Carta Voladora Romance romance Capítulo 33

Octavia se bajó rápidamente el jersey para tapar su tatuaje y se apresuró hacia la puerta. Al ver a Julio y Sara en la puerta, se quedó sorprendida.

Sara estaba encantada con un vestido largo color champán junto a Julio, que llevaba un traje negro hecho a medida.

Qué pareja tan perfecta para estas parejas.

—¿Dónde está Ricardo? —preguntó Julio, con el rostro ensombrecido al ver el pelo despeinado y la cara sonrojada de Octavia.

—¿Cómo sabía el Sr. Sainz que Ricardo estaba aquí? Incluso sabe dónde me hospedo. No me está siguiendo, ¿verdad? —preguntó Octavia en lugar de responder.

Sara dio un paso adelante y sonrió.

—Octavia, no lo malinterpretes, estábamos cenando con mis padres hace un momento, pero Ricardo no aparecía por ningún lado, y ni siquiera respondía a la llamada. Así que rastreamos su teléfono y descubrimos su ubicación. En cuanto a su residente, hemos preguntado en recepción nada más llegar -dijo amablemente-.

—Pensé que era porque el señor Sainz me echaba tanto de menos después del divorcio que me seguía —mostró Octavia una lánguida sonrisa.

La sonrisa de Sara se congeló por un segundo.

—Venimos a buscar a Ricardo, por favor, déjenlo salir —dijo suavemente,

—Ricardo, tu hermano y tu cuñada están aquí por ti. No te he vendido. Te encontró usando el GPS instalado en tu teléfono —gritó Octavia en el salón.

Ricardo pudo ver a su hermano desde el salón, así que no tuvo más remedio que coger sus pertenencias e irse.

—Sr. Sainz, ¿le importaría pagar los fideos de carne y la medicación que usó su hermano? —dijo Octavia cuando los tres estaban a punto de irse.

—¿Qué tan frugal puedes ser? ¿No puedes permitirte unos fideos con carne? —Ricardo se enfureció.

—La carne es costosa, y tú eres un extraño para mí, así que ¿por qué te daría una comida gratis?

Sus palabras dejaron a Ricardo sin palabras.

—¿Es suficiente? —dijo Julio mientras sacaba cinco billetes y se los ofrecía a Octavia.

—Gracias, y adiós —Mientras el trío entraba en el ascensor, Octavia recogió el dinero y cerró la puerta tras de sí sin dudarlo.

Julio preguntó en el coche:

—¿Por qué estás aquí en vez de ir a la cena? ¿Qué te pasa en la cara?

—Me he peleado con unos compañeros y no quería ir a la cena con esa pinta, sobre todo estando Sara y sus padres presentes, así que me puse en contacto con tu mujer... Err... Octavia para que viniera a sacarme de apuros y cenamos en su apartamento —habló Ricardo rápidamente . Siempre había tenido miedo de Julio.

Sara apretó las manos en silencio cuando escuchó a Ricardo referirse a Octavia como la mujer de Julio.

A continuación, sacó el botiquín del coche y empezó a curar las heridas de Ricardo con ternura.

—Ricardo, si alguna vez necesitas ayuda, puedes contactar con tu hermano o conmigo; somos una familia y siempre estamos dispuestos a ayudar. No es conveniente perturbar la vida de Octavia con su pareja.

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