Carta Voladora Romance romance Capítulo 11

Octavia se sentó en el coche de Julio y no dijo nada en todo el camino.

Pronto llegaron a la antigua casa de la familia Sainz.

La señora Florencia Llacer, conocida como la vieja señora Sainz, vivía en los suburbios y era una persona tranquila que creía en el budismo. En su casa sólo servían unos pocos sirvientes.

Desde la distancia, Octavia escuchó la tos de Doña Florencia.

—Ve y ponte en la puerta —Doña Florencia estaba pálida y no tenía buen aspecto. Habló con frialdad a Julio antes de hacer entrar a Octavia en la casa.

—No esperaba que algo tan grande sucediera poco después de mi regreso. Octavia, estás siendo demasiado impulsiva.

Octavia sabía que Doña Florencia estaba hablando de su divorcio.

Se adelantó lentamente, tomó la mano de Doña Florencia como siempre lo hacía y sonrió levemente:

—Doña Florencia, debería alegrarse por mí. Por fin puedo ser yo misma, ¿verdad?

Doña Florencia le gritó a Julio fuera de la puerta con un gruñido y giró la cabeza. Estaba un poco triste:

—Julio fue tan tonto de haberte perdido. Ahora hasta me llamas Doña Florencia tan educadamente.

Octavia se quedó atónita y se le llenaron los ojos de lágrimas:

—Abuela.

Doña Florencia le dio una palmadita en el dorso de la mano:

—Octavia, sé lo que has sentido por Julio todos estos años. ¿Puedes realmente dejarlo ir?

—No tengo más remedio que dejarlo ir —A Octavia le dolía el corazón. ¿Qué podía hacer si no se dejaba ir? Realmente era suficiente.

Doña Florencia la abrazó y le dio unas palmaditas en la espalda:

—No te culpo por divorciarte de Julio. Sabía que este día llegaría tarde o temprano. Julio no tuvo la suerte suficiente.

Octavia se apoyó tranquilamente en los brazos de Doña Florencia.

A lo largo de sus años con la familia Sainz, Doña Florencia fue la única persona que la trató con amabilidad.

Con Doña Florencia cuidando de ella, Giuliana y Ricardo no se atrevían a intimidarla a su antojo y tenían que tener cuidado. Hacía tiempo que consideraba a Doña Florencia como de la familia.

Octavia no se arrepentía del divorcio, y sólo lamentaba un poco no poder estar a su lado para cuidarla.

—Octavia, he visto crecer a Julio y conozco su naturaleza. Si alguna vez te recupera, ¿volverás?

Doña Florencia no podía dejar escapar a tan maravillosa nieta política y, naturalmente, esperaba que ambas volvieran a estar juntas en el futuro.

Pero Octavia no era ingenua. Sabía que la única persona que podía ablandar el corazón de Julio era Sara, no ella.

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