Desde un matrimonio falso romance Capítulo 121

A partir de entonces, Mariana apenas salió de casa.

Ese día, ella estaba tumbada en la cama, aburrida, hojeando revistas de moda, pero Ana la llamó de repente.

—¡Mari! Me he tomado el día libre. ¡Vamos de compras! Me arrepiento de no haber comprado ese vestido la última vez. ¡Voy a comprarlo!

Mariana se sintió aliviada.

Sabía que Ana estaba preocupada por ella, así que quería que saliera a dar un paseo.

—Pero Anita...

Antes de que pudiera terminar su frase, Ana la interrumpió:

—¡Mari, no me rechaces! ¡Tengo prisa por comprar ese vestido! Te espero en el lugar de siempre.

Tras decir esto, ella colgó el teléfono.

Mirando el teléfono móvil, Mariana sonrió, pero aun así se levantó de la cama y se cambió de ropa.

De pie frente del espejo, ahora sus ojeras eran muy llamativas y su rostro estaba pálido.

Durante este periodo de tiempo habían sucedido muchas cosas, todas las cuales la habían deprimido mucho.

Mariana se puso la máscara negra, salió de la villa y se dirigió al lugar donde tenía una cita con Ana.

En cuanto Ana la vio, le dio un cálido abrazo.

—Mari, te extraño mucho.

Mariana se emocionó mucho,

—Vale. Yo también te echo de menos.

Ana sujetó con fuerza el brazo de Mariana, en sus ojos se vía lágrima.

—¡Vamos de compras! Te compraré todo lo que quieras hoy.

Mariana se río, pellizcó suavemente la nariz de Ana y dijo con cariño:

—Entonces elegiré el más caro.

Cuando salieron de otro edificio comercial, Mariana ya tenía un montón de bolsas de la compra en las manos, mientras que Ana seguía con energía.

Mirando a su espalda con energía, Mariana hizo un esfuerzo para levantar las bolsas de la compra en sus manos y se esforzó para seguirla.

Hoy sólo estaba encargada de llevar las bolsas.

En ese momento, vio de repente una niña, y luego escuchó un fuerte sonido de caída.

Mariana puso inmediatamente la bolsa que tenía en la mano en el suelo y corrió rápidamente, saltando al agua sin dudarlo y rescatando a la niña que estaba luchando en el agua.

Por suerte, la niña no llevaba mucho tiempo en el agua.

Se trataba de una fuente construida en un centro comercial para que la gente la disfrutara. Además, se iluminaba por la noche y era muy popular entre los niños.

Fue inesperado que esta niña fuera demasiado atrevida y se subiera a la fuente.

Mariana miró con impotencia a la niña que estaba sentada en el suelo tosiendo incontroladamente. Suspiró y dijo:

—Es muy peligroso. No puedes hacerlo en el futuro.

La niña miraba atónita a la amable y hermosa mujer que tenía delante. Se levantó y abrazó a Mariana:

—¡Gracias!

Mariana rodeó a la niña con sus brazos y sintió mucho cálido.

En ese momento, un grito agudo y asustado sonó detrás de ella:

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