Amor profundo: insaciable amante romance Capítulo 35

Como Vanesa no lo quería decir, Dylan no la forzó.

Cuando Dylan pretendió hacer algo demás, alguien había avisado su presencia a Felipe y éste lo llamó en breve.

—¿Papá? ¿Qué pasa?

—Vanesa, ¿fue Dylan a buscarte?

Al escuchar la pegunta de Felipe, Vanesa se puso pálida y su corazón casi dejó de latir. Ella intentó calmarse, pero había un cabrón que la molestó y Vanesa le avisó con la mirada para que se callase.

Dylan se rio levemente, haciendo un gesto de estar quieto y luego Vanesa respondió a Felipe:

—Sí, Dylan me vino a traer algo. ¿Ocurre algo, papá?

—Justo tengo algo que hablar con Dylan, dile que se venga a mi oficina.

—Vale.

Vanesa colgó el teléfono y su sonrisa desapareció de inmediato. Luego, miró a Dylan y cuestionó:

—¿Qué le has hecho a mi padre?

—Seguramente, es porque Felipe aprecia mucho mi sabiduría —respondió Dylan descaradamente.

Vanesa se quedó sin palabras, porque Dylan era la persona más sinvergüenza que había visto en toda su vida.

—Date prisa, que mi padre te espera.

Era una pena, pero Dylan se fue sin parar, porque tendrían más tiempo en el futuro.

Cuando Vanesa iba a salir del trabajo, recibió la llamada de Mercedes diciendo que había preparado sus platos favoritos y que volviera con Orlando a cenar.

Vanesa se buscó una escusa y dijo que Orlando estaba ocupado. Luego, Mercedes le dijo que volviera en el coche de Felipe.

Justo en ese momento, Vanesa quería hablar con Felipe, pero mantuvo el silencio durante el regreso porque seguía pensativa y Felipe estaba ocupado con el trabajo.

Cuando ya estaban llegando a casa, Vanesa vio que a Felipe le había salido canas y se dio cuenta de que su padre ya no era joven. De repente, se sintió tan triste que abrazó a Felipe.

—Papá.

—¿Qué pasa? —Felipe dejó el trabajo a un lado y la miró preocupado—. ¿Qué te pasa? ¿Estás triste?

—Nada, solo quiero abrazarte.

—¡Qué niña! Parece que tienes tres años, menos mal que no está Orlando, que se reiría de ti.

—¡Papá! —Vanesa se quejó de broma e hizo reír a Felipe.

—Está bien, es una broma. ¡Mi hija es la mejor!

—¡Sí, mi papá también es el mejor!

Vanesa complació a su padre e incluso le dio un masaje antes de llegar a casa.

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