ALASKA (COMPLETO) romance Capítulo 18

Alaska

Adam siguió el camino de regreso a su casa conmigo detrás de él, la verdad es que esa laguna quedaba como a diez minutos, así que sí era un tramo considerable. Ahora me intrigaba saber esa ciencia que tanto dice.

— ¿Tiene que ver con física? —pregunto emocionada una vez que llegamos a su cocina.

— Mmmm tiene que ver con muchas ciencias, te va a gustar, ¿has ido a los laboratorios de la universidad?

— No, aún no tengo prácticas y no sé dónde se encuentran—asiente y revisa su celular por unos momentos.

— Bueno, tal vez tu hermano nos alcance en el camino, estaba ocupado, pero dijo que quería estar presente cuando vieras lo de los laboratorios—salimos de su casa y enciende su auto, los dos nos metemos, me imagino que para que fuera más rápido.

— Por cierto, ¿por qué ha estado tan ocupado desde que llegó y.… lo transformaron?

— Como te explicó, al transformarse tuvo que hacerse varios estudios y un seguimiento de salud para saber que todo andaba bien y no corría peligro, también ha estado haciendo labores para cuidar Whittier junto con otras personas, supongo que ahora no te lo ocultará más—salimos de la residencia sin ningún problema, ya se estaban acostumbrando a verme por aquí.

— ¿Cómo es que lo transformaron? Porque parecía que lo estaban desgarrando...

— Te lo explicaré cuando lleguemos, ahí entenderás mejor, ¿te da miedo ver la sangre o algo así? —niego divertida ante su pregunta.

— Después de destrozar el cuello de un animal enfrente mío, ¿me lo preguntas? Por favor, Adam—se ríe conmigo y ya puedo identificar los edificios de la universidad, se acerca al pequeño estacionamiento donde eran los laboratorios y apaga el motor del auto.

— Tienes una calma ante situaciones críticas increíbles, Alaska.

— Supongo que me esperaba lo que iba a ver.

— Te aseguro a que no te esperas lo que te diré en los laboratorios—bajamos y en la entrada, se encuentra Diego esperándonos.

— Al fin, ¿dónde estaban? —pregunta mi hermano una vez que entramos y nos dan unos gafetes para pasar a todas las salas.

— Pues, ya sabes, desayunando, apenas son las 9 de la mañana—responde Adam incómodo.

Y sí, estuvimos un buen rato en la laguna, pero no había caído en cuenta que era de madrugada cuando salimos y apenas estaba entrando el sol. Lo que no me cuadraba, era por qué se ponía incómodo, ¿nadie debía saber que estuvimos en la laguna o no quería que se enteraran?

— ¿Y tú qué estabas haciendo? —le cuestiono a Diego intentando salvar un poco a Adam.

— ¿Recuerdas al señor que nos ayudó cuando recién nos mudamos, Antony? El que nos dio la bienvenida y nos avisó de cuando llegarían los gobernantes.

Ah, el señor que no paraba de mirar a mi madre como si se la fuera a comer y también se comportaba extraño conmigo, lo recuerdo.

— Claro, ¿has estado con él?

— Casi a diario, es muy amable y nos invitó a comer a los dos a una cafetería mañana, ¡te juro que lo siento como si fuera un tío nuestro, Alaska!

— Supongo que estará bien, ¿tú conoces al señor Antony, Adam? —el pelirrojo asiente y comenzamos nuestros recorridos por los laboratorios.

— Sí, es muy influyente en asuntos territoriales y ayuda mucho a mi padre—no digo nada para dejar pasar el tema y vuelve a hablar—, Diego, tu hermana tenía la duda de cómo es que te habían transformado y cómo era posible todo esto.

— Ah, fue por medio de una transfusión de sangre.

— Entonces, ¿por qué gritaste como si te hubieran mordido o algo así?

— Eso es porque para hacer las transfusiones, se toma una parte de tu sangre, se limpia y luego agregan compuestos químicos que provienen de otros lobos, así que los científicos comienzan a modificar el ADN y una vez que es resistente, van introduciendo la sangre y repitiendo los procesos hasta que toda la sangre ha sido modificada—me explica Adam al momento en el que veo las máquinas donde analizan la sangre y muchísimas otras pruebas.

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