Casualidad Destinada romance Capítulo 21

Mientras tanto, la Sra. Alguacil llevaba a Paloma a hacer brindis con otros invitados.

Paloma odiaba esas ocasiones, pero hoy tenía que ser obediente por la presencia de su padre.

Se sentía impaciente cuando de repente sonó su teléfono móvil.

—Paloma, ¿dónde estás ahora? —la voz de Isaias llegó desde el otro lado del teléfono.

Paloma se quedó un poco pasmada.

Tras bajar el teléfono y asegurarse de que la persona que le llamaba era efectivamente Isaias, se lo volvió a poner a la oreja y preguntó:

—¿Pasa algo?

—Ven al salón delantero. Quiero hablar algo contigo.

Tras decir esto, Isaias colgó, sin darle a Paloma ninguna oportunidad de rechazar.

Al instante, Paloma se puso enojada y apretó firmemente los dientes.

«¡Bah! Zorra, ¿qué te crees que eres? ¡¿Tengo que ir a buscarte solo porque me lo pides?!»

Pero cuando levantó la vista y se encontró con la mirada inquisitiva de su madre, sonrió y dijo:

—Mamá, Isaias está aquí y quiere que yo vaya a buscarla en el salón delantero.

La Sra. Alguacil frunció ligeramente el ceño ante las palabras de su hija.

Ella sabía que su hija no se llevaba bien con Isaias desde de era niña, así que tenía mucha curiosidad por saber para qué Isaias buscaba a Paloma.

—Adelante entonces, pero recuerda no entrar en conflicto con ella. Esta es la fiesta del Grupo Leguizamo, tienes que comportarte bien y no deshonres a nuestra familia, ¿entiendes?

Paloma asintió superficialmente:

—Madre, lo entiendo.

Luego, Paloma se dirigió al salón delantero y vio a Isaias a lo lejos con una multitud. Se acercó y preguntó a la ligera:

—¿Qué hacen tantos juntos? ¿Se preparan para una reunión?

Nadie le respondió y todos tenía una expresión extraña. Solo entonces Paloma percibió que el ambiente era incómodo, miró hacia Selena y se dio cuenta de que esta última también la miraba con cara de agravios, como si hubiera sufrido mucha humillación.

Paloma se molestó al instante y preguntó con voz indiferente a Isaias:

—¡Pues dime! ¿Qué quieres de mí?

Isaias pidió a una entre la multitud repetir lo que acababan de decir.

Luego, la miró a Paloma a los ojos y preguntó seriamente:

—¿Eres tú quien le dijo estas palabras?

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