Jessy
Las palabras de luz me dejan congelada.
Pestañeo varias veces perpleja.
— ¿Es eso? — vuelve a preguntar y le veo llena de miedo.
En otro momento tomaría en cuenta su miedo, pero como no tendrá un hermanito, lo dejo pasar
— No, Luz. No tendrás un hermanito. — digo mirándola y tomando sus manitos. — Es otra cosa, princesa.
Al confirmar que no tendrá un hermanito la sonrisa que me da me llena de amor, pero sé que no durará mucho.
— ¿Entonces? — su cabeza se ladea esperando atenta mi respuesta.
Miro de reojo a Sebastián para pedirle apoyo, pero está absorto mirando un punto fijo.
Se lo que piensa y no quiero darle importancia al tema porque eso no pasará, no volveré a tener un hijo con Sebastián y quizás tampoco con otro hombre.
Me aclaró la garganta.
— Hija nosotros te amamos mucho, mucho. — inicio temblando de miedo. — Tu eres la Luz de nuestras vidas, pero con papá ya no...
— Jessy... — me interrumpe Sebastián uniendo sus manos a nosotras dos y me da un apretón. — Aquí no, por favor.
Lo miro sin entender.
— Hay mucha gente. — murmura mirando a nuestro alrededor. — Vamos a casa. — propone.
Me quedo mirando a mi alrededor y es verdad, este no es el lugar correcto porque quizás termine llorando junto a Luz.
— No entiendo, mami. — dice Luz llena de preocupación y le doy una sonrisa sin muchas ganas.
— Lo hablamos después, princesa. — le doy un beso en su frente y seguimos comiendo, atrasando nuevamente lo importante.
***
Luz llevaba más de veinte minutos dando vueltas en su bicicleta.
Después de salir del restaurante el trayecto a casa en el auto fue en un silencio incómodo y tenso, Luz por alguna extraña razón no hablo y lo único que se escuchaba era la música de la radio.
Al entrar a la casa le contaríamos a Luz, pero vio su bicicleta e insistió en querer salir a dar una vuelta, al fin y al cabo, era el "family day"
Quizás sería el último, no creo que sigamos con eso o sería por separado, un fin de semana conmigo y otro con su padre.
Veía como Sebastián corría a su lado por miedo a que se cayera a pesar de que Luz tenía casco, rodilleras y coderas, pero supongo que era nuestra preocupación de padres primerizos.
La idea de un hermanito para Luz muy en el fondo me gustaba y me hacía ilusión, lo había pensado hace unos meses, pero sentía que Luz todavía está muy pequeña y nunca se lo comenté a Sebastián.
De seguro habría sido un buen padre para ese bebé.
Seguía teniendo los sentimientos a flor de piel, sobre todo porque pronto me llegaría mi periodo y eso me ponía peor.
La risa de Luz a causa de su papá siguiéndola se escucha por toda la calle y solo sentía ganas de salir corriendo de esta maldita realidad.
Lo que había pasado en el restaurante me sobrepasó y me odio por sentirme así cada que lo veo por qué tiene el puto control de mis sentimientos y mi corazón.
Les doy una última mirada y entro a casa para calmar mi respiración.
Tengo que dejarlo, tengo que hacerlo, me repito una y otra vez.
¿Por qué están difícil está situación?
Si tan solo odiarlo fuera más fuerte que amarlo, no dolería tanto.
Voy a la cocina por un vaso de agua y revisó mi celular, aún tengo la foto de fondo con Luz y Sebastián.
Debería cambiarla ¿No?
Tengo un mensaje de mi hermano preguntado cómo va todo.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Besos de un infiel