(COMPLETO) El Loco De Mi Prometido romance Capítulo 23

La situación me había desconcertado.

Sin plan alguno me dirigí a la oficina de Alice luego de oir su declaración, sé que no tengo permitido el acceso pero sabía que me ingeniería para lograr el paso, cosa que no fue complicada porque me fue cedido un permiso. Quería provocar a Alice, quería que sintiera deseo sobre mi, como en veces pasadas, sabía que dentro de ella había algo que me aceptaba, todo estaba yendo bien, hasta que un llanto repentino nos tomó por sorpresa. Traté de entender la situación y ponerme un límite por más no lo quisiera así. La consolé y acompañé en su necesitado sueño, todo era tan distinto a antes en ese momento, no sé que estaba pasando pero me agradaba. Estaba a punto de perderme en el sueño, justo como ella, hasta que sonó mi celular en la peor situación y tuve la necesidad de marcharme.

—Madre, dijiste que vendrías en unos días, ¿por qué no me avisaste?— sabía quién me estaba llamando y por qué, por eso me vi forzado a corresponder el llamado y abandonar mi hermoso escenario con Alice.

—Tonterías, ¿desde cuándo debo pedir permiso para ver a mi propio hijo? Y más cuando este no está haciendo lo necesario como para recuperar a la mujer más indicada para él— tanto mi madre como yo sabemos que ella es lo mejor que me pudo haber sucedido, es por eso que ella está aquí luego de oír las noticias.

—No es lo que piensas, madre— todo el mundo piensa que la dejé ir tan fácil, ¿Acaso están locos? yo no haría algo como eso.

—Entonces, ¿tu y Alice se van a casar? ¿Ya dejaron esa tontería de romper el compromiso?— Si bien no la dejaré huir así de fácil, la situación no estaba a mi favor.

—Es complicado. Yo no quiero casarme con Alice a la fuerza, la amo pero si ella no quiere no puedo obligarla— en realidad sí podría obligarla pero eso no sería muy moral y educado de mi parte.

—Nicolas Philip Augier, no te crie para darte por vencido. Te crie para que consigas siempre lo que mereces. No sé que estás haciendo aquí, deberías estar con ella en este instante— lo que no sabes es que estaba pasando un momento espectacular a su lado, algo nunca antes visto, hasta que me llamaste y me obligaste a venir aquí —la chica perdió a su familia recientemente, se está haciendo cargo del negocio familiar ella sola y tu aquí hablando con tu madre. Ella en este momento necesita a alguien que la apoye.

—¿Dices que me vaya a verla?— tenía la iniciativa para hacerlo pero tener apoyo me haría sentir más seguro aún.

—Sí, tonto. Anda, ve por ella y no regreses sin una fecha para ese matrimonio— yo y mi madre tenemos posturas similares, solo que ella es una persona más calma y racional, en cambio, yo soy alguien que actúa por instinto, fiel a sus pensamientos, aún así sean malos, no tengo control total sobre mis acciones.

Fue así que, con el apoyo de mi madre, fui en busca de mi esposa; no sabía que podría estar pasando en ese momento, no sé si Alice aún sigue en su oficina o si estaba en alguna cafetería o en su casa. Había muchas posibilidades y yo iba a verificar todas y cada una de ellas hasta hallarla, ni siquiera debí alejarla de mi vista, no sé que estaba sucediendo exactamente pero algo no estaba bien, tengo que verificar de que ella esté en buen estado.

Fui a su oficina de nuevo pero me informaron que sé había retirado por hoy, recorrí toda cafetería cercana a su empresa pero no sé encontraba allí, había más opciones pero yo deseaba que esté en su casa, así mi tiempo de búsqueda se reduciera y pudiera invertirlo en nuestra relación.

Dada mi información obtenida recientemente, Alice habría adquirido un inmueble no muy lejano a su trabajo, por lo que me dirigí allí sin pensarlo de más.

Se veía lindo por fuera, muy fiel a su estilo, algo minimalista pero innovador a la vez, más pequeño en comparación al anterior pero acogedor, era de esperarse, un agradable apartamento era de verse ante mis ojos.

Sin prisa pero con esperanza, golpeé a su puerta sin éxito, no tuve respuesta del otro lado. Aún así, mantuve un poco de mi fe, reiteré mi presencia allí fuera y esperé pacientemente un poco más. Bien que hice, una desaliñada y desorientada Alice me abrió las puertas de su hogar.

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