Bebé por Contrato (COMPLETO) romance Capítulo 36

El chirrido que provoca que causa la puerta me alerta, pero sé que es Martha, no quiero moverme ni levantarme, me dulce la cabeza demasiado.

—Buenos días, hijo—dice alegre.

—Buenos días, Tita.—Me muevo de la cama y me volteo.

—Ya está listo tu desayuno, baja a tomarlo. Debes de comer algo, no han llamado así que hay tiempo para que estés con energía el resto del día.—Me apapacha y se va.

Ese puto sueño... ¿Es una señal de qué ya no seré papá?

Salto de la cama y me voy directo a la ducha, me enjabono la espalda y noto que me arde, los recuerdos de la noche anterior con Gabriela inundan mi cabeza... ¿Por qué siempre tengo que caer en esto? Aunque sólo sea un contrato yo engañé a mi esposa, le fui infiel y con Gabriela. No me siento orgulloso de eso ni mucho menos, peto realmente me gusta estar con Gabriela, la forma en la que los dos nos liberamos de los problemas cuando estamos juntos es una de mis cosas favoritas y no es tanto por el sexo, si no que nos conectamos de una manera inigualable gracias a la excitación de cada uno de nosotros. Me encanta cuando ella gime en mi oído y noto como su cuerpo emite oleadas de placer que hacen que yo sienta toda una tormenta entera. Pero sé que es sólo eso, excitación y nada más, sigo esperando sentir una emoción como lo sentí con mi amor del instituto, pero nadie a logrado enamorarme como yo quisiera. Me aclaro el jabón del cabello y me tomo unos minutos bajo el chorro del agua. Dios mío, quiero ese bebé, quiero tener a alguien a quien querer infinitamente y qué el me quiera a pesar de todos los errores, quiero ser un buen padre, sinceramente quiero ser como mi papá.

Salgo del baño con una toalla en la cintura, no sé que ponerme, saco del cajón izquierdo un bóxer negro y una camiseta blanca, de mi armario tomo uno de mis pantalones de chándal que ocupo para estar aquí los domingos o en las tardes, elijo uno gris y unas zapatillas deportivas Nike, y una sudadera a juego.

Un recuerdo invade mi mente, la vez en la que Kelly entró y yo estaba desnudo. Sigo sin comprender su reacción y la mía, yo por correrla y ella por no pedir nada, noté su respiración, sé que lo quería pero yo no quería tocarla sin que ella me lo pidiera. No quiero verme en ningún momento aprovechado, la hice firmar un contrato dónde estipulaba que tendríamos relaciones hasta que ella quedara embarazada y eso ya pasó, así que no podía simplemente meterme a la cama con ella sin que ella lo aprobara.

El olor de la comida de Martha vuelve a inundar mis fosas nasales después de casi 5 meses sin ella, ella es como mi segunda madre después de mi abuela y al último queda mi Mariana... Después de lo que pasó hoy en el hospital me di cuenta de qué no tengo ningún sentimiento por ella, y que el día que ella fallezca no me dolerá, y me duele saber que así será.

El desayuno se ve muy bueno, tomo un trajo de jugo de naranja.

¿Debería o no marcarle a los papás de Kelly? No sé si sea lo correcto, tal vez ella no quiere que sepan o que se preocupen, pero no sé si ella me pueda responder la pregunta.

—¿No hay ninguna llamada nueva?—le pregunto a Martha.

—No, cariño, desayuna tranquilo para que después vayas al hospital.—Me sonríe amablemente mientras ella lava unos platos, me gusta comer en la cocina porque así no me siento sólo en el comedor principal. No tiene caso, y varias veces he comido aquí con Gabriela pero a ella no le parece, ese es un aspecto que no me gusta de ella. Miro la hora, son las 11:53, ya casi son las 12 y yo no he ido al hospital... Además no he llamado a mi subdirector para que maneje todo durante el día. Me como el el baguet que Martha me preparó de un solo bocado, me encanta que le ponga champiñones, le da un toque diferente, y el acompañamiento que le hacen la papás horneadas, sin lugar a dudas, sin Martha no vivo.

—Ya me tengo que ir, ya es muy tarde, además pasaré a la empresa para dejar todo en orden. Gracias por el desayuno, Tita, nos vemos.—Me despido de ella con un beso en la mejilla y salgo de la casa, la Jeep está en el taller, ya qué sin querer la choqué... No me quiero llevar el BMW porque es demasiado llamativo, y aunque lo compré para eso ahora no es lo que busco, pero tampoco me iré caminando o en taxi. Así que no hay más remedio que sacarlo de la cochera el día de hoy, mi bebé estará de paseo. El leve ronroneo que provoca el motor cuando enciende me pone loco, sin lugar a dudas todo el dinero que invertí en él valió la pena.

Razones por la que no me gusta salir tarde de casa, demasiados coches en las calles, demasiada la demora, además de qué aumentan lo choques por alcance y no es como si me gustaría que le pegaran a mi auto. Al llegar a la oficina todos y todas me miran, desde la señora de limpieza hasta mi ejecutivo, sí ya sé, nunca me han visto vestido de esta manera, lo sé. Subo al elevador con la mirada de todos en la espalda, soy una persona normal con derecho de vestirse con algo más allá que sólo trajes. Mi oficina está sola, antes cuando llegaba aquí Kelly estaba sentada en su escritorio desayunando o maquillándose, incluso trabajando antes de la hora. Sí era una buena secretaria.

—Hola, Félix. Ven a mi oficina por favor —cuelgo el teléfono y le recuesto en mi asiento. ¿Como estará Kelly? —Buenas tardes Gerardo, me podrías pasar el expediente de trabajo de Kelly Parker, o sea mi esposa,es urgente.—Necesito el número de su padre o de su madre ya qué yo no lo tengo y su IPhone tiene contraseña y no puedo meterme a husmear sus cosas.

—Buenas tardes Barry—me saluda Félix.

—Oye, me surgió un problema con mi esposa, está en el hospital. Necesito que te hagas cargo de la junta directiva de mañana, no sé cuando podré venir a trabajar, ahora lo que me importa es mi esposa así que te lo dejo todo en tus manos—Félix no es tan mayor que yo, sólo me lleva 6 años así que tenemos una buena relación. —Y por favor, no le digas nada a nadie, no quiero que nada llegue a manos de la prensa.

—Está bien, Barry yo me encargo de todo. Sólo que ayer llamó Natalia Di Marco, quiere negociar el trato de exportación de los productos.

—Tratalo con ella.

—Pide verte a ti personalmente, no quiere que yo o otra diligente la atienda, amigo mío, ella te quiere a ti.—Se burla.

—Vamos, Félix, callate. Yo ya estoy casado—me río.—Dile que no podré atenderla hasta el mes que viene—se qué es mucho tiempo pero vamos, soy Barry y si quiere verme que le cueste.

—Eres un maldito—tocan a la puerta, supongo que es Gerardo con lo qué le pedí.

—Adelante—y así es, es él.

—Aquí tiene, señor.—Me entrega la carpeta y se retira. Busco en los datos personales, hay dos números telefónicos de casa. Supongo que uno a de ser de la casa de sus papás. Lo marco pero mandan a buzón, así que pruebo con el otro.

—Hola—Es la voz de Denis o de Dale, no lo sé.

—Hola, soy Barry. Me podrías comunicar con Carlota por favor. —Espero que esté porque si no...

—Ajá, en un momento.—¿Por qué me odian sus hermanos?

—Hola, hijo, ¿qué pasa?—la voz dulce de Carlota me hace pensar en si es bueno decirle o no.

—Ayer Kelly se cayó de las escaleras, Carlota. Está en el hospital.—Puedo oír su respiración, no tuve tacto pero yo soy muy directo.

—Por Dios—balbucea—¿Ella está bien?

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