(COMPLETO) El Loco De Mi Prometido romance Capítulo 2

Cuando llegamos a su casa traté de negarme rotundamente a salir del auto, pero él hizo lo único que sabe hacer cuando las cosas no van como desea, aplicar la fuerza bruta. Tomándome fuertemente por el brazo me sacó del auto y me llevó casi arrastras a la entrada de su mansión.

—¿Qué estás haciendo enfermo? déjame ir ahora mismo— me quejé como pude, tratando inútilmente de zafar de agarre.

—No estás bien, Alice...déjame ayudarte— con cada forcejeo su agarre se tornaba más y más duro.

—Nicolás, detente a observarte un poco, pareces un desquiciado— diga lo que diga, dudo que este horrible ser cambie a conciencia.

Al entrar a su casa, en la entrada, ya nos estaban esperando unos empleados. Nicolás comenzó a darle órdenes a todo aquel presente, ordenes que no escuché por estar buscando posibles salidas de esta casa.

—Ni te molestes, Alice.— dijo cuando se percató de lo que estaba haciendo.

—¿Qué?— Aunque sabía perfectamente a lo que se refería, opté por responder con ingenuidad.

—No podrás huir de esta casa, las puertas solo se abren con huellas dactilares, las ventanas tienen vidrios blindados y amplié toda la seguridad para que podamos descansar seguros, con el tiempo te darás cuenta de que preparé esta casa especialmente para ti— me anunció sus acciones como si hubiese hecho lo más magnífico del mundo, como si me hubiese hecho un gran favor pero la realidad es que todo lo que me dijo me pareció no más que perturbador.

Es un maldito enfermo ¿Qué clase de persona encierra en una fortaleza a la persona que dice amar?

—¿Y entonces qué... se supone que me vas a encerrar contra mi voluntad?— con mi mirada en él, buscaba una pizca de recapacitación en su rostro, cual nunca apareció.

—Si es lo que debo hacer, sí, eso haré— las palabras salidas de su boca fueron con tal convicción que lograron atemorizarme aún más.

—Mis amigos se preguntarán dónde estoy— traté de jugar con su mente, de desmoronar la confianza que tenía.

—No lo harán. En lo que ellos concierne tú acabas de tomar un vuelo a quién sabe dónde, sin dejar ni siquiera un número al que puedan localizarte o eso es lo que tengo entendido— me devolvió una cachetada de mi propio juego mental, es más astuto de lo que pareciera ser.

—Maldito infeliz— el odio en mis palabras era evidente, traté de alejar a mis amistades lo más posible del tema pero al hacerlo también les saqué la posibilidad de buscarme por si algo fuese a pasarme, justo como ahora.

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