ALASKA (COMPLETO) romance Capítulo 9

Alaska

— ¿Seguro que no hará frío? —le pregunté a mi amigo cuando dijo que no llevara un abrigo.

— Créeme, ahí lo que menos hay, es frío. ¿Por qué no mejor una chaqueta de cuero negra? Ya sabes, para intimidar.

— ¿Tengo que intimidarlos? ¿eso es lo que Adam quiere?—busco entre los ganchos de mi closet y encuentro la chaqueta, la verdad no suelo usarla en muchas ocasiones, supongo que esta sí es la ocasión para hacerlo.

— No sé qué quiere Adam, Alaska. Dudo que quiera que intimides a alguien, así que... prepárate para cualquier cosa.

Aaron se calla cuando escuchamos golpes en la puerta de mi habitación y segundos después, aparece mi madre con sus lentes para leer en el umbral, con una sonrisa, típico en ella. Creo que mi amigo la mira con dulzura.

— Hola, 'A', ¿de qué hablaban? —cruza sus brazos y nos mira.

— Nada, solo de un chico llamado—

— Jordan—interrumpo a mi amigo mirando a mi madre de igual forma con una sonrisa—, es un gran amigo de Diego y mío también. Estudia matemáticas.

— ¡Vaya! Debe ser muy guapo e inteligente—los dos asentimos y mi madre hace un gesto con su mano para despedirse—, no regresen tan tarde, chicos. No olvides tu collar, Alaska.

Aaron cierra la puerta por mí y me mira extraño, y pareciera que me inspecciona.

— ¿Qué collar? Debe ser lindo para que tu madre quiera que lo uses—se acerca a mi tocador y abre mi joyero, pero al parecer no encuentra nada que le guste.

— No, se refiere a mi collar herbal, es para controlar los problemas de ansiedad que tengo, no me lo quito nunca— saco la delgada cadena de mi cuello para mostrársela y él se acerca entrecerrando los ojos.

— ¿Quién te la dio?

— Pues la he ocupado desde niña, mi madre fue a una herbolaria y ella ahora fabrica las hierbas para tenerlas siempre.

— ¿Dónde las guarda? —pregunta de nuevo Aaron, tocando la pequeña bolita de mi collar arrugando la nariz.

— Supongo que, en su cuarto, solo ella se fija cuando está por acabarse.

— Alaska, te juro que esa cosa es como si robara algo de tu aroma o no sé, ¿no te sientes asfixiada con esa cosa? Me duele la nariz—se toma el puente de su nariz y se aleja como si estuviera apestada.

— No, a mí me huele bien, ¿qué tiene tu nariz? —respondo mirando las hierbas, no entiendo por qué Aaron lo sentía pesado.

— Que sin duda tengo mejor olfato que tú, deberías de quitarte esa cosa o no lo sé, ¿tan fuerte es tu ansiedad?

— No lo sé, siento que realmente no funciona como debería y mi madre se quedó con la idea de que esta cosa podría ayudarme—respondo confusa.

— ¿Por qué no reduces la intensidad de eso? Sácale la mitad o más, así veremos si afecta un poco el que le quites hierbas.

Abro el pequeño conducto por donde mi madre mete las hierbas y Aaron se tapa la nariz con fuerza, pero yo no percibo casi nada de olor, así que saco poco más de la mitad y lo dejo en una bolsita de mi mueble.

Una vez que cierro bien todo, Aaron suelta el agarre en su nariz y respira más aliviado.

— Gracias, me estuve resistiendo el decírtelo desde hace días, pero esa cosa en serio es pesada. Ahora incluso puedo decir que hueles aceptable—le doy un golpe amistoso en su hombro y nos reímos, tomando nuestras cosas para salir de la casa.

Ya eran más de las nueve de la noche y se nos hacía algo tarde. Caminamos ahora hacia el sur por una avenida que estaba de bajada y las luces alumbraban todo de nuevo, no podía encontrar hasta ahora un lugar que no me gustara de Whittier, todo tenía un aura azul, hermosa pero triste.

Me pregunto si así terminan todos aquí, porque pareciera que algo está consumiendo a Adam en este lugar.

— Olvidé preguntarte con lo del collar, ¿por qué le dijiste a tu madre que Adam se llamaba Jordan?

— Mi hermano hace ya varios días me dijo que si hablaba de Adam con mi madre, lo llamara Jordan, ¿tú sabes por qué?

— Pues no tengo ni idea del por qué, solo sé que el segundo nombre de Adam es Jordan, así que supongo que no es nada importante o de qué preocuparse— asiento y me señala un lugar con luces neón que se veía realmente interesante.

A medida que íbamos acercándonos a ese lugar, la música se escucha un poco, no tan fuerte pero sí algo. No era de extrañarse que el lugar estuviera rodeado de humo de cigarro. Entramos sin nadie en la entrada y el lugar lucía grande, todo con luces azules que hacían ver todo más oscuro y muchísimas personas en mesas, barras y en la pista.

Lo curioso de este lugar es que no sentías que estas personas eran adolescentes buscando emborracharse, sino que esta gente se veía metida en sus propios asuntos y realmente consciente de lo que hacía. No eran críos tontos.

— ¡Ahí están los demás! —exclama mi amigo y señala un pasillo muy ancho donde se encontraba Adam, varios chicos más y hasta unas cuantas chicas.

Camino decidida hacia ellos, sentía que no podía actuar de otra manera con la propuesta de Adam.

Ni siquiera entiendo por qué busco su aceptación.

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