Cristóbal Manckenzie
Hoy es miércoles y de nuevo voy de camino hacía la empresa de Bárbara a tratar de convencerla. Esa mujer me tiene loco además de tener un carácter fuerte he podido apreciar que cuando dice no, es un no rotundamente, pero eso va a cambiar cuando yo sea el socio mayoritario.
Soy un hombre muy insistente y con ella lo voy hacer más porque la palabra terca le queda muy pequeña.
--Señorita le podría avisar a Bárbara que estoy aquí-le comunicó a su secretaría.
--Enseguida señor-responde se levanta de la silla y va hacia la puerta de Bárbara.
Pasan varios minutos y ella sale.
--Puede entrar señor-anuncia.
Entró a su oficina y ella como siempre espléndida con un vestido ceñido a su cuerpo que resaltan sus perfectas curvas, le llega justo encima de las rodillas.
--Señor Manckenzie es de costumbre venir todos los días-responde-. Soy una mujer ocupada tengo un novio que atender, amigos que necesitan mi ayuda y por supuesto y es inevitable es el trabajo-estableció.
--No se preocupe señorita Medina, lo que vamos a tratar es absolutamente de trabajo-digo y me siento en la silla en frente de ella.
--Claro que sí señor Manckenzie se puede sentar-bromeó llegando a su silla y haciendo lo mismo se sienta.
--Bien. Necesito una respuesta para ya-anuncié -. Soy un hombre muy ocupado tengo chicas que atender, amigos que necesitan mi ayuda y... Usted dijo... Y por supuesto y es inevitable es el trabajo. Y yo tengo demasiado trabajo para ocuparme-respondo mirando esos ojos que son mi perdición.
Respira profundo y se acomoda en su asiento.
A este juego podemos jugar los dos.
--¿Entonces porque no se va? Y así de paso deja de fastidiarme porque no ha entendido que antes de venir a mi empresa y por supuesto, quiere tener una reunión conmigo debe pedirla con tiempo y no aparecer unos minutos antes y obligar a dársela-reveló.
--Soy Cristóbal Manckenzie. Y ya es hora, tiene que comportarse como una mujer adulta y no como una niña inmadura ¿No está viendo lo grave del caso?-le pregunto.
--Soy lo suficientemente adulta y por eso tengo está empresa-contesta-. Sé en qué situaciones está mi empresa ¡Pero por Dios! Déjame un momento en paz-exclamó.
--¿Sí o no?-pregunté.
Lleva su mirada a su escritorio y cruza sus brazos por debajo de sus pechos. Muerde su labio inferior y nuevamente posa su mirada en mí.
--Primero tengo algunas condiciones-reveló.
--Dígame-señalé.
--Le voy a pagar todo y cada centavo de su dinero, no va tomar decisiones sólo necesito su opinión, no tiene que venir todos los días e igual con las organizaciones-indicó.
--De todo lo que me ha dicho voy aceptar la primera-le respondo-. Mis condiciones son: Tener una oficina en la empresa preferiblemente cerca de usted y participar todo lo que conlleva ser su socio mayoritario-respondí.
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