Carta Voladora Romance romance Capítulo 34

Un golpe en la puerta sacó la atención de Julio de sus recuerdos.

—He venido porque he visto luz en tu habitación —dijo Sara al entrar. Se había perfumado y su bata azul oscura le cubría el cuerpo, mostrando su blanca y suave clavícula. Su aspecto y su olor eran tentadores.

Se acercó a Julio y le dijo:

—Te he preparado esto. Es refrescante —mientras ponía la bebida sobre la mesa.

—Ya he terminado. Encontré esto cuando buscaba tinta hace un momento —dijo Julio, señalando los cajones llenos de cartas.

—Mira todas estas cartas que intercambiamos.

Cuando Sara vio esas cartas, su corazón dio un vuelco.

—Han pasado casi seis años y todavía lo guardas —dijo, tratando de enmascarar su inquietud tras una sonrisa.

—Son recuerdos que no tienen precio —dijo Julio.

Porque fue la primera mujer de la que se enamoró. pensó Julio mientras acariciaba suavemente esas letras.

—Ahora estoy aquí contigo —Sara abrazó a Julio:

—Ya no necesitas esas cartas. ¿Por qué no las tiras?

Ella continuó porque Julio no había respondido:

—Vivamos ahora una vida decente; no necesitamos intercambiar más cartas; dejemos que el pasado sea historia, ¿o es que todavía quieres intercambiar sólo cartas? No quieres estar conmigo, ¿verdad?

Al ver su expresión de tristeza, Julio sintió que su corazón palpitaba, y estuvo de acuerdo en que esas cartas ya no eran necesarias ahora que Sara estaba en su vida.

—Está bien —contestó Julio mientras le acariciaba el pelo:

—haré que la criada se encargue de ellos mañana.

—¡Está bien! —El olor del cuerpo de Julio la atrajo hacia delante, e impulsivamente puso sus labios en su manzana de Adán.

El cuerpo de Julio se tensó como consecuencia de su movimiento. Cuando los labios de ella se posaron en su barbilla, en lugar de atraerla hacia sus brazos, la apartó suavemente.

Sara ya se había quitado la mitad superior de la bata, dejando al descubierto la parte superior de su cuerpo. Pero esto no obligó a Julio a realizar más acciones; ni siquiera se molestó en mirar su cuerpo y, en cambio, le enderezó la bata.

—Julio, ya vivimos juntos y tenemos el fCarballoom para hacer lo que queramos; ¿no me quieres? —Sara se sintió tan humillada por el claro rechazo que perdió las agallas para seguir actuando.

Podían tener intimidad cuando quisieran porque ya eran una pareja que vivía junta, pero Julio se sentía más frustrado que excitado por ella.

Respondió suavemente, mirando sus ojos empañados:

—Acabas de recuperarte. Necesitas descansar más. Podemos esperar.

—Está bien —dijo Sara mientras se acurrucaba en sus brazos, preocupada.

...

Todo ha ido excepcionalmente bien para Octavia desde que firmaron el contrato con Yotuga.

—Señora Carballo, hay un paquete para usted del señor Beldad —le dijo su secretaria, interrumpiéndola mientras estaba enfrascada en su trabajo.

—¿Qué me ha enviado? —Octavia murmuró algo incoherente mientras abría el paquete.

Lo que le llamó la atención fue una carpeta que contenía información sobre Maxmatch; parecía ser una propuesta detallada creada específicamente para adquirir Maxmatch.

Octavia hizo una llamada telefónica en cuanto terminó de leer la propuesta.

—Adquirir Maxmatch es una buena idea —comentó Iker:

—pero ahora mismo no tenemos suficiente liquidez para ti.

—¿No van a ser suficientes veinte millones? —preguntó Octavia tras leer los datos, que decían que el precio de compra estaba entre dieciocho y veintiocho millones de euros.

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