Amor desgarrado romance Capítulo 32

Capítulo 32: Hector, ¡eres tan cruel!

A la mañana siguiente, fui despertada por la funcionaria de prisiones que me dijo que trabajara.

En cuanto abrí los ojos, inmediatamente agarré al celador y le dije - ¡Mi bebé! ¡Alguien vino ayer y golpeó a mi bebé! -

El guardia le miró un momento y dijo, - ¿Estás loca? -

- ¡No! -

Argumenté.

Pero las tinas que los hombres trajeron ayer se llevaron todo lo que salió del vientre de mí.

Miré hacia abajo y vi algo de sangre en mis pantalones, y señalé la sangre y dije a los guardias - ¡Ésta es la sangre que salió ayer! -

La funcionaria de prisiones me miró y me dirigió una mirada inexpresiva, -Las dos somos mujeres, si te produces la menstruación, deberías haberlo dicho -

No importaba lo que diga, la funcionaria de prisiones no me creía.

Y me puse a trabajar.

Cuando terminé mi trabajo y quise volver a mi celda, fui detenida por la funcionaria de prisiones , que me señaló una celda para varias personas y me dijo, -A partir de hoy, vivirás aquí -

Me di cuenta de repente de la razón por la que había podido entrar ayer en aquella celda tan bien acondicionada. Probablemente era porque alguien ya lo había preparado todo.

En cuanto entré en la celda, varias mujeres gordas se reunieron a mi alrededor y una de ellas me agarró por el pelo y me preguntó, -Tú eras la que gritaba y nos quitaba el sueño ayer, ¿no? -

-No…yo… -

Cuando la vi e intentaba negarlo, ¡pero recibí un puñetazo en la cara!

Después de eso, varias mujeres me inmovilizaron contra la esquina, me golpeando y pateando.

Estaba acurrucada en un ovillo, y lo único que escuché fue a una de las mujeres que me golpeaba diciendo, -Ella tiene un permiso especial, así que siéntanse libres de golpearla, siempre y cuando no la maten -

A mí se me heló el corazón.

- ¡Hector, eres tan cruel! -

Se iba la primavera y llegaba el otoño.

Por fin había llegado un año y medio de tiempo de servicio en cárcel.

Estaba en la entrada de la prisión con el cuerpo lleno de nuevas heridas y viejas cicatrices, la fuerte luz del sol que brillaba en mi cuerpo me dolía un poco y me hacía que sentirme más realista de estar viva.

-Julieta, bienvenida de nuevo -

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