Conquista Dominante: Mi Esposo Salvaje romance Capítulo 4

Tres días pasaron rápidamente, el día de la boda.

Mirando el precioso vestido de novia sobre la cama, Luna sólo siente que su corazón se estremece, sus dedos acarician suavemente la superficie del vestido de novia, y su corazón está triste.

Vestido de novia, casarse... Estas son las cosas más importantes para toda mujer en su vida. Sin embargo, la persona con la que se va a casar es un desconocido que no conoce en absoluto.

—¡Señorita, la familia Palacio ya viene a recogerle!

Al otro lado de la puerta llega la fría voz de la sirvienta, Luna se sobresalta, luego aprieta sus frías manos y dice tranquilamente:

—¡Lo sé!

Abajo, el ama de llaves de la familia Palacio, Francisco, espera impaciente en el salón, escuchando la charla de Carina y levantando la muñeca para mirar la hora.

Carina se da cuenta de la impaciencia del ama de llaves y se apresura a explicar con una sonrisa:

—Ya sabes que las chicas tardan en vestirse. Melina, ve a urgir a Luna. No dejes que los demás esperen.

—¡Sí, mi señora! —Responde Melina, y se da la vuelta para subir, pero cuando mira hacia arriba, sólo ve a Luna vestida de novia y de pie en las escaleras. Ella está mirando hacia abajo y sabe lo que ha pasado.

Luna, vestida de novia, hace que Francisco no pueda evitar elogiarla. Piensa que esta chica es como un lirio puro, y que es delicada y hermosa.

Pero cuando piensa en el futuro de la chica, Francisco sólo puede suspirar.

Carina se apresura a decir algo hipócrita. Luna la pasa por alto y mira a Francisco y le dice claramente:

—¡Es hora de irse!

Mirando a Luna de cerca, Francisco descubre que la chica no sólo es pura, sino también hermosa, elegante, tranquila y muy adecuada para ser la esposa del señor Palacio. Si logra desprenderse del odio que hay en su corazón, vivirán una vida feliz...

Al pensar en esto, el mayordomo suspira porque sabe que es imposible que Emilio renuncie al odio de su corazón. Entonces sonríe a Luna y la saca de la familia Ocampo.

El sol de la puerta es deslumbrante. Luna gime y comprueba que, tal y como había pensado, no hay nadie a quien dar la bienvenida, ninguna bendición, sólo un Rolls Royce negro, que atraca tranquilamente allí.

Sonriendo con desprecio, Luna tira de su vestido y se mete en el coche en silencio.

Una media hora después, el coche entra en una mansión en medio de la montaña. La magnífica casa, el majestuoso impulso, permite a Luna contener la respiración involuntariamente.

Aunque la familia Ocampo también es rica, pero comparada con la familia Palacio, es simplemente un tugurio. Por eso esa Carina ha sido tan halagadora con el ama de llaves de la familia Palacio.

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