—Amigo, ¿qué pasó?
Simón miró el billete de cien euros y sintió el impulso de reírse, pero debido a la mirada sombría de Ernesto, se contuvo.
Ernesto apretó los dientes, sacó el billete de cien euros y salió del despacho de Simón sin decir nada.
Simón llamó inmediatamente a Emanuel:
—¿Adivina a quién acaba de traer Ernesto a mi hospital?
Emanuel le respondió dos palabras sin suspenso:
—Amelia.
—¿Cómo sabes eso? —Simón preguntó sorprendido:
—¿Sabes que Amelia ha vuelto?
Emanuel dijo con pereza:
—Sí, la he visto asar a Ernesto y dejarle completamente sin palabras.
Simón se echó a reír de inmediato, y luego le contó a Emanuel la escena de Amelia dándole dinero a Ernesto.
Tras escuchar esto, Emanuel se regodeó y dijo:
—Me temo que en el futuro se producirá una situación similar.
Simón se preguntó:
—Amelia le ha tratado así. ¿Por qué sigue teniendo una intersección con ella?
Emanuel respondió:
—Porque Ernesto pensó que Amelia se hacía la difícil.
Que...
Después de un rato, Simón dijo lentamente:
—Por qué siento que Amelia realmente no quiere hablar con él.
Emanuel se rió:
—Tengan confianza, ella realmente no la tiene.
Simón dijo:
—¿Tú también lo crees? Entonces, ¿por qué no le dices a Ernesto la verdad?
Emanuel dijo sin ton ni son:
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