Después de Traicionado romance Capítulo 24

Mirella

Me despierto y me doy cuenta que estoy abrazando a Mateus, y encima con mi pierna encima de él, espero que no se haya dado cuenta, no lo creo, por su respiración parece estar durmiendo, Me levanto lentamente para no despertarlo.

— ¡Buen día! ¿Dormiste bien? —

— ¡Oh, mierda! —

— ¡Nuestro! Que extraño buenos días, al parecer el colchón no era cómodo. —

Digo riéndome y luego ella también sonríe.

— Lo siento. ¡Buen día! Mateus, el colchón era genial, fue el mejor que he dormido. —

— Siempre que lo necesites, puedes estar a gusto. —

— Veo que alguien amaneció de buen humor hoy, eso es muy bueno. Pero basta de charla, es hora de empezar el día. —

Hablo yendo a la sala, maldita sea, necesito limpiar este desorden, busco algo de ropa y hago mi higiene lo más rápido que puedo. Y vuelvo a la habitación ya con algunas cosas para empacar Mateus.

— Ahora es tu turno, jovencito. —

Hablo de ordenar las cosas en la cama para desinfectarlo.

— Sé que estás acostumbrado a ducharte por la mañana, pero hoy tendrás que esperar a la noche, porque todavía no tenemos la silla, ¿de acuerdo?

— ¡Vale jefe! Sin problemas. —

Comienzo a desnudarlo para cambiarle el pañal, cuando lo abro me doy cuenta que está seco.

— Mateo, ¿por qué tu pañal está seco? —

— Porque yo no hice nada. —

Sentarse y recostarse en la cama para poder mirarme.

— ¿No te apetecía? —

— Lo siento. —

— Entonces, ¿por qué no lo hiciste? —

1 Porque no quería hacer el lío que hice ayer. —

Habla bajando los ojos.

— Eso no iba a pasar, solo pasó ayer porque aguantaste demasiado, ahora tienes ganas, ¿no? —

— Si, mucha. —

Habla un poco torpe.

— OK. —

Respondo levantándome.

— ¿Eh! A dónde vas? —

— Ponte unas zapatillas y agarra tu silla para llevarte al baño". —

— Pero… esta silla no está lista para el baño. —

— Lo sé, te levantaré y me sentaré en el inodoro. —

— No, te vas a lastimar. —

— No voy. —

Hablo mientras termino de ponerme las zapatillas y me dirijo hacia la silla, vuelvo y empiezo a quitarle los pantalones y el pañal a Mateus para que sea más fácil.

Mateus

— Mi te vas a lastimar, mejor lo hago en el pañal. —

Ni siquiera se preocupa por mí, y continúa quitándome la ropa, me pone en la silla y vamos al baño, mentalmente te agradezco que el baño sea grande a pesar de ser muy simple, cierra la silla al lado del inodoro y con mucho esfuerzo me pone en una posición sentada, y se queda sosteniendo mi cuerpo para que no me caiga, en cuanto libero mis necesidades, las lágrimas comienzan a rodar por mi rostro, nunca pensé que sentiría tanta alegría en usando un inodoro.

— Ah... No llores, te traje aquí porque no quería que estuvieras triste. —

Me limpia las lágrimas con una mano y con la otra continúa apoyándome.

— No estoy triste, son lágrimas de alegría, no tienes idea de lo bueno que es poder usar el jarrón. —

— Me alegro de que te haya hecho feliz, y ¿sabes lo que eso significa? —

— No. —

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