Desde un matrimonio falso romance Capítulo 20

No muy lejos de allí, Xavier tenía las manos en los bolsillos y observaba la expresión de Andrea antes de mirar con una sonrisa significativa adonde había dejado Leopoldo, pensando que el asunto se volvía cada vez más interesante.

Esta mujer, en realidad, podía hacer que Leopoldo tomara la iniciativa de abrazarla.

***

Transcurrido el tiempo, apareció en el aire el olor a desinfectante.

Mariana abrió los ojos con dolor de cabeza y viseó el techo blanco como la nieve. El entorno desconocido la confundió durante unos segundos.

—¡Mari, no te muevas!

Estaba a punto de levantarse cuando, de repente, alguien se acercó rápidamente desde un lado y le sujetó los hombros para inmovilizarla.

Dirigió la ojeada con dificultad con una incomodidad permanente en la cabeza.

—¿Anita?

—¡Mari, por fin te has despertado!

Ana se apresuró a colocar la almohada para que se apoyara en ella, observando nerviosamente su rostro.

—¿Cómo te sientes, tienes náuseas y ganas de vomitar? ¡Me asustaste! El médico dijo que te golpeaste la cabeza y probablemente tendrás una conmoción cerebral.

—¿Yo? Estoy bien, no te preocupes.

—No intentes mentirme —los ojos de Ana se pusieron rojos y dijo sollozando—. ¡El médico me ha dicho que te has desmayado no sólo porque te has dado un golpe en la cabeza, sino también porque has estado trabajando demasiado últimamente y no pudiste soportar mucho más! Si no, ¿por qué hubieras podido estar inconsciente durante tanto tiempo? ¡Has estado en coma toda la noche!

—¿Toda la noche?

Mariana hizo un ligero tos y, débilmente, dijo una broma consolable:

—Realmente estoy bien. Ya sabes, estoy hecha de hierro.

—¡Cómo te atreves a bromear! ¡Sabes que casi me matas del susto!

—Me equivoqué, ah...

Mariana se apretó las sienes y fingió estar incómoda.

—Anita, de verdad puede que me haya golpeado la cabeza... Déjame tranquila, estaré bien después de descansar.

Naturalmente, tenía la conciencia de su propia salud.

Era cierto que había estado soportando estos últimos días, pero fue perfectamente capaz de aguantar hasta que se terminara el lanzamiento. No obstante, ¿quién sabría que Andrea le puso una trampa?

¡Podía estar segura de que era Andrea quien la había empujado! Al pensar en esa mujer, no pudo dejar de soltar una risa fría.

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