Besos de un infiel romance Capítulo 12

Sebastián

Jessy llega junto a mi hija, su mirada me evita acusando una sensación de vacío e inquietud.

Se ve hermosa, siempre lo ha sido en realidad, pero no puedo evitar mirarla detalladamente y darme cuenta de la tristeza que la abarca. Me alarma verla tan delgada, tiene la mirada perdida y noto su rostro con exceso de maquillaje queriendo tapar las ojeras.

La amo, la amo tanto que me duele mucho haberla dañado.

Ella no lo merecía, era la maldita luz de mi vida y ver como se está apagando me destroza.

Me reprochó cada maldito segundo haber caído con esa mujer. Si hubiera actuado con sensatez no estaría durmiendo en un hotel, vería a mi hija no solo por las tardes, despertaría junto a mi esposa, pero eso ya nada sirve porque otra es la realidad, mi puta realidad.

No voy a mentir que tengo miedo... Miedo de la reacción de mi hija, miedo de lo que se viene porque solo han pasado algunos días desde que ya no vivo en casa con mi familia.

¿Cómo serán nuestros family days?

¿La navidad?

¿Halloween?

¿Año nuevo?

Todo ese tipo de fiestas que solíamos festejar los tres...

Pedimos una pizza familiar.

Luz está a mi lado derecho y no deja de hablar ni un segundo a diferenciar de su madre que solo se dedica a asentir de vez en cuando.

Jessy esta frente a mí y no me mira, la veo incomoda, sus hombros están erguidos y mantiene su mirada perdida con el ceño fruncido levemente.

Está pensando.

Y siento que no es nada bueno por la expresión de su rostro triste, pero a la vez noto su molestia.

Se que siente mi mirada y por un segundo sus lindos ojos verdosos chocan con los míos y lo veo...

Esa incomodidad en mi pecho que llevo sintiendo desde que la vi en mi oficina observándome con los ojos llorosos se expande, arrasa con mi cuerpo al ver sus ojos llenos de lágrimas contenidas, su mentón tiembla y la veo ponerse de pie.

— Voy al baño, vuelvo enseguida. — su voz es un susurro melancólico alejándose.

Por suerte Luz no la nota porque está haciendo una figura con la servilleta.

— Mi amor, dame un segundo, no te muevas de aquí. — le digo a Luz.

Me pongo de pie para seguir a Jessy que está cerca de llegar al baño, la tomo del brazo antes de que avance más y la volteo, veo como se ha quebrado de verdad.

— Jess... — susurro.

Ella niega intentado soltarse de mi agarre.

— Suéltame, por favor. — pide en un murmullo evitando que nuestros ojos se crucen.

Sus lágrimas comienzan a caer y las mejillas se le empapan.

— Por favor. — me súplica con la mirada y la suelto para tomar su rostro entre mis manos.

— Mi amor... — susurro quitando con mis pulgares sus lágrimas.

Ella cierra los ojos con fuerza y trata de callar sus hipidos.

Hay bastante ruido dentro del restaurante y por suerte nadie nos ve.

— No hagas eso, por favor. — pide con la voz rota.

— ¿Hacer qué, Jess?

— Como si nada hubiera pasado. — sus ojos se abren lentamente y me miran con dolor. — Como si fuéramos una familia...

— Lo somos, somos una familia. — la interrumpo, pero ella niega.

— No lo somos, ya no. — sus palabras me calan el alma. — No sabes cómo me duele todo esto. Jamás Sebastián, jamás había sentido esto. — confiesa

— Y verte como si todo estuviera bien, como si hace unos días no te acostaste con otra mujer en mi propia cara...

Sus palabras me han derrotado por completo y no sé qué mierda responder tiene toda la razón, mi necedad y miedo a perderla no me deja soltarla.

Toma una boconada de aire y da un paso atrás.

— No voy a seguir con esto. — niega— Luz tiene que saberlo y no pasará de hoy. — comunica dándose la vuelta entrenada al baño.

Luz.

Giro para volver a la mesa con ella y siento que el corazón se me saldrá del pecho cuando no la veo sentada.

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