Aventura Amorosa romance Capítulo 5

Cuatro años después.

El avión volaba firmemente sobre las nubes, pero el niño que estaba sentado en la cabina de primera clase estaba un poco inquieto.

—Papá.

El niño llamó tentativamente al hombre que dormía a su lado.

—Papá.

Al ver que el hombre no respondía, el niño le empujó suavemente con la mano.

—¿Sí?

El hombre se despertó.

—¿Qué pasa?

La voz era tranquila y contenida, pero no había pizca de calidez.

—Papá, quiero ir al baño.

El chico lo dijo con timidez.

Eric miró a la mujer sentada al otro lado del niño y vio que también estaba dormida, así que se levantó y llevó al niño al baño.

El niño parecía ser muy independiente, hacía sus necesidades solo en el baño mientras que Eric estaba afuera de la puerta esperándole.

En la primera fila de la clase económica, una niña de cuatro o cinco años estaba sentada junto a la ventana, mirando con curiosidad las interminables nubes.

—Mamá, esas nubes son tan bonitas.

La piel de la niña era blanca y tierna. Tenía una carita simpática con un par de ojos brillantes y claros que parecían las estrellas. Su nariz era alta y su boca era pequeñita, cuando sonreía mostraba sus dos hoyuelos lindos.

La niña tenía un flequillo recto y una coleta alta. Con un vestido de algodón blanco se veía limpia, ordenada y encantadora.

—Sí, es hermoso.

Fionna miró en la dirección de los dedos de la niña, era realmente espectacular.

—Mamá, todas las nubes que vemos cuando estábamos en el suelo se estaban moviendo. ¿Por qué las nubes aquí no se mueven?

Preguntó la niña con curiosidad en voz baja.

—No es que no se estén moviendo, es solo que no podemos verlo. Las nubes siempre están moviéndose con el viento.

La tierna y hermosa voz de Fionna llegó a los oídos de Eric, quien estaba parado afuera del baño.

«Esa voz...»

Eric frunció el ceño, luego volvió la cabeza para mirar de dónde llegaba la voz.

—Mamá, tampoco veo el viento. ¿Dónde está el viento? ¿Se fue a casa a tomarse una siesta?

La niña tenía una apariencia ingenua e inocente.

—Sí, Yunuen eres la más lista. El viento ha trabajado muy duro y ha vuelto a casa a descansar.

Fionna sonrió con cariño. El mundo de los niños era realmente simple.

—Mamá, hay un nene mirándonos allí.

Yunuen volvió la cabeza repentinamente y señaló a los dos hombres, un adulto y un niño, parados en la puerta del baño.

Fionna miró en la dirección que señalaba los dedos de Yunuen y justo coincidió con los ojos del hombre. No conocía a ese hombre, pero le transmitía una sensación fría.

Pero el niño a su lado era muy encantador.

Los ojos grandes del niño eran traviesos y tímidos. Tenía una nariz alta, cejas negras y gruesas, y sus pestañas eran muy rizadas. Llevaba un sombrero de verano de color cáñamo en la cabeza, pero no cubría su cabello negro.

Fionna levantó la mirada para mirar el hombre que estaba al lado del niño, se veían exactamente igual.

Fionna le dio al niño una cálida sonrisa y lo saludó amistosamente.

—Papá, ¿puedo ir a jugar con ella?

El chico miró expectante.

—El avión está volando aún, volvamos a nuestros asientos.

El hombre tomó al niño de la mano y estaba a punto de irse.

—Papá, mamá está durmiendo. La despertaré si vuelvo. Jugaré con la nena aquí un rato, y volveré cuando mamá se despierte.

Mientras el niño suplicaba, dio un paso atrás.

—Señor, deja que juegue conmigo un rato.

La voz de Yunuen era dulce y suave, hacía que la gente que la escuchara no poder negarse a sus peticiones.

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