Anal en la oficina romance Capítulo 4

Balanceando mi cuerpo en su dirección, siento de nuevo el toque de sus dedos en el tabique del culo, el ano late intensamente y se estremece. Fluyo profusamente y se escuchan sonidos sospechosos en el perineo, transmitidos por movimientos activos de los dedos en el ano.

Empiezo a gemir de nuevo con los ojos cerrados.

“Cálmate, no te pongas nerviosa, eres una guarra muy prometedora y con el tiempo podrás satisfacer a los hombres. Y quiero que recuerdes tu primera vez. Y que fui yo quien te robó tu virginidad anal.”

Me levanta y me pone de pie. Mi cabeza da vueltas por la desorientación. Probablemente nunca me vendaron los ojos durante tanto tiempo. Me siento ciega e indefensa.

Sus labios tocan mi vientre y comienzan a subir lentamente hasta el pecho, abrazándome, tirando del pezón hacia adentro. Una vez más quiero correrme del deleite que envolvió toda mi naturaleza, en la cima de la dicha siento la primera ola de orgasmo subiendo.

El resentimiento desaparece, casi no hay miedo, la mente se despeja de experiencias previas y deja la cabeza a todo vapor. Los labios se abren y se llenan de un gemido de alegría. El hombre cambia al otro pezón y lo rodea con una lengua húmeda y ligeramente áspera, mordisqueando suavemente con los dientes.

Los dedos de mi primer cliente continúan masajeando los agujeros de mi entrepierna, alternando entre ellos y haciendo un movimiento de atornillado a medida que penetran, como si estuvieran cerrando y abriendo la tapa de una botella. Mi cuerpo tiembla con un pequeño temblor por la emoción que siento, vuelo lejos, tratando de olvidar lo que está pasando y absorber todo el deleite de los placeres que siento.

“Chica caliente. ¿Te gusta?”

“Sí…” Exhalé automáticamente.

“Relájate y todo será aún mejor.”

El hombre me toma en brazos y me lleva a la cama, luego, echando mis piernas sobre sus hombros, se inclina, llega a mis pechos con las manos y comienza a mecerlos de lado a lado nuevamente.

Me duele un poco y lucho por liberarme.

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