Bebé por Contrato (COMPLETO) romance Capítulo 30

Veo como esos dos juegan en la piscina. Liz trae puesto su lindo traje de baño negro con blanco, que hace una ilusión óptica muy sexy, debo admitir, y Barry con una bermuda también negra, que se le ciñe muy bien el trasero... Y aquí estoy yo, mirándolos por la puta ventana y con mi Pinky a lado.

—No sé si estar enojada o feliz, Pinky —susurro como estúpida.—Ella es mi amiga, estoy ciento por ciento que no me hará ninguna mala jugada, pero Barry es libre de hacer lo que quiera, al igual que yo, supongo...Pinky, ¿y si vamos a dar la vuelta?

Una hora después estoy vestida con un vestido para playa, el día está muy caluroso. Quiero ir al centro comercial.

—Hola, chicos—digo ajustandome los lentes de sol que llevo puestos.—Tengo que salir, regreso al rato.—No digo más, ni ellos dicen nada, sólo salgo de su vista y me voy con mi bebé y con Pinky. Camino un poco hasta llegar a la entrada de la privada, tengo que hacer mucho esfuerzo para abrir el enorme portón negro que resguarda la casa de Barry, y aún tengo que caminar más para llegar a la avenina para tomar un taxi o algo. Bajo a Pinky para que ande sola, no pesa nada pero aún así me incomoda cuando empieza a pelarse por estar en el suelo. Le hago la parada al primer taxi que veo, éste se para. Es un señor gordo y mal encarado.

—Disculpa, mi amor, no llevo perras —su puro comentario machista me llega a los ovarios.

—Vete a la mierda, estúpido. ¡Cabrón!—no suelo decir groserías más que en mi mente, pero esta vez lo amerita.

—Oye, tranquila—La voz de un chico llama mi atención, lo miro mal y empizo a caminar —¡ya sé porque te dijeron eso! ¡Qué genio!—se ríe a mi espaldas, volteo y con la ayuda de mis dos manitas le enseño el dedo corazón. Él me mira muy sorprendido, sólo mueve la cabeza y ríe. Lo dejo ahí y empiezo a caminar hacia una de las calles que me podría llevar al centro comercial más cercano, que realmente está lejos. Tomo en mis brazos a Pinky, hace demasiado calor, y es muy seguro que el asfalto esté hirviendo.

—Eres una cosa hermosa.

—Gracias. —La misma voz de hace unos minutos vuelve a llamar la atención.

—¿perdona?—me doy media vuelta y lo miro desconcertada, es un tipo muy majo, pero demasiado arrogante, emana arrogancia tanto que me provoca el asco. —¿me estas siguiendo? —qué estúpida estoy, sí me está siguiendo.

—No, para nada. Estoy dando un paseo, en realidad sólo soy un turista. —Expresa sus sarta de palabras muy seguro de sí mismo.

—Amigo, no eres gracioso—lo miro un poco mal.

—No lo trato de hacer mi vida —se acerca a mí un poco. Si perfume me hostiga al instante,seguro es carísimo, pero aún así me da asco.

—Adiós —mumuro y vuelvo a retomar mi camino, desearía saber conducir y obviamente tener un coche, camino con el paso acelerado. No está feo, pero a nadie le gusta que la acosen, miro hacia atrás y me doy cuenta de que viene detrás, Dios mío.

—Pinky, voy a correr, sujetate.

Aún falta mucho para llegar al centro comercial y eso me pone muy mal. No debería correr pero tengo miedo, puedo pedir ayuda pero no me atrevo.

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