Ámame otra vez romance Capítulo 6

Es mi enemigo

Hope miró al abogado, el pobre hombre salió corriendo ante la seria y fría mirada de la mujer.

—Puedes pensarlo, hija, quizá vender sea mejor para ti —dijo Hilary—. Has hecho una vida en Nueva York, no quiero que te sientas presionada a quedarte por mí causa, tienes que pensar también en Matthew, el cambio de ciudad puede ser difícil para él —añadió.

—No voy a venderle a Blake, mamá, y tampoco volveré a salir corriendo.

—Hope…

—Lo hice hace seis años, pero no lo hice porque tuviese algo que esconder o porque le tuviese miedo a Blake Cameron, lo hice por ti y por mi padre; no deseaba que ustedes se vieran afectados por lo que había ocurrido entre nosotros y veo que fue así.

Hilary bajó el rostro.

—Tuvimos algunos problemas financieros hace unos dos años, Daniel buscó ayuda en Blake y le ofreció el 50 % de la compañía, él aceptó sin dudar.

—Por supuesto que Blake no iba a negarse, es un tiburón para los negocios y papá le entregó en bandeja de plata la mitad de la empresa.

—Él fue el único que nos ayudó, Hope.

—¡Por qué papá lo prefirió a él antes que a mí! —gritó Hope perdiendo la paciencia—. No tengo una cuenta millonaria, pero te aseguro que podría haber conseguido solvencia para la empresa, pude mover mis cartas, no soy una tonta, trabajé al lado de mi padre muchos años, conozco como se mueve la gente.

—Lo sé, Hope, pero…

—No lo digas, mamá, ya no tiene caso. Blake tiene el 50 % de las acciones y yo no puedo venderle a nadie más que no sea él; papá cayó en su juego, pero yo no.

—Blake tiene poder, lo conoce todo el mundo, lo ama todo el mundo.

—Pues yo no soy todo el mundo, mamá, y haré todo lo que esté en mis manos para recuperar el control absoluto de la empresa. No quiero que Blake meta las narices e interfiera en mi camino.

—Desatarás una guerra, Hope.

—Pues si tiene que llover sangre entre nosotros, abriré el paraguas, pero no voy a dar un solo paso atrás. Blake es oficialmente mi enemigo.

Hilary negó.

—Temo que salgas herida, Hope.

—Salí herida el día que pensé que Blake era un buen hombre y que su amor era inquebrantable, pero a las primeras de cambio mostró sus colores. Ni siquiera me dio el beneficio de la duda, asimiló con prontitud que le había sido infiel…

—Él se operó.

—¡Y también me mintió sobre eso! Si pensaba casarse conmigo debió preguntarme si quería una familia, si me gustaría tener hijos, pero no. ¡Él no lo consideró necesario mientras yo creía de manera estúpida que era yo la del problema al no poder darle un hijo en tres años! Y cuando finalmente puede embarazarme y sentirme feliz, él simplemente renegó de nosotros y nos echó sin ningún miramiento. Así que no tengo por qué sentir simpatía por él…

Hilary optó por callar, no podía argumentar nada en favor de Blake por mucho que él les tendiera la mano cuando Daniel lo necesitaba, había herido a Hope y su hija era de las que no perdonaban fácilmente.

A la mañana siguiente, Hope se miró al espejo, su traje de ejecutiva se amoldaba perfectamente a su cuerpo, se enfundó un par de tacones de diez centímetros de altura, tomó su bolso para reunirse con James y Chelsea al final de las escaleras.

—¿Estás segura de ir a esa reunión? —preguntó Chelsea.

Hope asintió, era casi un acto suicida de su parte acudir a una reunión sin preparación. Ella había recibido la notificación media hora atrás, pero no iba a decir que no, cuando sabía que Blake Cameron debía estar detrás de aquella improvisada reunión.

—Lo haré y lo haré muy bien —aseguró—. ¿Nos vamos? —le preguntó a James.

—Estoy más puesto que un calcetín —respondió el hombre.

—Deja tus chistes para otro día, James, hoy es un día muy importante para Hope, no lo arruines —le recomendó Chelsea.

—Te aseguro que haré mi mejor papel el día de hoy, me encargaré de que más de uno se lamente de su suerte —sonrió.

Hope sonrió, James era único.

—¿Estás lista? —preguntó James cuando el chofer entró al estacionamiento del edificio de H&B Telecomunicaciones.

—Más puesta que un calcetín y espero que no sea para meter la pata —bromeó.

Hope sintió nostalgia al ver el edificio, había trabajado durante algunos años con su padre, incluso estando casada con Blake, había acudido religiosamente a su trabajo todos los días. Habían pasado seis años desde entonces y quizá muchas cosas pudieran ya haber cambiado, gente que quizá no la conocía y que pondrían en duda su capacidad para dirigir la empresa como su padre.

—Vamos —dijo James tendiéndole la mano para ayudarla a salir del auto.

Hope se armó de valor, hizo a un lado los sentimientos y las nostalgias, caminó del brazo de su amigo para llegar al elevador.

El aparato fue subiendo piso a piso, Hope recordó su primer día como empleada en la empresa, tenía quince años y había insistido a su padre que deseaba trabajar y ser de utilidad. Ella sonrió, su padre le había dado el trabajo de sacar copias y con los años fue demostrando que era digna hija de su padre y subió de puesto hasta convertirse en su asistente.

—Hope —llamó James—. ¡Hope! —insistió un poco más alto, al notarla ausente.

—Perdón —dijo.

—Hemos llegado, no sé a dónde tenemos que dirigirnos —comentó en tono bajo.

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