ALASKA (COMPLETO) romance Capítulo 45

Alaska

El sonido de una luz fallando sobre mí con punzadas al ritmo de mi dolor de cabeza, logran hacerme abrir los ojos y lo primero que siento, es el piso frío sobre mi mejilla, de hecho, sobre todo mi cuerpo, estoy tirada en el suelo.

Mis ojos divagan entre todo el lugar y solo encuentro una cama, una mesa y dos puertas, una tal vez con un baño, y la otra la salida. Todo en un frío color blanco, con una luz parpadeante, ni más ni menos.

Logro sentarme sosteniendo mi cabeza sin orientación ninguna, no recuerdo qué pasó y el por qué estoy aquí. ¿Me secuestraron? ¿Adam sabe dónde estoy?

Adam.

Es la primera persona que se cruza en mi cabeza y miro hacia todos los rincones esperando ver algún indicio que me diga que no soy prisionera aquí.

Intento ponerme de pie esta vez, pero siento... heridas, en mis costados y brazo izquierdo. Tengo tubos conectados que van más allá de mi alcance para saber qué me han puesto, pero duelen, mucho. Descarto la idea de arrancarlos, son algo gruesos y me harán sangrar, así que con cuidado me pongo de pie y respiro profundo para intentar calmarme. Frente a mí hay un espejo del tamaño de la pared, puedo verme.

— ¿Hola? —pregunto con voz ronca cuando distingo unos altavoces en el techo, pero no hay mucho qué decir.

— Hola, Alaska.

Reconozco esa voz, es la Forjadora principal. Miro en el espejo y me acerco para poder tocarlo, es de doble sentido, me ven a través de él. Pero...

— Estás en el laboratorio de Whittier—vuelve a hablar por los altavoces y esta vez el espejo libera una imagen.

Oh, Dios.

Son ellas tres con Adam.

Solo me miran sin ninguna expresión en su rostro, excepto Adam. Él parece estar asustado y confundido, solo mirándome a mí y a las Forjadoras.

— ¿Qué está pasando? —los miro nerviosa.

Pero es ahí cuando recuerdo todo lo que había pasado, la salida que hicimos al lugar para identificar al chico llamado Fred que estaba contagiando a todos de Euphoria, la extraña reacción que tuve frente a ellos y el infectado que nos interceptó en el túnel de regreso. Después ellas me durmieron a la fuerza y así es como terminé aquí, Adam las ayudó.

Sacudo mi cabeza y los miro de nuevo, pero esta vez con una expresión de disgusto en mi rostro, alejándome del espejo, me habían secuestrado y traicionado.

— Ya recordaste, me imagino—dice una de ellas.

— Necesitamos hacerte unas pruebas.

— ¿Por qué? —pregunto al borde del llanto, pero no, no iba a llorar frente a ellos ni una sola vez.

— Porque hay algo extraño en tu sangre, así que haremos pruebas para saber qué es lo que pasa contigo, Alaska—dice Úrsula, la Forjadora principal.

— ¿Por eso tengo tantos tubos en mi cuerpo?

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