AMOR REBELDE romance Capítulo 4

—¡Elliot! —Andrew intentó que se callara antes de que ofendiera todavía más a Sohan, pero la voz segura de Kali se alzó primero.

—¡Yo no voy a casarme con este, pero ni por una m*****a equivocación! —exclamó girándose hacia su padre.

La verdad era que no quería casarse con nadie, y estaba más que segura de que aquel hombre tampoco quería casarse con ella, pero no supo exactamente qué fue lo que notó cuando Elliot Davies la tomó con fuerza del brazo y la acercó a él.

—¿Entonces para qué demonios te metiste en mi cama anoche? —gruñó Elliot con aspereza, y el reflejo de aquellos ojos grises regresó a él como un flashazo, perdiéndose entre gemidos.

—No te confundas, no todo fue culpa mía, muñeco —siseó ella forcejeando para soltarse de su agarre—. Tú pusiste mucho de tu parte.

Elliot sintió que la sangre se le encendía cuando escuchó aquello.

—¡Yo estaba borracho! —le gritó—. Me hubiera acostado con una m*****a chimpancé si me la hubieran puesto delante, pero tú… ¡Tú me usaste! ¡Planeaste todo esto!

—Sí, eso sí lo hice, pero tú no te resististe ni un poquito —lo desafió ella con los ojos destellantes. Odiaba que no aceptara su parte de responsabilidad. Sí, ella había bailado para él, lo había seducido, pero no le había puesto una m*****a pistola en la cabeza para que se acostara con ella.

—¡Yo no voy a casarme con una loca como tú ni de coña! —exclamó soltándola lejos de él, pero Kali lo miró con sorna, Elliot podía ver la sonrisa bailándole en los ojos.

—¿Y quién te dijo que yo quiero casarme contigo? —le gruñó mirándolo de arriba abajo con desprecio—. ¡Tú no eres precisamente un premio que yo quiera! Solo eres exactamente igual que el resto de los hombres, posesivo, débil y aprovechado… ¡Es cierto que yo lo ofrecí, pero bien que lo tomaste!

Su aliento olía a azahares y Elliot no supo por qué, pero aquello le despertó toda una ola de nuevos recuerdos que lo hicieron estremecerse.

—¡No estaba en mis cinco sentidos!

—Pues el sexto trabajó muy bien él solito —replicó Kali desviando la mirada hacia su entrepierna con una ceja provocativamente arqueada y a Elliot se le subió toda la sangre a la cara.

—¡Yo jamás me habría acostado contigo si hubiera sabido quién eras! —Se llevó las manos a la cabeza y paseó por aquel cuarto con desesperación. Aquello no podía estar pasando. Él amaba a Emma… en ese justo momento la odiaba, pero sabía que las cosas con ella podían arreglarse…—. Yo no me puedo casar contigo, estoy enamorado de otra mujer.

Kali arrugó el ceño y Elliot pudo ver el fastidio en sus ojos.

—Seguro que la amas… como que anoche no dijiste su nombre ni una vez…

—¡Kali! —La voz ronca de Sohan los mandó a callar a todos mientras se acercaba a su hija con gesto amenazante, pero la muchacha no retrocedió ni un solo paso—. ¡Esto ya fue suficiente! ¡No puedo tolerar más vergüenza por este día! Me importa muy poco cómo pasó ni de quién fue la culpa —aseguró girándose hacia Andrew, que como patriarca de su propia familia, tenía toda la responsabilidad sobre ella—, pero la hospitalidad de esta casa ha sido traicionada, la virtud de mi hija ha desaparecido y tu hijo ha traído la vergüenza sobre mi nombre. ¡Y eso no es algo que yo vaya a pasar por alto! ¡Se tienen que casar!

Kali gruñó con rabia. Había crecido odiando aquel ambiente, detestando su propia cultura. Por alguna razón, esas doctrinas que tan bien habían logrado aleccionar a sus hermanas, jamás habían funcionado para ella. Lo único que deseaba era ser libre.

—No lo voy a hacer —dijo con determinación—. ¡No quiero casarme, ni ahora ni nunca, ni con él ni con nadie!

Elliot contuvo la respiración. Quizás simplemente no le gustaban los hombres y aquella era su forma de salirse de la situación… o quizás realmente era tan fea que no quería arriesgarse.

—¡Contigo voy a hablar después! —le rugió Sohan—. Pero primero quiero aclarar algo con los Davies.

Por alguna razón la figura de Sohan Dhawan les pareció imponente en ese momento, como si hubiera crecido cincuenta centímetros. Se podía ver la decepción y la cólera saliendo por cada poro de su piel, en cada gesto de su rostro.

—Escúchame bien, Andrew, porque creo que no han entendido la gravedad de este asunto —dijo con tono amenazante—. Me convenciste de hacer negocios contigo hace dos años y decidí confiar en ti. Te abrí las puertas de este continente, te abrí las puertas de mi empresa, pero también te abrí las puertas de mi casa. Compartí el pan contigo, y te honré como a un invitado noble de mi familia. —Sohan tenía los puños apretados y se notaba que se estaba controlando, y tanto Andrew como Elliot querían que la tierra se los tragara en aquel momento—. Así que lo que pasó anoche no fue solo un hombre teniendo un revolcón con una mujer. ¡Lo que pasó anoche fue tu hijo tomando la virginidad de mi hija y jodiendo toda su m*****a vida de aquí en adelante, aunque ella no sea capaz de verlo así!

—Sohan… —La voz de Andrew estaba cargada de vergüenza

—¡No estamos en Occidente! ¡Esto es la India! —rugió Sohan—. Y esta cultura no perdona a las mujeres impuras. ¡Lo que pasó anoche fue tu familia traicionando mi hospitalidad, deshonrando mi nombre, acarreándome el infortunio y la ruina de saber que tengo una hija manchada a la que deberé desterrar de mi casa y borrar del libro familiar! ¡Eso fue lo que pasó anoche! ¡Así que me importa un comino cómo pasó! ¡Pero van a reparar esto o las consecuencias serán atroces!

Andrew abrió la boca para responder, pero la mano de Elliot sobre su brazo lo detuvo.

—Espero sinceramente que eso no sea una amenaza, señor Sohan. —Su voz grave hizo eco en cada pared a medida que su rostro se ensombrecía. Elliot Davies podía asumir sus consecuencias, pero no toleraba amenazas de nadie.

—No, no lo es —gruño el viejo—. Solo es un hecho. Fuera como fuera traicionaste mi confianza, y si no piensas hacerte responsable de tus actos yo tendré que actuar en consecuencia porque mi honor lo exige. —Elliot respiró intentado contener la rabia que lo embargaba, pero sabía que eso era cierto—. Sé que romper los contratos que tengo con ustedes será sencillo, tenemos una cláusula de “falta a la moral” y esta claramente califica como una. Pero el dinero que ambos perderemos aquí no será nada comparado a la ruina que le provocarás a tu nombre. Si deshonras a mi familia, Asia jamás volverá a abrirte las puertas. Así que piénsalo muy bien, Elliot Davies, y dime si estás dispuesto o no a asumir la responsabilidad por lo que hiciste.

Elliot hizo una mueca de rabia con los dientes apretados y pasó saliva con fuerza.

—Necesito hablar con mi padre —gruñó antes de darse la vuelta y arrastrar a Andrew lejos de allí, al otro extremo del salón.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: AMOR REBELDE