Atrapada en la Venganza de un Millonario romance Capítulo 26

Al día siguiente

Respiro profundo y tomo el valor para entrar a mi oficina. Sé que ha llegado ya, puedo escuchar el ruido de sus dedos sobre el teclado de la computadora. Sin mirarlo camino hasta mi escritorio y apoyo el vaso de café que compre en el camino sobre el escritorio para luego acomodar mis cosas y sentarme en mi silla, ni quiero que me mencione la conversación que hemos tenido ayer. No quiero que me pregunte si he pensado lo que hemos hablado, porque la verdad es que no creo que pueda llegar a perdonarle lo que me ha hecho por más que comencemos de cero.

Muevo el ratón para que el monitor de la computadora se ilumine, ingreso mi clave, y como cada mañana desde que he comenzado a trabajar aquí de tiempo completo; leo mis correos electrónicos. Puedo sentir su mirada sobre mí y me pone muy nerviosa.

—¿Ni siquiera me dirás hola? — me pregunta finalmente y en su voz hay rastros de rabia.

Alejo mis manos del teclado, volteo a mirarlo, e intento mantener la compostura al notar la manera tan profunda en la que me mira —hola — digo finalmente y le regalo una falsa sonrisa —¿contento? — pregunto y es una pregunta totalmente sarcástica.

—No, pero no conseguirás nada no hablándome. Hoy debemos ir a un almuerzo en la cámara de comercio, y tu padre nos ha asignado a nosotros dos. Debemos hablar con algunos empresarios importantes para intentar crear algunas alianzas estratégicas — me explica y esto es lo único que me faltaba.

—¿A qué hora tenemos que salir? — es lo único que le pregunto e intento ser la profesional que debo ser.

—Saldremos a las 11:30AM —explica y tan sólo asiento para dejarle saber que he entendido.

[...]

Las agujas del reloj me condenan a tener que ir con él a esa dichosa reunión ¿la peor parte? Debemos ir solos —¿vamos? —me pregunta una vez que ha apagado su computadora.

Asiento y hago lo mismo para luego tomar mi bolso, levantarme de la silla, y salir de la oficina. Le escucho seguirme hasta el elevador, y en estos instantes no hay nada más incómodo que este momento donde las puertas se cierran y solo estamos él y yo.

—Sienna, ¿estarás así conmigo mucho tiempo más? —me pregunta y no puedo creer que le dé la cara para preguntarme esto.

Le miro con rabia y entrecierro mis ojos intentando comprender su lógica —discúlpame, pero ¿Cómo se supone que debo actuar contigo? ¿Acaso debo lanzarme en tus brazos y pedirte que vuelvas a hacer lo que has hecho en aquel yate? —pregunto con rabia.

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