COMPRADA POR EL JEQUE (COMPLETA) romance Capítulo 9

Helena

Eso es todo lo que logré escribir, luego hubo un portazo en la puerta de mi dormitorio, y una mujer me miró de arriba abajo, traía un carrito que imaginé que era un refrigerio o una cena.

Me disculpó y entró sin decir palabra y puso la mesa para poder comer.

Y entonces ella negó con la cabeza y salí de la habitación cerrando rápidamente la puerta, ni siquiera sé si escuchó mi agradecimiento.

Me preguntaba si al menos podría salir de mi habitación y ver la luz del día, o si podría ver Nueva York desde el balcón de mi habitación.

¿Hay alguien en la puerta mirándome?

O alguien se quedará con la llave para no dejarme salir.

Fui a la puerta y la abrí muy lentamente para ver si había alguien pero el pasillo estaba vacío y no había ninguna señal de seguridad.

Me siento a la mesa a ver que comida me traen y por lo que veo parece ser francesa y algunas cosas que no me gustan mucho y eso me dejo decepcionada y hambrienta.

Así que decido ir a la cocina, recuerdo el camino, al menos eso creo.

De nuevo me veo en el pasillo me escabullo de la habitación me siento como esos personajes de película que se cuelan en las casas de la gente, bajo al primer piso del triplex y la cocina está vacía y las luces apagadas.

Encendí una media luz, fui a la heladera, la abrí y nunca imaginé ver tanto ahí dentro, decidí hacerme un sándwich y jugo de naranja y me senté en la mesada y comencé a comer, sentí la sensación de estar miraba, se sentía como si alguien estuviera detrás de mí mirándome.

Giré la cabeza para observar y luego lentamente el cuerpo, pero no había nadie allí.

Estaba tenso, estaba en una casa y no sabía cómo estaban las cosas allí, si realmente podía estar en esa cocina en la casa de un extraño, así que tomé mi vaso de jugo y el sándwich y volví a la habitación.

Ahora me siento un poco más tranquila, entré y cerré la puerta con la llave, terminé de comer y decidí darme un baño ya que nunca había usado uno en mi vida.

PARA MATE:

Como no puedo huir, voy a disfrutar lo que me queda de libertad...

Helena...

Junto con el mensaje envié una foto en la bañera llena de espuma con las piernas afuera, me quedé ahí hasta que me arrugué creo que hasta terminé dormitando.

Cuando regresé a la habitación después de la ducha y me arrugué, encontré otra rosa roja en mi almohada, y me asusté mucho, ya que alguien entró aquí si había cerrado la puerta.

Me acosté en la cama, pero esta vez me cambié de ropa poniéndome la pijama para no tener sorpresas de despertarme sin ropa, me acosté y me tomó un tiempo conciliar el sueño, los pensamientos de cómo siguen apareciendo estas rosas aquí en mi cama y quién las pone, qué sentido tiene que yo cierre la puerta y entre alguien, sería el apuesto joven del traje que creo que es el guardia de seguridad, o sería el jeque que viene a poner las flores.

Solo la idea de ser un hombre viejo y repugnante con esos vestidos blancos ya me aterroriza y lloro al pensar en sus manos sobre mí.

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