(COMPLETO) El Loco De Mi Prometido romance Capítulo 25

Esta vez, me desperté en medio de la madrugada por el sonido de un celular, estiré mi mano para alcanzar el mío pero este no era el que sonaba. Me senté en la cama buscando con la mirada cuál era el que sonaba hasta que di con el celular de Nicolas. Pasé cuidadosamente por encima de él para alcanzarlo, tratando de no despertarlo, me fijé en la pantalla y vi el nombre de Rosalie, contesté la llamada por curiosidad pero no dije nada.

—Nicky, lamento molestarte a esta hora, ya sabes diferencia horaria— pronunció esta voz conocida traviesamente — mañana estaré en tu ciudad, supe que rompiste tu compromiso con Wilson, debes estar destrozado así que pasaré por tu oficina, te amo.

Colgó el teléfono deprisa, supongo que no quería darle tiempo a que Nicolas le diera un motivo para no venir a visitarlo.

Rosalie Lacroise ha intentado conquistar a Nicolas desde antes de que siquiera estuviéramos comprometidos, incluso se atrevió a llamarme y amenzarme para que lo dejará, en ese momento no le di tanta importancia porque Nicolas no me interesaba, pero ahora las cosas son diferentes, Nicolas podría ser el padre de mi bebé y no permitiré que ninguna mujer piernas largas descerebrada sea la madrastra de mi querido hijo o hija.

—¿Quién era?— no me percaté en qué momento Nicolas se había levantando, si supo que recibió un llamado debe estar despierto desde hace varios minutos. Antes de que quisiera verificar algo, borré rápido el registro de la llamada y puse su teléfono de nuevo en la mesita de noche.

—Número equivocado— Tenía que idear algo para que pasara el día atento a mi— Nicolas, ¿te gustaría pasar el día de mañana conmigo?— este se levantó sorprendido por mi propuesta.

—¿Hablas enserio?— me preguntó seriamente, no seguro de lo que había escuchado.

—Sí, ¿No quieres?— esta vez yo pregunté apenada.

—¿Estás bromeando? llevo esperando que me propongas algo así desde que nos comprometimos, no me negaría por nada del mundo— Me besó y se acurrucó en mi pecho mientras me abrazaba.

Luego de esa breve escena de madrugada, nos dispusimos a dormir nuevamente.

Ya por la mañana, me levanté y me encontré con Nicolas hablando por teléfono en la entrada de la habitación.

—Buen día— dije con la intención de interrumpir su charla y centrar su atención en mi.

—Buen día, Señora Augier— se acercó hasta mi y me dió un delicado beso.

—¿Y eso por qué fue?— si bien este es un ambiente que estoy tratando de generar entre nosotros, eso me tomó por sorpresa.

—Porque estoy feliz— fueron las palabras justas para expresar lo que estaba sintiendo, podía percibirlo desde su expresión hasta la energía que irradiaba, estaba muy emocionado por hoy.

—¿Con quién hablabas?— la felicidad es muy hermosa pero me gana la curiosidad, espero que esa Rosalie no haya vuelto a marcarle.

—Es una sorpresa. Deberías vestirte rápido o llegaremos tarde— la sonrisa con la que finalizó tal oración me llenó de vitalidad.

—¿A dónde?— mi propuesta de pasarla juntos hoy fue muy repentina, esperaba planear algo sobre la marcha pero él me ganó de antemano.

—Ya te dije, es una sorpresa— he de admitir que esto de mantenerlo en secreto me parece un fastidio pero es lo que me mantiene con expectativas.

Tuve que ponerme una ropa cómoda porque no tenía ni idea de adonde iría con Nicolas. Desde que salimos del apartamento comenzó a portarse raro, sostuvo mi mano todo el tiempo, ni siquiera la quería soltar mientras conducía.

—Nicolas, voy a necesitar mi mano— no sabía cómo pedirle sutilmente que me soltara.

—Hoy no— me dijo mientras notaba que disminuía la velocidad del carro

—Espero que no pienses que el que te haya dicho que pases el día conmigo signifique que acepte algo entre nosotros...— si bien estaban cambiando las cosas, quiero dejar eso en claro, no cederé tan fácil ante él y su amabilidad.

—Ya lo sé, Alice, pero algo es algo. Me alegra solo el hecho de que por fin estoy avanzando contigo.

Así fue como nos detuvimos cerca de un muelle, Nicolas bajó del auto, lo rodeó y abrió la puerta para que pudiese bajar, luego caminamos una breve trayectoria hasta donde se hallaba un hombre de uniforme blanco. Supongo que el plan de hoy es que daríamos un paseo en yate y él sería el capitán.

—¿Vamos a pasear en tu yate?— pregunté como si no me hubiese dado cuenta de lo que estaba pasando.

—Así es— me sonrió con todo orgullo.

—Pero tú...sé que no dejas que cualquiera suba a el— he escuchado de este famoso yate pero, en todos estos años de compromiso, nunca lo había visto.

—Tu eres la excepción— dijo y acto seguido me besó la mano en señal de confianza.

—Pero no tengo traje de baño— ni siquiera estaba vestida decentemente para la ocasión.

—Dentro ya está todo lo que necesitas para nuestra cita de hoy— no podía ocultar mi evidente sonrisa, pasar todo un día alejado de los problemas de mi vida me emocionaba mucho.

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