Besos de un infiel romance Capítulo 27

|Sebastián|

— ¿Viste a un muerto o qué?

— No estoy de humor Marcos. — masculle abriendo la puerta de mi oficina.

— Uy qué humor. — me siguió para luego cerrar la puerta. — ¿Todo bien?

Me serví un trago que me quemo la tráquea mientras él se acomoda en mi silla.

«El divorcio lo vamos a firmar en dos meses más, te mandaré las cláusulas por correo»

Vuelvo a beber.

Dos meses.

No sé qué me molesta más, que me soltará tremenda noticia mientras la tenía arriba mío apuntó de montarme, que se burlara de mi dejándome duro o que no me abriría la puerta del baño.

— ¡Sebastián!

— ¡Qué coño quieres! — bajo el vaso de golpe haciendo ruido contra la mesa.

— ¿Qué te pasa? ¿Te fue mal o qué? ¿Le pasó algo a Luz? — la preocupación que demuestra me hace arrepentirme de inmediato.

No podía pagar mis culpas con Marcos.

— Hey, somos amigos ¿No? — su mano apretó mi hombro cuando llegó a mi lado.

— Estoy jodido. — murmuré.

— ¿Por? — inquirió.

— Hice algo muy estúpido. — me pase las manos por la cara antes de seguir. — Engañe a Jessy.

Marcos parpadeo, lo mire atento a cualquier reacción por si me soltaba un puñetazo, pero nada de eso paso dándole paso a una carcajada.

¿De qué coño se ríe?

— ¡Tu cara! —se afirma el estómago sin dejar de reír. — ¡Ay que buen chiste! Ahora sí, dime la verdad.

Paso por su lado molesto, no entiendo su risita de mierda.

— ¡Esa es la puta verdad! — exclamó tirando de mi silla para tomar asiento molesto.

Me agarró la cabeza colérico.

— ¿Engañar, engañar? De engañar con una mentira o engañar de haber estado con otra mujer. — se sienta al frente de mí.

Lo miro con el entrecejo fruncido.

¿Sera idiota?

— Lo segundo.

— No te lo puedo creer. — susurra perplejo. — ¿Es una broma, cierto? Porque no me causa gracia. — al ver que no bromeó se levanta de la silla de golpe. — ¡Sebastián! ¿Cuándo fue eso? ¿Con quién? ¿Cómo se enteró Jessy...?

Ahora sí parecía creerme.

— Me vio. — solté.

— ¿Cómo que te vio? — frunció el ceño. — ¡¿Te vio con tu amante?!

— ¡No es mi amante!

— Bueno la que era, entonces.

— Tampoco. —respondo— Fue un... Desliz.

— No me lo puedo creer. — niega. — ¿Quién es la chica? ¿La conozco?

Moví la cabeza en negación.

— Fue con una modelo, aquí. — confese.

— ¡¿Qué?! Joder, no me lo puedo creer.

— Deja de repetir eso. — mascullé— ¡La chica estaba obsesionada con salir conmigo, le dije mil veces que no! Me hablaba todas las semanas y un día apareció en mi oficina, era tarde y yo... Yo no sé qué me pasó. — sacudí mi cabello.

— Simple y sencillo, te calentaste.

Le di una mirada fulminante.

— Era una maldita trampa. Había dejado mi celular aquí mientras iba al baño, en ese momento le envió un mensaje a Jessy para que viniera a dejar no sé qué cosas.

— Dime qué Jessy no te encontró no pleno acto...

— Me vio joder, me vio follandome a esa mujer.

— ¿Hace cuánto fue eso? — pregunto de repente.

— Un mes y algo creo.

— ¡Un mes! ¡Un mes y me acabas de contar! Joder por eso tenía cara de querer matarme ayer.

— ¿Dijo algo?

— Nada, solo estaba muy molesta y hablo muy poco.

— Ayer... Dormimos juntos. — confesé.

— ¿Qué? ¡¿Ella te perdonó?!

— ¡Ojalá!

Esperaba que no hubiera nadie en los pasillos que estuviera escuchando esta conversación.

— ¿Entonces? — apoyo las palmas de sus manos en mi escritorio.

— Solo dormimos o eso creo, tengo recuerdos borrosos de ayer por la noche. Le pedí que se quedará y no sé negó, pero...

— ¿Pero?

— En el baile de Luz, Jessy se puso celosa, las apoderadas me miraban mucho y una mujer fue a hablarme de su hijo, pregunto por mi hija y me tocó los brazos, Jessy la vio y me hizo una escena pensé que era buena señal, pero no.

— ¿Por qué?

— Porque al llegar a casa me beso pensé que pasaría a mayores, pero me detuvo soltándome una bomba.

— ¿Qué bomba? De qué hablas, Sebastián.

— Está tramitando el divorcio, realmente nos vamos a separar.

Decirlo en voz alta era más doloroso que pensarlo, no podía aceptar que realmente íbamos a separarnos.

Ella haría su vida, yo la mía...

|Jessy|

— Eso fue lo que pasó. — suspiré mientras terminaba de relatarle todo lo sucedido estás últimas veinticuatro horas a Edwin.

— ¿Cómo te sientes al respecto, Jessy? — mantenía una postura recta y con su lápiz listo para anotar no sé qué cosas.

— Me siento... Fuerte, poderosa jamás pensé llegar a determinar nuestra relación así, tenía miedo de decirle del divorcio porque lo veo muy aferrado a nosotros, aunque me diga mil veces que me dejara yo sé que no es así. — suspiré — Sebastián… es un poco terco y lo conozco bastante bien para saber qué hará lo que sea por recuperar lo nuestro, pero él no entiende que ya no será lo mismo, jamás seremos la misma pareja.

— ¿Y si el insiste?

— Se que lo hará, pero espero seguir fortaleciéndome para negarme una y otra vez. — respondí— Verlo hoy con esas mujeres... como les sonreía me hizo darme cuenta de que jamás funcionará. — confese con miedo y dolor. — Porque no puedo confiar en él.

Tome aire antes de continuar, aún me sentía débil con respecto a ese tema.

— Quería arrancarle los pelos, alejarlas de él, joder me ardía todo... ¡No te rías!

Edwin estaba aguantado la carcajada mientras yo estaba cegada con mis celos.

— ¿Has sentido celos? — le pregunté.

— Claro, como todos. — se encogió con una mirada lenta.

A veces odiaba su tranquilidad, paz y forma de analizarme.

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