Ámame otra vez romance Capítulo 16

Mi corazón ya no es tuyo

«No quiero seguir siendo tu esposa»

Blake miró a Hope, esperando que esto no fuera más que una mala broma, porque él no quería el divorcio, no podía aceptarlo.

¡Él no necesitaba un divorcio!

—Hope… —trató de hablar.

—No tiene ningún sentido ser tu esposa, cuando llevamos más de seis años separados, más años de lo que estuvimos juntos. No tiene caso que seas mi esposo con tanta infidelidad de por medio. Vamos a divorciarnos y cada uno de nosotros tomará el rumbo de su vida.

—No podemos divorciarnos —dijo, meciéndose el cabello con frustración, Blake se paseó intranquilo delante de Hope, mientras ella continuaba tranquila y firme en su decisión.

—Si lo que te preocupa es perder la mitad de tu fortuna, relájate. No quiero tu dinero, no quiero nada que me recuerde que estuve casada contigo —espetó, pasando de él para sentarse en su silla detrás del escritorio con una tranquilidad que no sentía.

—Hope —dijo, colocando las manos sobre el escritorio de la mujer—, no quiero perderte.

Hope levantó su mirada y enfrentó los ojos de su marido.

—Me perdiste hace mucho tiempo. Incluso nuestro matrimonio estaba condenado a fracasar gracias a tus mentiras.

—Te amo, Hope, te juro que te amo…

Ella sonrió.

—Te lo dije ayer, Blake, tú no sabes lo que es el amor; no tienes ni una sola idea de lo que esa palabra significa y si pensaste que con decirla me tendrías a tus pies, te equivocaste. Te amé, Blake, te amé con locura, pero tú mismo te encargaste de matar lo que sentía por ti.

—¡Por favor, Hope!

—¡Me mentiste desde un principio, Blake! Me pediste que fuera tu esposa, ¿para qué? ¿Para ser una linda muñequita prendida de tu brazo? ¿Para que te acompañara a los eventos habidos y por haber y darte más plus del que ya gozabas? ¡Te casaste conmigo sin el deseo de formar una familia!

Blake se encogió como si Hope lo hubiese abofeteado.

—Cometí errores en el pasado, lo sé, pero me esforzaré para demostrarte que aún no es demasiado tarde para empezar de nuevo. Solamente tienes que darme una oportunidad —expresó suplicante.

—Hay errores que no se pueden perdonar fácilmente, hay errores que ni volviendo a nacer podrás arreglar, Blake. Quiero el divorcio y empezar una nueva vida sin cargar con la sombra de tu apellido sobre mis hombros.

—Estás siendo cruel.

—No tanto como lo fuiste tú, mi crueldad a tu lado, sigue estando en pañales, ahora por favor vete y espera a que mi abogado te visite —dijo Hope con voz neutra.

—Sigo siendo el dueño de esta compañía —respondió intentando otro método.

—Lo sé, no lo he olvidado, Blake, conseguí el contrato con DG, así que, si te consideras un hombre de palabra, no meterás las narices en esta compañía y esperarás a que tus ganancias sean depositadas en tu cuenta como hasta ahora lo hiciste con mi padre —pronunció sin verlo.

Blake tragó el nudo formado en su garganta.

—Matthew —pronunció casi con dolor.

—No te atrevas a hablar de mi hijo, Blake. Matthew no entra en esta discusión y por tu propio bien, mantente alejado de él —amenazó Hope sin miramientos.

—No voy a divorciarme, tampoco voy a rendirme contigo, Hope.

—No pierdas el tiempo, Blake, mi corazón ya no es tuyo —sentenció—. Y en vista de que no quieres marcharte, entonces lo haré yo. Ten un buen día, señor Cameron —dijo antes de levantarse de su asiento y salir de la oficina, dejando a Blake con el corazón destrozado y la culpa carcomiendo su alma pedazo a pedazo…

Hope caminó a la sala de juntas, sus piernas temblaban, no sabía si era el enojo que le provocaba la actitud de Blake, o era su tonto corazón que intentó latir fuerte por aquel cruel y despiadado hombre.

—Eres una mujer racional, Hope, ya no eres la misma mujer que él echó de su vida; ya no eres la mujer sentimental a quien Blake hirió con su traición y sus palabras —se dijo—. Tampoco estás sola, Matthew es el único protagonista de tu vida; el único hombre que puede hacerte feliz y darte un amor puro y sincero.

Hope apartó de sus pensamientos todo lo relacionado con Blake Cameron, se concentró en el trabajo, asistió unas cuantas reuniones improvisadas por distintos departamentos y así pasó el día, ocupada, pero con la nota mental de llamar a su abogado y estipular el convenio de divorcio. Ella no quería nada de Blake, ni siquiera los buenos días.

Cerca de las tres de la tarde se despidió de su secretaria y volvió a la casa familiar para llevar a Matthew a su revisión, esperaba encontrarse con James, ya que no lo había visto durante todo el día, ni esa mañana al marcharse, lo que se le hacía raro. James no era un hombre que desapareciera sin avisar.

—Llegaste —dijo Chelsea.

—Sí, ¿Matt está listo?

—Claro que sí, te acompañaré —se ofreció Chelsea.

—Gracias, cariño, ¿James? —preguntó.

—Salió muy temprano esta mañana, dijo que tenía algo importante que hacer. ¿No llegó a la oficina?

—No.

—Qué extraño, intentaré llamarle.

Hope asintió, subió a su habitación para darse una rápida ducha y pasar por Matthew al jardín, donde lo había visto jugar desde su balcón.

Media hora más tarde, Hope, Matthew y Chelsea subieron al auto para dirigirse al hospital.

—¿Lograste comunicarte con James? —preguntó Hope.

—No, no tuve éxito, pero debe ser algo importante en lo que anda metido para dejarnos así, sin saber de él por muchas horas —lo justificó Chelsea.

—Espero que tengas razón, déjale un mensaje y dile que estaremos donde el médico.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Ámame otra vez