Amor profundo: insaciable amante romance Capítulo 21

Dylan no dio importancia a Orlando, quien se había caído al suelo por el fuerte tirón, más bien levantó a Vanesa de la cama y preocupado, palmeó su espalda afectuosamente.

—COF, COF.. —Vanesa tosió fuertemente y se veía las lágrimas reprimidas en los ojos.

Se había salvado de morir, el aire fresco ingreso en sus pulmones haciendo que sonriera inconscientemente.

La mirada sombría de Dylan cayó sobre cuello de Vanesa. Los hematomas producidos por Orlando eran tan vistosas que le generaba mucha pena.

En ese momento, Orlando se levantó lleno de rabia, miró atónito la expresión dolorosa de Vanesa y apretó con fuerza su puño.

—¿Qué haces ahí parado? ¡Llama al médico! —dijo Dylan con voz indiferente.

Orlando miró de reojo a Vanesa y se marchó. Bajando las escaleras, se encontró con el doctor Camilo Seco, que ya estaba llegando.

—Señor Orlando, dijo el doctor.

—Si vuelves a llegar tan tarde la próxima vez, te me largas.

Orlando subió las escaleras y el médico lo siguió con pánico.

—Revisale primero la tráquea para ver si hay algún daño —ordenó Dylan, cediendo el paso al médico.

Este se acercó apresuradamente para examinar a Vanesa.

Dylan, después de echar un vistazo a Orlando, decidió volver a su habitación. Cuando cerró la puerta, Dylan estaba intranquilo, miraba de manera sombría su mano con la cual había acariciado a Vanesa.

—Señora Vanesa, no presenta daño en la tráquea, pero le recomiendo que tome una dieta blanda. Le he dejado medicamentos para tratar los hematomas del cuello, tardarán de una dos semanas en desaparecer. Por otro lado, su tobillo presenta un esguince, pero no es muy grave... —dijo el médico dando las pautas necesarias a ella.

Después de media hora, Orlando amenazó al médico diciendole que tuviera cuidado con lo que dice, así que lo dejó retirarse después de recibir el asentimiento respetuoso de este.

Cuando Orlando regresó a la habitación, Vanesa estaba descnasando apoyada tranquilamente al lado de la ventana. No mostraba nada de emociones e inluso lo ignoró cuando lo vio entrar.

El ambiente era deprimente en el cuarto. Orlando miró a Vanesa, queriendo consolarla, pero no su orgullo no le dejaba.

—¡Es mejor que no me hagas enojar más! —le advirtió Orlando ferozmente yendose enfadado.

Vanesa suspiró suavemente, muy agotada.

De repente, vibró el móvil que tenía al lado, pero ella no tenía ganas de moverse. No obstante, las notificaciones no dejaban de molestarla, así que no tuvo más opción que coger su móvil.

«¿Qué tal la experiencia de sentirse asfixiada?»

«Querida, todavía no estoy harto de tu cuerpo, así que protégete bien a ti misma. No permitiré que lo de hoy ocurra de nuevo.»

«Descansa bien.»

«Te visitaré pronto.»

Había cuatro mensajes de Dylan, entre líneas se notaba lo arrogante y egocéntrico que era.

Especialmente el último, el cuál decía que iba a visitarla. Pero ellos estaban en la Villa Moya y había gente por doquier, ¿cómo podría visitarla? Por lo tanto, Vanesa torció la boca sin tomarlo en serio.

Después de un breve descanso, se levantó para ducharse, terminando se tumbó en la cama para luego aplicarse la crema medicinal recomendada por el médico.

Como Vanesa no tenía que preocuparse más por el banquete, se durmió tranquila.

A la medianoche, Vanesa estaba dormida, pero sentía cosquillas en la cara, como si alguien estuviera tocándola.

Ella recordó que había cerrado bien la puerta, de modo que, nadie podía entrar.

«Debo estar soñanndo»

Vanesa frunció el ceño y se dio la vuelta para seguir durmiendo.

Sin embargo, algo extraño ocurrió, ya que sintió una mano masculina que acariciaba su cintura.

En ese momento, Vanesa se despertó, por muy aturdida que estuviese, igual se sorprendió al ver la cara de Dylan tan cerca de ella.

—¿Por qué estás en mi cama?

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