No he conseguido concentrarme en ninguna de las tres reuniones que he tenido esta mañana. Los balances, las proyecciones, y estrategias han sido conversaciones sin sentido para mí. Sólo podía pensar en la manera que nos hemos besado y he sentido mi piel quemándose al recordar sus fuertes manos recorriendo mis brazos, mi cuello, mis mejillas...
«¡Concéntrate, Sienna!» me grito a mí misma por dentro, pero es en vano. Mi mirada se cruza con la suya al otro lado de esta mesa de conferencia, y vuelvo a perderme en ese mar de emociones —eso es todo— dice Juan y da por terminada la reunión.
Respiro profundo, e intento disimular mientras me pongo de pie y salgo de la sala de reuniones. Debo concentrarme en mi plan, debo dar inicio a intentar entrar a trabajar en la empresa de Raúl Sandoval; pero mi tentativa de centrarme en todo aquello se ve cancelada cuando siento su mano sujetar mi brazo —Creo que tú y yo deberíamos conversar, ¿no? — me dice bajito e intento no sonreír.
Le miro y muero. Esos ojos azules tienen un poder increíble sobre mi —¿de verdad quieres conversar? — le pregunto y él sonríe.
Asiente y me mira de manera pícara —creo que es necesario. Lo que ha ocurrido hace unos momentos ha sido bastante fuerte, ¿no crees? — me pregunta.
«Creo que la palabra fuerte es poco. Yo sentí todo mi mundo temblar bajo el efecto de sus besos».
Me da mucha rabia admitirlo, pero a pesar de todos y cada uno de los errores que él ha cometido conmigo; estoy enamorada de él.
Pero ¿Cómo no estarlo? Le veo y me parece ver un actor de películas salido de la pantalla. Esos ojos te miran y parecen poder descubrir todos tus secretos. Esa barba sutil se le ve desquiciadamente sexy... Esa sonrisa, por favor; esa sonrisa puede conseguirlo todo en este mundo. Su cuerpo... a pesar de que su cuerpo ha sido capaz de lastimarme; sería una completa imbécil si no admito que este hombre es un adonis... Y ahora no sé, hay muchas cosas de su personalidad que también comienzan a gustarme demasiado...
—De acuerdo, ¿cuándo? — finalmente accedo y sonríe ampliamente.
—¿Puedo invitarte a almorzar, o ya tienes planes? — me pregunta y niego.
—No tengo planes. Dime donde quieres ir. — respondo y hay un halo de misterio en su rostro.
—Te sorprenderé, vamos. — me indica y toma mi mano para hacerme salir del edificio.
[...]
Has estado actuando muy extraño durante todo el camino. Apenas ha hablado, y yo ya no puedo descifrar qué es lo que se trae entre manos.
Finalmente, el estaciona el auto frente a un parque frente a la playa y yo no sé muy bien qué pretende con esto —¿te atreves a probar algo diferente? — me pregunta mirándome fijamente y le miro con dudas.
—¿Diferente? — pregunto confundida.
—Algo que no sea platillos preparados por grandes chefs— aclara y sonrió.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Atrapada en la Venganza de un Millonario