Casualidad Destinada romance Capítulo 28

Isaias nunca había pensado que fuera al Registro Civil en medio de la noche para obtener su certificado de matrimonio.

Veinte minutos después, los dos llegaron al Registro Civil en coche.

La puerta del Registro Civil estaba abierta de par en par, y varios funcionarios les recibieron con sonrisas amables, y cuando vieron a Milagros, le saludaron respetuosamente:

—Sr. Leguizamo, muy bienvenido.

Milagros asintió levemente con la cabeza y dijo amablemente:

—Muchas gracias a todos por atendernos a estas horas de la noche. Siento las molestias que le he causado.

—Sr. Leguizamo, es nuestro honor poder servirle a usted. Usted ha donado tanto durante estos años al Municipio para apoyar la construcción de la ciudad. Ahora solo estamos haciendo nuestra parte.

Isaias se quedó muy sorprendida ante la actitud de los funcionarios del Registro Civil al hombre.

Ella sabía que la familia Leguizamo era muy poderosa en la Ciudad Lakveria, pero no esperaba que lo fuera tanto.

El personal no dijo nada más y empezó a gestionar las formalidades del matrimonio para ellos y solo tardó más o menos diez minutos en terminar todos los procesos.

Isaias, de pie en la entrada del Registro Civil, miró el certificado que tenía en la mano, con la cabeza todavía un poco confusa.

«¿Así me ha casado?»

Milagros se acercó por detrás y le quitó el certificado de matrimonio de la mano.

Desconcertada, Isaias preguntó:

—¿Qué haces?

—Guardo el certificado por ti.

Isaias se mostró un poco reticente al principio, pero al pensar que el certificado era solo temporal y que tarde o temprano sería sustituido por un certificado de divorcio, no se quejó más.

Luego, los dos se subieron al coche y abandonaron del Registro Civil.

Dentro del coche, Milagros preguntó:

—¿Quieres volver a la fiesta y tomar una copa juntos para celebrar nuestro matrimonio?

Isaias negó con la cabeza.

—Gracias, pero no. Ya estoy cansada y quiero volver a casa para descansar ya.

Al ver esto, Milagros no insistió más.

Quitó el teléfono de la mujer de su mano, guardó su número en él y dijo:

—Te daré una semana para que arregles bien tus asuntos personales. Vendré a buscarte yo mismo una semana después y para entonces espero que no rompas tu promesa y te mudes a mi casa como hemos acordado.

Isaias asintió:

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