Mirella
Me despierto y me doy cuenta que estoy abrazando a Mateus, y encima con mi pierna encima de él, espero que no se haya dado cuenta, no lo creo, por su respiración parece estar durmiendo, Me levanto lentamente para no despertarlo.
— ¡Buen día! ¿Dormiste bien? —
— ¡Oh, mierda! —
— ¡Nuestro! Que extraño buenos días, al parecer el colchón no era cómodo. —
Digo riéndome y luego ella también sonríe.
— Lo siento. ¡Buen día! Mateus, el colchón era genial, fue el mejor que he dormido. —
— Siempre que lo necesites, puedes estar a gusto. —
— Veo que alguien amaneció de buen humor hoy, eso es muy bueno. Pero basta de charla, es hora de empezar el día. —
Hablo yendo a la sala, maldita sea, necesito limpiar este desorden, busco algo de ropa y hago mi higiene lo más rápido que puedo. Y vuelvo a la habitación ya con algunas cosas para empacar Mateus.
— Ahora es tu turno, jovencito. —
Hablo de ordenar las cosas en la cama para desinfectarlo.
— Sé que estás acostumbrado a ducharte por la mañana, pero hoy tendrás que esperar a la noche, porque todavía no tenemos la silla, ¿de acuerdo?
— ¡Vale jefe! Sin problemas. —
Comienzo a desnudarlo para cambiarle el pañal, cuando lo abro me doy cuenta que está seco.
— Mateo, ¿por qué tu pañal está seco? —
— Porque yo no hice nada. —
Sentarse y recostarse en la cama para poder mirarme.
— ¿No te apetecía? —
— Lo siento. —
— Entonces, ¿por qué no lo hiciste? —
1 Porque no quería hacer el lío que hice ayer. —
Habla bajando los ojos.
— Eso no iba a pasar, solo pasó ayer porque aguantaste demasiado, ahora tienes ganas, ¿no? —
— Si, mucha. —
Habla un poco torpe.
— OK. —
Respondo levantándome.
— ¿Eh! A dónde vas? —
— Ponte unas zapatillas y agarra tu silla para llevarte al baño". —
— Pero… esta silla no está lista para el baño. —
— Lo sé, te levantaré y me sentaré en el inodoro. —
— No, te vas a lastimar. —
— No voy. —
Hablo mientras termino de ponerme las zapatillas y me dirijo hacia la silla, vuelvo y empiezo a quitarle los pantalones y el pañal a Mateus para que sea más fácil.
Mateus
— Mi te vas a lastimar, mejor lo hago en el pañal. —
Ni siquiera se preocupa por mí, y continúa quitándome la ropa, me pone en la silla y vamos al baño, mentalmente te agradezco que el baño sea grande a pesar de ser muy simple, cierra la silla al lado del inodoro y con mucho esfuerzo me pone en una posición sentada, y se queda sosteniendo mi cuerpo para que no me caiga, en cuanto libero mis necesidades, las lágrimas comienzan a rodar por mi rostro, nunca pensé que sentiría tanta alegría en usando un inodoro.
— Ah... No llores, te traje aquí porque no quería que estuvieras triste. —
Me limpia las lágrimas con una mano y con la otra continúa apoyándome.
— No estoy triste, son lágrimas de alegría, no tienes idea de lo bueno que es poder usar el jarrón. —
— Me alegro de que te haya hecho feliz, y ¿sabes lo que eso significa? —
— No. —
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