Atrapada en la Venganza de un Millonario romance Capítulo 24

Salí huyendo del edificio con la excusa de ir a almorzar, pero la realidad es que quería evitarlo. Lamentablemente mi almuerzo no ha podido durar todo el día, y la paz que me generó estar sentada en mi restaurante favorito con vista al mar se rompe cuando entro a mi oficina y lo veo allí sentado en su escritorio. Estaba muy concentrado en su ordenador hasta que levanta la mirada y me sonríe.

«No comprendo cómo puede sonreír como si nada hubiese sucedido entre los dos ¿Qué parte de que lo odio no ha entendido? De acuerdo... quizás la misma que mi corazón».

Ignoro completamente su insistente mirada y me siento en la silla ubicada detrás de mi escritorio. Dejo mi bolso a un costado y muevo el ratón del ordenador para poder ingresar mi clave y comenzar a trabajar. Hago mi mayor esfuerzo para no dirigirle la palabra. Para no pedirle que deje de mirarme así. Para reclamarle el que haya aceptado trabajar aquí...Me estoy volviendo loca, apenas puedo concentrarme en los números de los reportes de venta que me han pasado del departamento administrativo.

—Sienna, esto no tiene por qué ser así— me interrumpe su voz.

«No lo mires...» me digo a mi misma, pero él parece querer que lo haga.

Camina hacia mi escritorio, se queda de pie enfrente de mí, y apoya sus manos en él—no somos dos niños. Debemos intentar que todo esto salga lo mejor posible. Hay muchos intereses aquí— se explica firme.

—Siempre ha habido muchos intereses entre nosotros dos. Eso no es nada nuevo— replico de inmediato.

—Sienna, ya te he dicho que siento mucho lo que he hecho. Te he pedido perdón, te he dado el divorcio, te he dicho que lo que siento por ti ha cambiado— me dice un poco más calmado.

Sin poder evitarlo me pongo de pie y lo miro a los ojos —¿Tú crees que tus estúpidas disculpas me harán olvidar que has abusado de mí? Siento decírtelo que no. Eres un poco hombre, un cobarde que no puede hacer que una mujer se enrede con él sin tener que abusar de ella— le replico con muchísima rabia y con toda la intensión del mundo de herirlo.

Sus ojos están llenos de rabia. Sorpresivamente lleva una de sus manos a mi cuello y me acerca a él —no olvides que antes de que eso ocurriese; entre los dos casi sucede de todo y por tu propia voluntad. No me llames poco hombre y cobarde cuando tú en el fondo también morías por hacer el amor conmigo. No ha estado bien lo que he hecho, pero tampoco pretendas que me crea que no te sucedía nada conmigo— me dice a milímetros de mis labios.

«No le daré el placer de verme cayendo a sus pies. No lo haré...»

Hago fuerza y consigo que me suelte—por más situaciones que hubiesen ocurrido entre los dos, eso no te daba el derecho de violarme. Si Lucas, violarme. Eso es lo que tú has hecho y podría denunciarte si quisiese— le advierto.

Da dos pasos hacia atrás y su cara ha cambiado por completo. Apenas me mira. Todo es silencio entre los dos y de repente, le veo caer de rodillas al suelo.

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