(COMPLETO) El Loco De Mi Prometido romance Capítulo 26

Mientras aún nos recuperábamos en la de cama de aquello inesperado que habíamos hecho, me sentía más relajada, mejor conmigo misma. No sé cómo ni por qué me estaba sucediendo esto pero me agradaba y no quería dudar de eso.

—Supe que estamos acercándonos de nuevo al muelle, ¿Qué vamos hacer? el día aún no se termina— es así, sentía que el tiempo no iba a ser suficiente para lo que estábamos viviendo, un Nicolas en armonía conmigo.

—Descuida, Señora Augier, planeo disfrutar cada segundo de este día contigo pero, antes, tengo que salir a buscar algunas cosas— sé que aún me está llamando de esa manera para fastidiarme pero no pude evitar que me sonara grato de alguna manera, podría acostumbrarme a ello— mientras puedes tomarte un tiempo y cambiarte la ropa o, más bien, ponértela, te dejé un obsequio en el armario— con un guiño finalizó su dialogo, se paró, vistió su cuerpo con las prendas que llevaba antes y se retiró del camarote, dejándome a solas.

No quería lucir muy desesperada pero, cuando Nicolas se fue, la curiosidad invadió mi cuerpo, corrí hasta el armario y lo abrí. En el se encontraba un hermoso vestido esmeralda de creepe, no muy largo ni tampoco demasiado corto, se veía bastante cómodo pero lo suficientemente ceñido para resaltar mi figura, era hermoso, y no solo era eso. Por la parte interior del armario se hallaba una caja, que al abrirla, no había nada más resplandeciente que unos bellos tacones de aguja dorados, Nicolas conoce hasta mi color favorito y yo no sé nada sobre él, lo que me hace sentir algo culpable.

Traté de no pensar de más para que mis ánimos no bajaran, no hoy, la emoción me estaba ganando por lo que me quise probar todo lo que había descubierto. Cuando me terminé de cambiar fui a verme al espejo, la verdad estaba más que encantada con el obsequio de Nicolas, me quedaba a la perfección, pero ese vestido me hizo preguntarme a donde iríamos, era muy elegante y llamativo para una simple cena para nosotros solos.

Salí del yate en busca de Nicolas y lo vi, estaba parado de espaldas a mi, con un increíble traje negro opaco, muy bien ajustado a su cuerpo. Intenté acercarme lentamente a él pero se dio cuenta y se giró en busca de mi presencia.

—Sales justo a tiempo, Alice— tomó mi mano y me guio hasta su lado, aun sin soltarme, me mostró una pequeña, mas no diminuta, caja roja que sostenía en sus manos —Hace mucho que he querido darte esto, lo que valió la pena porque creo que no hay momento más perfecto que este para hacerlo.

Con toda la delicadeza que existía en este mundo, puso la caja en mis manos y procedió a mirarme, esperando por mi reacción al abrir aquella caja.

—Nicolas, es un collar de diamantes...— no podía creer lo que veían mis ojos, he visto muchas joyas en mi vida y poseo unas cuantas también, pero esta es la pieza más hermosa que jamás haya visto.

—Así es, pero los diamantes no son lo que le da el valor— su mirada bajó de mi rostro hacia mi desnudo cuello —si no lo que significa para mi y mi familia. Era de mi abuela, como podrás imaginarte era su posesión más preciada y me la entregó pero solo haciéndome jurar que se lo entregara a la mujer que tendría mi corazón hasta que este dejé de latir y es por eso que te lo estoy dando.

—No puedo aceptar esto, es demasiado valioso— de muchas maneras, el valor sentimental y el significado del mismo eran demasiado para mi, no sé si podré cargar con el poder de esas palabras.

—Yo quiero que lo tengas, Alice. En este momento eres mi felicidad, no habría otra mujer a la que quisiera darle esto, acéptalo, por favor — con la gentileza con la cual me fue entregada esa caja, fue despojada de mis manos, Nicolas tomó el collar y me indicó sutilmente que levantara mi cabello para poder ponerlo en mi.

—Acéptalo sin ninguna condición, no quiero que esto sea un peso entre nosotros, nos casemos o no, quiero que te pertenezca, de esta manera sabrás para siempre lo que significas para mi— distintas emociones y sentimientos vivían dentro de mi en ese momento.

Me acerqué para abrazarlo y, por instinto, le di un beso en la mejilla, no tenía forma de agradecer lo que estaba sucediendo.

—Te prometo que lo cuidaré— no puedo prometer más que eso, aún así lo desee.

—Debemos irnos, no podemos llegar tarde a nuestra cita— después de todo ese bello discurso, hasta sé me había olvidado donde estábamos y que hacíamos.

—Aún no me has dicho a donde vamos, Nicolas— en el shock del momento no tuve más palabras que decir que esas, no me importaba realmente pero optar por el silencio no era una opción para mi ahora.

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