Desde un matrimonio falso romance Capítulo 24

Mariana era pequeña y parecía muy delgada en la fresca noche. Al mirar su espalda el hombre sintió un poco de lástima por ella por una vez.

Inconscientemente apretó las manos, recordando la escena en la cena en la que la mujer le cogió suavemente de la mano.

En ese momento, sin saber por qué, ya estaba irritado, pero cuando tocó la suave palma de Mariana, se calmó al instante.

Leopoldo sacudió la cabeza, pensando que debía estar demasiado cansado y necesitaba descansar un poco más.

Cuando llegó a casa, Mariana se enterró bajo la manta. Su mente se llenaba de los ojos decididos y fríos de Leopoldo, y a sus oídos resonaban las palabras «recuerda tu identidad».

«Mariana, ¿qué te pasa?»

«Sí, sólo soy la esposa prometida de Leopoldo, ¿cómo puedo estar en posición de discutir sus asuntos familiares en la cena familiar de hoy? Loca, yo debo estar loca...»

Pero Mariana seguía sintiéndose agraviada. Una lágrima cayó sin previo aviso y se posó en la palma de su mano. Ella miró fijamente las lágrimas de cristal.

Nada de esto era lo que ella quería: el contrato de matrimonio, el esposo, la familia Durán... No eran lo que ella quería.

Había tenido ilusiones por ese hombre, pero estaba haciendo todo lo posible para contenerse. ¿Cómo Leopoldo podía malentenderla?

En la habitación sonaron los sollozos intermitentes de la mujer, y poco a poco volvió a reinar el silencio.

A la mañana siguiente, Mariana seguía apareciendo en la empresa como si nada hubiera pasado, con el rostro enérgico.

—¡Dios mío! Mariana, ¡estabas realmente muy guapa ese día! —una colega de la empresa se le acercó y dijo con una sonrisa.

—¿Qué? —Mariana estaba desconcertada y no entendía lo que dijo su colega.

—En la pasarela de ese día, ¡estabas súper guapa!

Sólo entonces reaccionó y agitó las manos negando:

—Es que ese día sucedió una emergencia, yo sólo hice lo que pude hacer.

Mariana se preguntaba cómo lo sabían.

«¿No me han puesto un mosaico en la cara?»

Después de charlar casualmente con su colega, Mariana se dirigió al departamento de diseño con paso rápido y ligero.

Justo cuando empujó la puerta de cristal, oyó la voz de Ana resonando en la oficina del departamento de diseño.

—¡Ustedes no lo vieron, ese día, Mari sólo se puso de pie en la pasarela! Todo el público la aplaudía. ¡Esos aplausos caluroso eran realmente muy estruendosos!

—El vestido de ese día también le quedaba muy bien a Mari, creo que ese vestido fue hecho a la medida sólo para ella.

—Mari nunca ha trabajado como modelo, pero cuando desfiló en la pasarela no tuvo el más mínimo miedo escénico. ¡Su actuación en el pasadizo era mejor que la de ese Andrea!

Ana recorrió la oficina con entusiasmo y habló sin cesar con otros compañeros en la oficina.

—Y después...

—Mari, ¿cuándo has venido?

Ana acababa de darse la vuelta cuando vio a Mariana, que estaba apoyado en la puerta de cristal, y Mariana también la miraba con interés.

—¿Qué estás haciendo? —Mariana se adelantó, apretó ligeramente la mano de su amiga y preguntó con una sonrisa.

Ana se rascó la cabeza y dedicó una sonrisa descarada a Mariana:

—¡Uy, les comparto a todos los hechos de esa noche!

—Muy bien, pero ya basta, apúrate y ponte a trabajar.

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