Cristóbal Manckenzie
La mejor idea hasta ahora, estar sólo en un casa segura, con la mujer a la cual quiero y que se ha ganado gran parte de mi corazón. Un fin de semana dónde vamos a poder disfrutar de nuestros cuerpos.
Quiero disfrutar de su compañía porque no sé qué pueda pasar después, pero de una cosa estoy seguro nadie, nadie me va a separar de ella porque la quiero con mi vida. Nunca pensé estar en esta situación pero es que Bárbara me vuelve completamente loco.
--Cristóbal, tengo hambre-comentó Bárbara haciendo un puchereo.
--Vamos a cocinar algo ¿Qué quieres?-pregunté.
--Lo que quieras, no importa, pero vas a cocinar tú ¿Verdad?-informa.
--Por supuesto, tú eres la visita. Te voy a complacer todo lo que quieras-respondí con una sonrisa.
--Eso es bueno-murmuró caminando hacia el interior de la casa.
Entramos y vamos directamente a la cocina, hay de todo tipo de ingredientes pero no sé qué debo cocinar, pero tampoco se cocinar mucho sólo lo básico.
--Voy hacer tocinos con un jugo de naranja ¿Está bien?-pregunto un poco nervioso.
--Perfecto, mientras yo, te observo desde aquí-expresó.
Buscó todo lo que conlleva hacer mi platillo especial y procedo a prepararlo con toda mi calma, antes la atenta mirada de Bárbara. Me toma varios minutos realizarlo.
--¿Está bueno?-pregunta Bárbara con curiosidad.
--Ven acércate-ordene.
Ella viene con una sonrisa y se acerca mucho más a mi nuestros labios de apoco se van juntando pero cuando están más cerca, ella desvía los míos y se lleva los tocinos a la boca.
¡Muy mala! ¡Pero es sólo mía!
--Muy bueno-reveló después de unos minutos burlándose de mí y su manera tan sensual de verme y de masticar.
--¿¡Eso es lo que me vas a decir!?-pregunté.
--Sí, pero le falta algo...-expuso.
--¿El qué?-pregunté curioso.
Ella se acerca a mis labios y me da un pequeño beso, pero la tomo de la nuca y la traigo más a mí para profundizar más el beso. Le muerdo el labio inferior y escucho un pequeño jadeo de su parte, nos separamos por falta de aire.
--Ahora está súper bueno-dice con una sonrisa de oreja a oreja.
--Me alegra, vamos a comer los tocinos antes de que devore el postre-indiqué.
--¿Hiciste el postre?-pregunto.
--Sí y está delante de mí ahora mismo-revele con una sonrisa pícara.
--Lamentablemente no vas a poder comer el postre-indicó.
--¿Por qué razón?-pregunté.
--Primero me voy a comer un pastel muy delicioso que está delante de mí-expresó dándome un pequeño beso.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: (COMPLETO) Mi Maldita Obsesión