Atrapada en la Venganza de un Millonario romance Capítulo 95

Cuando era niña, muchas veces soñé con lo que sería mi boda y la fiesta para celebrar mi unión junto al hombre que amo. Muchas cosas han pasado después de eso, un romance lleno de engaños con Ramiro, una boda por obligación con Lucas y ahora esta nueva boda que yo creo que es la más legítima no sólo porque ha sido bajo la bendición de Dios y de la ley, sino que ha sido por amor y vaya amor el que siento por él.

He pasado del odio al amor y de ésta a la compresión, me he cuestionado muchas veces si realmente me lo merecía, pero lo imperfecto que ha sido, nos llevó a amarnos de esta manera tan profunda que hoy se refleja en esa mirada azul que me flechó desde el primer instante que la vi.

Sus manos sobre mi cintura y las mías sobre sus hombros, mientras bailamos este primer baile como marido y mujer, es de las sensaciones más únicas que he sentido en mi vida, quizás por lo que esto representa o porque quizás el día de hoy ambos nos sentimos completos. Nuestras vidas han cambiado mucho en todo este tiempo, no sólo viví atrapada en lo que creía su venganza, sino que también descubrí parte del pasado de mi padre que yo ignoraba por completo. En medio de todas estas mentiras me encontré con el amor, con un medio hermano, con una familia política que cada día me quiere más, con una cuñada no sólo porque es la hermana de mi esposo, sino porque también es la novia de mi medio hermano y como si todo eso no fuera poco, me encuentro en espera de lo que sé que serán los amores de mi vida; Vera y Leandro. Muero por conocerlos, por tenerles entre mis brazos y por amarlos tanto que nunca puedan llegar a sentir miedo.

—Tengo muchas ganas de escaparme contigo de nuestra boda — me susurra mi nuevamente esposo al oído haciéndome sonreír.

—Apenas hemos llegado ¿y ya te quieres ir? — le pregunto divertida al oído.

—Te ves muy, pero muy guapa... es tu culpa — bromea mientras que la canción termina para darle paso al baile entre el padre y la novia.

—¿Puedo? — intercede mi padre haciéndome sonreír.

—Por supuesto, faltaba más — accede mi esposo y mientras que yo comienzo a bailar con mi padre, él hace lo mismo con su madre.

La emoción entre todos está a flor de piel, todo es tan diferente a lo que fue nuestra primera boda, que me cuesta creer que todo esto no es un sueño y me doy cuenta de ello cuando ahora bailo con quien hace poco forma parte de mi vida.

—Hermanita — me dice sonriente mientras se posiciona para bailar conmigo.

—Te ves feliz — comento sonriente.

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