ¿no?

— Así es, aunque planeaba que antes de ir hacia allá, te diera un recorrido por las instalaciones del gimnasio del equipo de Natación, si quieres, claro—agrega cuando me quedo pensando, pero termino por aceptar.

— Será interesante y divertido, sí, me gustaría, William.

— Bueno, entonces adelante—no creí que tuviera las llaves del lugar, pero así era.

Me adentré por el mismo lugar que la vez pasada donde lo vi competir y caminé hasta la zona donde los competidores salían, William me alcanzó cuando cerró las puertas del gimnasio.

— ¿Hace cuánto que nadas? —pregunté con curiosidad, quería saber cuánto tiempo llevaba aquí.

— Desde que cumplí tres años de edad, me entrenaron prácticamente desde que pudieron y bueno, ahora estoy aquí.

— ¿Te entrenaron siempre en Whittier? —Will asiente.

— Claro, llevo toda mi vida aquí... desgraciadamente. Me gustaría salir, pero tengo compromisos, ¿a ti te gusta vivir en Whittier?

— Es extrañamente acogedor—ríe con mi respuesta y me motiva a seguir recorriendo el lugar.

— Espero que no te quedes atrapada aquí, ya sabes que Adam desea hacer crecer al pueblo casi a la fuerza.

— Supongo que me gustaría contribuir si pudiera, y si no, pues me iré o eso creo. No les sirve una chica que estudia física—subimos por las gradas y luego caminamos hasta el otro lado del gimnasio, donde se encuentran los baños, vestidores y otras puertas que desconozco completamente.

— Creo que no, así que compartimos ideales parecidos... ¿te gustaría subir a la zona donde se coloca la prensa cuando vienen? —asiento ante su pregunta y abre una de las puertas de la derecha, donde inmediatamente aparecen unas escaleras.

Arriba, había una clase de mirador de cristal que tenía una vista completa de la alberca y todo el lugar tenía tonos azulados por el agua, se veía increíble.

— ¿A dónde te gustaría ir? —le pregunté cuando William no apartó su mirada de mí.

— ¡Cualquier lugar es bueno, Alaska! —gritó y me asusté, el sonido de su voz retumbó por cada rincón del gimnasio, al final, terminé riéndome.

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