Bebé por Contrato (COMPLETO) romance Capítulo 35

BARRY

¿Que diablos me pasa? ¿Qué cosa he dicho? Media botella de whisky y dos copas de vino, quiero morir... Soy unos maldito. Mis pensamientos están hechos vomito.

-¡Callate Pinky!-grito cuando escucho que ladra por enésima vez-Por amor de dios--salgo de mi despacho hecho una furia.

El efecto del alcohol automáticamente desaparece en cuanto veo a Kelly tirada al comienzo de las escaleras, su cabello le tapa la cara pero aún así puedo notar la sangre que brota de su frente y su respiración demasiado lenta. El pánico me invade, corro a su lado y me arrodillo para después tomar su muñeca, su pulso es casi nulo...

-¡Martha!-grito nervioso, no sé que diablos hacer, siempre me arruino cuando estoy en estas situaciones.-¡Titaaa!

-¿Qué pasa hijo?-me mira sorprendida y después fija la mirada en Kelly, noto como su cara empalidece, sale corriendo hacia la cocina donde hay un teléfono fijo.

-Kelly... Por favor... Dios mío-no sé porqué pero mis mejillas se sienten húmedas.

El bebé... No es tanto por el dinero, me vale el dinero pero no... Es una vida inocente y no puede morir, no puede.

-Ya viene la ambulancia, mi niño-me toma de la cara y me deposita un beso en la frente-estará bien, hijo, estará bien...

Cuando llegamos al hospital me encuentro con Ángela, una de mía ex novias, ella es la doctora que atenderá a Kelly, dos enfermeras de mediana edad me detenienen cuando intento pasar hacía la sala de emergencias junto a Kelly.

Y aquí estoy, sentado en la sala de espera de un puto hospital lujosa, mientras la madre de mi hijo se está debatiendo entre la vida y la muerte.

No hay nadie apoyándome ahora, es más, no hay nadie en la sala, y esto se me hace ridículo, soy un maldito perdedor, ni mis amigos ni mi poca y estúpida familia está aquí cuando los necesito de verdad.

Dos horas y aún no sé nada de Kelly, ¿cuanto debo de esperar para saber algo de ella y de mi hijo? Ya van dos veces que le pregunto a una de las enfermeras que me detuvieron hace unas horas pero ninguna sabe decirme nada.

-Hola, cariño-la voz dulce de Martha me despierta-te traje algo de comer y una manta-me da un pequeño abrazo que para mí es lo menor del mundo, ahora no me siento tan solo.

-¿como está tu esposa?-pregunta preocupada.

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