Casualidad Destinada romance Capítulo 16

Paloma quería empujar a Isaias hacia abajo.

En este momento, Isaias justamente estaba en la boca de la escalera mecánica, por lo tanto, Paloma pensaba que Isaias definitivamente se quedaría herida si le daba un empujón inesperado.

No obstante, justo cuando su palma estaba a punto de tocar su espalda, Isaias la esquivó inesperadamente como si hubiera sabido su intención de antemano.

Acto seguido, Paloma sintió que el mundo se le puso al revés, perdió el equilibrio y se cayó hacia abajo.

—¡Paloma!

—¡Señorita Alguacil!

Todos se sobresaltaron al ver a Paloma rodarse hacia abajo desde la escalera y se apresuraron a bajarse con la intención de ayudarla.

Isaias miró fríamente a Paloma, que había caído al fondo, y dijo con voz severa:

—Espero que lo que sufres hoy te sirva de lección. Por cierto, no intentes calumniarme, ¿eh? Hay vigilancia en el centro comercial.

Tras decir eso, se fue sin mirar atrás.

Paloma estaba tan enfadada que golpeó el suelo con la mano y gritó:

—¡Ahhhhhhh! ¡Isaias, no te dejaré en paz!

Selena llevó a su amiga al hospital.

Tras un examen físico general, se descubrió que el estado de Paloma no estaba grave. Como la escalera mecánica no era larga, y Paloma tuvo la suerte de agarrarse al pasamanos en el último momento, solo sufrió algunas magulladuras.

Paloma no pudo evitar sentir odio y furia al pensar en la cara altiva y arrogante de Isaias.

«¡Esta zorra Isaias es demasiado odiosa!»

Al ver a su amiga poner una expresión así, Selena se le acercó y dijo débilmente:

—Paloma, deberías dejar de llevarla la contraria a mi hermana. No eres su rival.

Paloma, quien ya estaba enfadada, se enfureció aún más tras escuchar el consejo de su amiga y dijo con rabia:

—¿Quieres decir que no soy capaz de luchar contra ella? ¡Bah! Hoy solo he fallado por descuido. ¡La próxima vez esa zorra no tendrá tanta suerte!

Al oírlo, Selena bajó la mirada, con un brillo de regocijo pasándose muy rápidamente por sus ojos, pero cuando volvió a levantar la vista, lanzó una mirada de preocupación a Paloma y preguntó:

—¿Pero qué pasa si te amenaza con tu padre otra vez? No quiero que tu padre te regañe.

Después de escuchar las palabras conformantes de su amiga, Paloma se sintió un poco mejor.

Paloma contestó con una voz tranquila:

—No te preocupes, no soy tan estúpida. Ella tendría que tener pruebas aunque quisiera acusarme con mi padre. ¡Y yo no la dejaré conseguirlas fácilmente!

Tras pensar un rato, Paloma preguntó:

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