|Sebastián|
— ¿Viste a un muerto o qué?
— No estoy de humor Marcos. — masculle abriendo la puerta de mi oficina.
— Uy qué humor. — me siguió para luego cerrar la puerta. — ¿Todo bien?
Me serví un trago que me quemo la tráquea mientras él se acomoda en mi silla.
«El divorcio lo vamos a firmar en dos meses más, te mandaré las cláusulas por correo»
Vuelvo a beber.
Dos meses.
No sé qué me molesta más, que me soltará tremenda noticia mientras la tenía arriba mío apuntó de montarme, que se burlara de mi dejándome duro o que no me abriría la puerta del baño.
— ¡Sebastián!
— ¡Qué coño quieres! — bajo el vaso de golpe haciendo ruido contra la mesa.
— ¿Qué te pasa? ¿Te fue mal o qué? ¿Le pasó algo a Luz? — la preocupación que demuestra me hace arrepentirme de inmediato.
No podía pagar mis culpas con Marcos.
— Hey, somos amigos ¿No? — su mano apretó mi hombro cuando llegó a mi lado.
— Estoy jodido. — murmuré.
— ¿Por? — inquirió.
— Hice algo muy estúpido. — me pase las manos por la cara antes de seguir. — Engañe a Jessy.
Marcos parpadeo, lo mire atento a cualquier reacción por si me soltaba un puñetazo, pero nada de eso paso dándole paso a una carcajada.
¿De qué coño se ríe?
— ¡Tu cara! —se afirma el estómago sin dejar de reír. — ¡Ay que buen chiste! Ahora sí, dime la verdad.
Paso por su lado molesto, no entiendo su risita de mierda.
— ¡Esa es la puta verdad! — exclamó tirando de mi silla para tomar asiento molesto.
Me agarró la cabeza colérico.
— ¿Engañar, engañar? De engañar con una mentira o engañar de haber estado con otra mujer. — se sienta al frente de mí.
Lo miro con el entrecejo fruncido.
¿Sera idiota?
— Lo segundo.
— No te lo puedo creer. — susurra perplejo. — ¿Es una broma, cierto? Porque no me causa gracia. — al ver que no bromeó se levanta de la silla de golpe. — ¡Sebastián! ¿Cuándo fue eso? ¿Con quién? ¿Cómo se enteró Jessy...?
Ahora sí parecía creerme.
— Me vio. — solté.
— ¿Cómo que te vio? — frunció el ceño. — ¡¿Te vio con tu amante?!
— ¡No es mi amante!
— Bueno la que era, entonces.
— Tampoco. —respondo— Fue un... Desliz.
— No me lo puedo creer. — niega. — ¿Quién es la chica? ¿La conozco?
Moví la cabeza en negación.
— Fue con una modelo, aquí. — confese.
— ¡¿Qué?! Joder, no me lo puedo creer.
— Deja de repetir eso. — mascullé— ¡La chica estaba obsesionada con salir conmigo, le dije mil veces que no! Me hablaba todas las semanas y un día apareció en mi oficina, era tarde y yo... Yo no sé qué me pasó. — sacudí mi cabello.
— Simple y sencillo, te calentaste.
Le di una mirada fulminante.
— Era una maldita trampa. Había dejado mi celular aquí mientras iba al baño, en ese momento le envió un mensaje a Jessy para que viniera a dejar no sé qué cosas.
— Dime qué Jessy no te encontró no pleno acto...
— Me vio joder, me vio follandome a esa mujer.
— ¿Hace cuánto fue eso? — pregunto de repente.
— Un mes y algo creo.
— ¡Un mes! ¡Un mes y me acabas de contar! Joder por eso tenía cara de querer matarme ayer.
— ¿Dijo algo?
— Nada, solo estaba muy molesta y hablo muy poco.
— Ayer... Dormimos juntos. — confesé.
— ¿Qué? ¡¿Ella te perdonó?!
— ¡Ojalá!
Esperaba que no hubiera nadie en los pasillos que estuviera escuchando esta conversación.
— ¿Entonces? — apoyo las palmas de sus manos en mi escritorio.
— Solo dormimos o eso creo, tengo recuerdos borrosos de ayer por la noche. Le pedí que se quedará y no sé negó, pero...
— ¿Pero?
— En el baile de Luz, Jessy se puso celosa, las apoderadas me miraban mucho y una mujer fue a hablarme de su hijo, pregunto por mi hija y me tocó los brazos, Jessy la vio y me hizo una escena pensé que era buena señal, pero no.
— ¿Por qué?
— Porque al llegar a casa me beso pensé que pasaría a mayores, pero me detuvo soltándome una bomba.
— ¿Qué bomba? De qué hablas, Sebastián.
— Está tramitando el divorcio, realmente nos vamos a separar.
Decirlo en voz alta era más doloroso que pensarlo, no podía aceptar que realmente íbamos a separarnos.
Ella haría su vida, yo la mía...
|Jessy|
— Eso fue lo que pasó. — suspiré mientras terminaba de relatarle todo lo sucedido estás últimas veinticuatro horas a Edwin.
— ¿Cómo te sientes al respecto, Jessy? — mantenía una postura recta y con su lápiz listo para anotar no sé qué cosas.
— Me siento... Fuerte, poderosa jamás pensé llegar a determinar nuestra relación así, tenía miedo de decirle del divorcio porque lo veo muy aferrado a nosotros, aunque me diga mil veces que me dejara yo sé que no es así. — suspiré — Sebastián… es un poco terco y lo conozco bastante bien para saber qué hará lo que sea por recuperar lo nuestro, pero él no entiende que ya no será lo mismo, jamás seremos la misma pareja.
— ¿Y si el insiste?
— Se que lo hará, pero espero seguir fortaleciéndome para negarme una y otra vez. — respondí— Verlo hoy con esas mujeres... como les sonreía me hizo darme cuenta de que jamás funcionará. — confese con miedo y dolor. — Porque no puedo confiar en él.
Tome aire antes de continuar, aún me sentía débil con respecto a ese tema.
— Quería arrancarle los pelos, alejarlas de él, joder me ardía todo... ¡No te rías!
Edwin estaba aguantado la carcajada mientras yo estaba cegada con mis celos.
— ¿Has sentido celos? — le pregunté.
— Claro, como todos. — se encogió con una mirada lenta.
A veces odiaba su tranquilidad, paz y forma de analizarme.
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