Descubriendo El Placer (COMPLETA) romance Capítulo 1

Calor, tengo mucho calor, siento cómo se eriza cada poro de mi piel; ¿qué será esta sensación tan placentera y deliciosa?; puedo sentir que reparten besos por todo mi cuello y mi cara, Dios... besos húmedos, muy húmedos, bajando desde mi cuello hasta mi pecho. Aprietan mis senos y me estremezco cuando pellizcan mis duros pezones, me siento enloquecer; los deliciosos besos llegan poco a poco hasta mi ombligo y luego de que lo rodean con la lengua, muerden mis caderas, las cuales ya se mueven por sí solas; quiero agarrar el cabello de la persona que me tortura tan deliciosamente, pero sólo hasta este momento me doy cuenta de que mis manos están atadas a la cabecera de mi cama y me pregunto: ¿cómo demonios no me había dado cuenta antes de ese pequeño detalle?... ¡Ah sí!, la lujuria no me dejaba pensar con claridad.

Todos mis pensamientos se ven interrumpidos cuando noto como unas manos levantan mi trasero de la cama y quiero protestar, pero todas las palabras se me quedan atascadas en la garganta cuando siento que mi clítoris es recorrido lentamente por una lengua. Es la mejor sensación que he experimentado, o eso pensaba hasta que mi sexo es invadido por esa lengua; me arqueo violentamente y siento que vuelo, mi vientre empieza a doler y mi clítoris a palpitar, los dedos de mis pies se contraen en torno a la sábana debajo de mí, ahí está esa sensación, voy a tener un orgasmo y ahí... sucede...

Me despierto sobresaltada. ¡Noooo!, no puedo creerlo ¡¡MALDITOS SUEÑOS!! Siempre es lo mismo: sueños tan intensos y prácticamente reales que terminan conmigo despertando justo cuando voy a alcanzar el clímax; no es justo, creo que mi subconsciente me odia, y, es que ya perdí la cuenta del tiempo que llevo soportando esto; despertándome a mitad de la noche con mis manos y mis dedos sobre mí, totalmente empapada, tanto por el sudor, como por mis fluidos, imaginando todo tipo de locuras; definitivamente creo que me estoy volviendo loca; puedo declararlo libremente, total y completamente loca; además de pervertida porque mira que tener ese tipo de sueños; muchas personas sueñan que están cayendo por un vacío o algún otro tipo de sueños locos, pero a mí me persiguen mis mayores fantasías hasta en la inconsciencia, debo controlar mejor todos estos sueños lujuriosos o voy a terminar loca y más frustrada sexualmente de lo que me encuentro ahora.

Desde que mi curiosidad por el sexo despertó, también lo hicieron estos sueños que me torturan y ese mundo que a veces irrumpe en mi cabeza, ese mundo de placer en el que puedo alcanzar todas mis más oscuras fantasías, pero todo esto me está sobrepasando; a este paso me volveré un zombi andante por no poder dormir bien y también un ogro con toda esta frustración que se está almacenando dentro de mí, y, no es como si pudiera decir que la puedo liberar con alguien, no; porque a pesar de todos estos sueños locos y el mundo que habita en mi mente, yo no me atrevería nunca a cumplir algo así; mi timidez y el miedo al mundo real me lo impiden, soy como una tortuguita que se mantiene escondida en su caparazón, huyendo siempre de las cosas nuevas que se presentan, porque representan peligro.

Al final, después de discutir otro poco conmigo misma decido que lo más sensato es dejar de torturarme con tantos pensamientos sobre mi miedo al mundo y aprovechar que mi sueño frustrante me despertó temprano (nuevamente) para sacarle cosas buenas y productivas a mi día; observo el reloj sobre la mesita de noche al lado de mi cama y veo que son las siete y treinta de la mañana; por lo que tal vez ya ha llegado nuevo trabajo a mi correo electrónico, y, ahí es donde los pensamientos locos vuelven a invadirme, pues gracias a mi trabajo fue que empezó mi gran curiosidad por el sexo. Mi empleo es en una pequeña editorial en la cual me encargo de corregir libros; desde que empecé me he dedicado más que todo a corregir libros y cuentos infantiles y una que otra vez a ilustrarlos, pues se me da bien el dibujo, pero la cuestión es que hace poco uno de mis compañeros sufrió un accidente y tuvo que ausentarse por unos días del trabajo, así que mi querida jefa nos pidió ayuda a algunas chicas para encargarnos de los libros que corregía nuestro compañero y ahí fue que toda la realidad me golpeó, pues al momento de repartir los proyectos en los que él estaba trabajando a mí me dieron tres libros de categoría erótica; la verdad nunca había leído uno de esos, si llegué a escuchar a algunos compañeros mencionarlos en horas de almuerzo, pero de ahí a leerlos... la verdad nunca me atreví, así que me llevé una gran sorpresa al conocer todos esos libros y luego de unas semanas vinieron los sueños, mi mente se dejó llevar y era ver a un chico muy guapo en la oficina o en la calle e inmediatamente imaginarme protagonizando una de las escenas que leía en los libros con él; pero el caso es que al terminar de dejar volar mi imaginación llegaba siempre la culpa, me sentía mal y como una completa pervertida.

No quiero que la gente piense mal de mí y nunca me atrevería a pedirle eso a un chico, justo ahí está el otro dilema, sucede que en mis veintiún años de vida he tenido solo dos novios y a lo máximo que llegué fue a un buen beso con lengua, y eso, podría decirse que fue mucho, pero nunca me atreví a explorar más; tal vez no tenía la suficiente confianza en los chicos o simplemente mi miedo pudo más y es que, la última relación que tuve fue hace tres años y aún no me sentía preparada para pasar al siguiente nivel, así que soy una virgen pervertida con pensamientos acosadores hacia los chicos guapos que veo, pero cuando intentan acercarse a mí salgo prácticamente corriendo despavorida, en resumidas cuentas me siento patética y como todos los días termino diciéndome que debo ser más extrovertida (cosa que sé que nunca cumpliré).

Me doy cuenta de que sigo divagando y en eso miro que ya son más de las ocho de la mañana, así que ahora si me levanto y me acerco al armario donde guardo mi ropa, la cual cae sobre mí como una avalancha apenas abro la puerta, hago una nota mental de organizarla más tarde mientras escojo una camiseta tres tallas más grande que yo y saco unas bragas de mi cajoncito de la ropa interior; es mi día de descanso así que aprovecho para ser libre del sujetador, luego me voy a la ducha a darme un buen baño para limpiar todo el sudor que provocó mi pervertido sueño.

Tras haberme dado un baño que relajó toda la tensión en mis músculos producto de la frustración sexual, me voy a la cocina de mi pequeño departamento. Hace más o menos seis meses vivo sola y como llegué de lleno a incorporarme al trabajo aún quedan algunas cajas en los rincones o muebles mal ubicados, pues con toda la emoción por el trabajo y por haberme independizado y librado de un padre extremadamente sobreprotector, no es que haya hecho muchas amistades y menos alguien con la fuerza suficiente como para pedirle que me ayude a mover las cosas pesadas; además, el conserje del edificio ya está demasiado mayor, por lo que es imposible conseguir su ayuda; pero ya pensaré en algo para terminar de acomodarme.

Sigo pensando en las cajas que aún me faltan por desempacar y en lo que me puede faltar para el departamento mientras saco yogurt de melocotón del refrigerador y alcanzo la caja de cereal de chocolate de los gabinetes de la cocina; luego me siento en uno de los bonitos taburetes ubicados a lo largo de la barra que separa la sala de la cocina. Mientras termino el cereal escucho como el teléfono suena, pero no contesto pues ya sospecho quién puede ser, al terminar de sonar el teléfono suena la contestadora y la voz de mi madre resuena por la cocina:

—¡Sophie cariño!, ha pasado una semana sin que le des una llamada a tu pobre madre, sé que estás ahí pero no te presionaré, solo quiero saber cómo estás, qué tal va la semana y si has conocido a algún chico guapo —Se queda en silencio unos largos segundos y luego de un suspiro dramático vuelve a hablar—. Está bien he entendido el rechazo señorita, pero sabes que debes llamarme, papá manda cariños y pide que te reportes, te queremos, ¡¡LLÁMAMEEEE!!

En cuanto el mensaje de mi loca madre finaliza suelto un suspiro, la amo pero a veces me siento demasiado presionada por su parte y es que siempre quiere saber si estoy con algún chico, si fuera por ella, creo me casaría a la fuerza sólo por verme con alguien. Entre sus ganas de conseguirme un esposo y la sobreprotección de mi padre estaba volviéndome loca, así que cuando vi la manera de escapar de casa la aproveché y esa oportunidad fue el trabajo en la editorial; cuando les comenté mi decisión en nuestra última cena familiar papá casi se desmaya, pues no quería dejar que su pequeña viviera sola, creo que a él le debo mi miedo al mundo y mi timidez; mientras que por el contrario mi madre se alegró muchísimo pues pensó que así tendría más oportunidades de conocer a alguien y decidió regalarme el departamento en el que vivo, encargándose a la vez de no tenerme muy lejos de ellos pues su casa está, más o menos a una hora y media de este lugar, igual no me quejo, algo es algo y me siento feliz de ser libre.

Mis pensamientos se ven interrumpidos cuando oigo el timbre de mi celular, me dirijo al lavaplatos y dejo el recipiente en el que comí cereal allí, luego voy hasta mi celular y veo que la notificación fue de un correo entrante lo cual significa que es trabajo, así que voy hasta la habitación que convertí en mi mini despacho e inicio sesión en el portátil, compruebo que como sospechaba es un correo de mi jefa, en el que me felicita por la última corrección que me asignó y me avisa que mañana tendremos una reunión, pues al parecer Adam, el compañero que tuvo el accidente, se reincorpora de nuevo al trabajo, al final está la anotación de que también tiene que hablarnos sobre unos cambios que ha decidido hacer en la editorial; esta última parte me deja intrigada ¿cambios?, ¿a qué se refiere con eso?, sólo espero que sean cambios para bien.

El resto del día me dedico a organizar lo mejor que puedo mi departamento; me encargo del desastre que es mi armario y desempaco algunas cajas que he encontrado, intento mover los muebles qué más puedo y los que no los dejo como quedaron después de la mudanza, por lo que mi departamento parece un laberinto de muebles, lo cual me causa gracia. Para cuando termino de organizar lo que más he podido son las tres de la tarde y me doy cuenta de que no he almorzado nada, siento a mi estómago protestar y pienso en que podría cocinar algo, pero estoy muy cansada así que decido acercarme al restaurante casero que se encuentra al frente de mi edificio, voy por mi monedero y aprovecho a ponerme ropa decente, tomo las llaves de la mesita del recibidor y camino hasta el ascensor. Vivo en el quinto piso del edificio así que no me hace mucho ánimo bajar las escaleras; cuando llego a la recepción saludo a Thomas el conserje del edificio y me dirijo al pequeño restaurante para comprar algo para llevar y comer, pero al final termino por almorzar allí mismo pues el ambiente es muy acogedor.

Cuando regreso al edificio, Thomas me detiene diciendo que me ha llegado una de las últimas cajas que estaba esperando para el departamento, lo cual me anima; sin embargo, en cuanto la miro bien noto que es muy grande y se ve bastante pesada, mi ánimo decae y me pregunto cómo se supone que la voy a llevar; estoy tan concentrada mirando la caja como si ella pudiera darme la respuesta que no me doy cuenta de que alguien más llegó a la recepción hasta que escucho una gruesa y varonil voz que se dirige a mí.

—¿Necesitas ayuda con eso, preciosa?

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