Conquista Dominante: Mi Esposo Salvaje romance Capítulo 34

En ese momento, Emilio sale del baño y Estrella se sorprende tanto que se le cae el colgante.

—¿Quién te da permiso para tocar mis cosas? —Emilio suelta un fuerte rugido y se apresura a coger el colgante de jade, lo que hace que Estrella casi se caiga al suelo.

Emilio levanta la cabeza. Sus ojos son fríos y mira fijamente a Estrella, dejando las palabras de ésta atascadas en su garganta.

—Emilio... —Estrella sólo abre la boca, es interrumpida por Emilio, sólo para oírle rugir:

—¡Fuera de aquí!

Estrella está sorprendida y su cuerpo tiembla. Su expresión es de trance. No puede entender que Emilio no sea tan amable con Luna. Parece que no tienen ningún sentimiento. Pero por qué valoraba tanto su jade.

«¿Qué está pasando aquí?»

Antes de que Estrella tenga tiempo de pensar, oye que Emilio sigue gritando:

—¡No dejes que lo diga una tercera vez, sal de aquí! Ahora.

Estrella se lleva otro susto y mira la cara de Emilio. No lo duda y sale inmediatamente de su habitación.

Cuando sale de la habitación, Estrella deja escapar un largo suspiro de alivio y susurra para sí misma:

—Nunca pensé que fuera tan horrible que Emilio se enfadara. Pero, ¿si Emilio quiere a Luna o no? Parece que no es sencillo.

...

A la mañana siguiente, Luna se levanta y no encuentra a nadie abajo. Emilio y Estrella parecen haber desaparecido.

Luna piensa que sería más difícil si Estrella y Emilio estuvieran allí. Luna sonríe al pensar eso.

Después de ducharse, Luna se cambia de ropa y baja a cenar. Parece un día normal, pero cuando termina de comer, recibe una llamada de Estrella.

—Luna... Luna, necesito que me ayudes, ¿vale? —Estrella al otro lado del teléfono comienza a llorar, haciendo que Luna se confunda un poco.

Luna, que cree que Estrella vuelve a llamar por Emilio, no duda en decir:

—¿Qué pasa? ¿Vas a volver a hablar de Emilio?

—No, no, no —Dice Estrella apresuradamente—. Luna, mi madrastra se juega y vuelve a perder. Me está buscando por todo el mundo para encontrarme. ¿Puedes ayudarme? Por el bien de toda nuestra relación de estos años, está mal por mi parte codiciar a tu marido antes. Ayúdame, por favor.

A medida que la voz de Estrella se hace más fuerte y más tonta, con un toque de desesperación, Luna se siente mareada y con el corazón blando.

—¿Dónde estás ahora? —Pregunta Luna.

Sin embargo, en ese momento el otro lado del teléfono es reemplazado por la voz de un hombre, que es áspera y dura. Y ese hombre grita:

—¡En una hora, sin 15 mil euros, Estrella morirá!

Luna quiere hacer más preguntas, pero el hombre no le da la oportunidad. Se limita a darle la dirección de la transacción y cuelga el teléfono.

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