(COMPLETO) El Loco De Mi Prometido romance Capítulo 11

Acabada la semana, luego de tener mi tiempo para acomodar mis emociones y pensamientos a solas, me sentí necesitada de una compañía grata para mi. No es que si tuviese que pensar mucho quién sería pero admito que me costó un poco contactarla después que estuviera al tanto de todo lo me ocurrió, pero aún así la llamé y vino lo más rápido posible ente mi deseo de verla.

—No pensé que Nicolas fuese a rendirse algún día y que cancelaría su compromiso contigo tan fácilmente ¿Qué le hiciste?— Aunque yo tampoco supiese las verdaderas razones detrás de su decisión, respondí.

—Él quiso y pudo mantenerme encerrada a su gusto, tomarme a la fuerza cuando así lo quiso, se atrevió a golpearme... ¿Crees que esas no son razones suficientes para dejarme ir?— Y si las son pero debió haber algo más para que decidiera soltarme así...

—Sí, lo admito, el tipo está más que loco, pero eso no quiere decir que no esté locamente enamorado de ti— Sam se me acercó y sostuvo mis manos con gentileza mientras me miraba a los ojos. Estoy genuinamente feliz de poder tenerla en estos momento, ella siempre ha sido la voz en mi conciencia, la que sabe dirigir mi paso, nunca me ha dejado sola y siempre sabe que hacer o decir en el momento indicado. —Quiero asesinarlo por todo lo que te hizo, por supuesto, pero después de que arriesgara todo para tenerte a su lado se me hace tan extraña su cambio de parecer— Eso ya lo sé y, aunque me convierta una demente admitirlo, es lo que más me frustra, el no saber que voy hacer con Nicolas y estos sentimientos encontrados que estoy viviendo.

—Y por otro lado, también está David, no sé que debo hacer con él tampoco— Él me confesó sus sentimiento el otro día, me abrió su corazón por completo y yo no pude corresponderle en lo absoluto —Hace unos días se marchó todo furioso de mi casa y no ha querido volver hablarme, Sam.

—Tranquila, David te ama demasiado como para dejarte así, solo te está dando tu espacio para que puedas aclarar tus ideas o eso creo yo— El café ya estaba listo por lo que Sam se aparto de mi un momento y caminó hasta la cocina para poder servirlo.

—¿Y si de verdad no quiere volver? ¿Qué tal si lo pierdo?— Tomé la tasa que Sam me estaba brindando y me quedé observando el oscuro café en la pequeña tasa de porcelana fina.

—Primero que nada, piensa, Alice... ¿Estas segura de que no sientes nada por Nicolas? Si no es así, ¿Qué es lo que te estaría impidiendo vivir un amor genuino como el que David te brindaría?— Dejé de rodear el borde de la tasa con mi dedo índice y llevé mi vista hasta Sam.

—No puedo y no voy a mentirte, Sam— Ella me conoce más que nadie en la vida, en el primer instante que una mentira aflore mis labios se dará cuenta de ello —Ambos son tan diferentes si los comparas, uno es enérgico, rudo y apasionado mientras que el otro es gentil, romántico y delicado— Me atraen esos rasgos de casa uno, si tan solo pudiera unirlos a los dos en una sola persona sería todo más sencillo para mi...

—Será duro pero tienes que elegir a uno o lo perderás a los dos. Es imposible que los tengas a ambos, aún así lo desees— Ella tiene toda la razón, si no soy capaz de aclarar todo podría terminar alejándolos para siempre de mi.

Mientras seguíamos hablando y tomando nuestros cafés alguien tocó el timbre.

—Espera, iré yo, quédate aquí— Que extraño, no esperaba a nadie más pero, de igual manera, me levanté del banco junto a la encimera y me dirigí a la puerta. Al abrirla me sorprendí al verlo así, ahí parado.

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