DESTINADA A ÉL romance Capítulo 11

CAPITULO 20

—Tienes que aprender a controlarte y para eso Luci te ayudara —Comentó Gabriel. Asentí sin más, aunque no me gustara la idea.

— ¿Y si no aprendo a controlarme? —pregunté en un susurro, manteniendo mi mirada en el suelo.

Estaba demasiado confundida y asustada. No sabía que debía de hacer de ahora en adelante.

—Acabarías con todo a tu alrededor —explicó Caleb, rápidamente alcé mi mirada hacia él.

— ¿Acaso puedo hacer eso? —los miré horrorizada a ambos, me levanté de aquel sillón donde había permanecido por varios minutos después de que Caleb me dijera el cambio de color de mis ojos.

Quería una explicación.

—Eso y más mi Luna —Gabriel se acercó y me abrazó—. Pero tranquila, no dejaré que eso suceda.

Le devolví el abrazo, posando mi rostro en su pecho. El suave latir de su corazón era algo que simplemente me tranquilizaba y era justo lo que necesitaba en este momento. Cerré mis ojos escuchando por último algunos susurros de su parte.

No sé en qué momento había sucedido, pero me había quedado dormida entre los brazos de Gabriel y recién me despertaba.

Estaba en mi habitación.

Todo estaba a oscuras excepto una pequeña parte la cual era reflejada por la luz de la Luna.

— ¿En qué momento me dormí? —pregunté, viendo a Gabriel despaldas a mí. Estaba asomado en la ventana. ¿qué miraba? —. ¿Qué haces ahí?

Fruncí mi ceño cuando no escuché respuesta de su parte.

¿Había pasado algo?

—Gabriel —llamé con nerviosismo. Me levanté de la cama para ir hasta él—. ¿Por qué no respondes?

—Aren —Me detuve en seco al escuchar ese nombre y más al saber que no era Gabriel—. Así me llamo.

Parpadeé varias veces atónita.

Vi en la situación que me encontraba y podría salir corriendo y gritar, o simplemente comunicarme con Gabriel por nuestro link que compartíamos. Pensé.

—Te alcanzaría antes de dar un paso y te taparía la boca —mis ojos se agrandaron al escucharlo, un escalofrió me recorrió de pies a cabeza—. He bloqueado tu comunicación con ese perro.

Nunca, pero nunca había escuchado un tono de voz tan sofrió como el de ese hombre. Me causaba escalofríos y muchos nervios.

—¿Co..como leíste m-mi pen..

— ¿Cómo leí tus pensamientos? —cuestionó en un tono burlón, se dio media vuelta y por la luz, pude notar el color tan inusual de su cabello…blanco—. Soy tu futuro esposo, ¿Qué clase de esposo seria si no lo supiera?

Ok, esto ya me estaba dando miedo.

—No te acerques —demandé, cuando empezó a caminar hacia mí—. Quiero que te vayas y no vuelvas más.

Hizo caso omiso a mis palabras y continuó acercándose, mis piernas se habían paralizado.

—Claro que me iré —quedé completamente sorprendida cuando pude verlo—. Pero cuando te lleve conmigo.

—No me quiero ir contigo…nunca lo haré.

Mi corazón palpitaba fuertemente y mi respiración se acortó cuando su mano tocó mi rostro, su mirada estaba fija en mi e igual la mía en él. No podía observar el color de los suyos, pero sin duda su mirada gélida atrapaba de una manera muy intensa.

— ¿Segura? —inquirió alzando una de sus cejas.

—S-Sí —titubeé y me recriminé por ello.

Empecé a sentir como su otra mano subía lentamente por mi brazo hasta llegar a mi rostro.

Todo mi cuerpo se erizo como nunca, sus caricias se sentían… ¿impresionantes? No encontraba palabras para describirlas, pero eran muy intensas.

—No —dije, pero estaba lejos de ser un no firme, era un no con dudas y no debería tener dudas a la hora de, si dejarme o no besar por él.

—Pronto te daré lo que tu cuerpo tanto anhela.

— ¿Qué? —me atreví a preguntar.

—Nuestra unión Emma.

No alcancé a procesar nada, sus labios se estamparon sobre los míos impidiéndome tener un pensamiento racional, en lo único que podía pensar era en sus labios, su textura, su grosor, el cosquilleo que provocaban sus dedos en mi piel

Esto era demasiado intenso… y estaba mal.

Abrí mis ojos que en algún momento los había cerrado y me separé abruptamente de su cuerpo.

— ¡ALEJATE! —Grité separándome, llevé mis manos a mi boca al ver quien se encontraba al frente—. ¿Cómo?

Cuestioné atónita al ver a Gabriel, miré mí alrededor y también estaba Caleb. Todo seguía igual, justo antes de que me quedara dormida… pareciera que el tiempo no hubiera pasado.

Pero yo me dormí y…

— ¿Qué sucede Emma? —Caleb se acercó hasta mí, se notaba confundido por mi reacción—. ¿Estás bien?

—Me dormí...esta... mi...cama...él —no lograba decir nada coherente.

— ¿Por qué me bloqueas de tus pensamientos mi Luna? No puedo saber que sucede si no me dejas leerlos.

—No lo sé —musité, mis ojos picaron por las lágrimas que se acumulaban—. No sé qué sucede, me dormí… ¿Cierto?

Ambos me miraron confundidos, lo que hizo que entrara en desesperación.

—Me dormí y me levanté de mi cama —expliqué, sintiendo mis labios temblar—. Era de noche y había alguien en mi cuarto.

—Él solo te abrazo por varios segundos antes de que tú gritaras.

— ¿Por qué mientes Caleb? ¿Me estás diciendo loca? —empuñé mis manos, clavándome las uñas al hacerlo.

—Emm…él tiene razón. No paso ni un minuto.

"Es mejor que no digas más mi amor"

Di un salto al escucharlo.

—He visto a Aren —confesé—. Y en este momento acaba de hablarme, ¿Cómo es posible todo eso?

—Tengo que irme —anunció Caleb con su ceño fruncido—. Volveré mañana para arreglar todo.

Lo último lo dijo viendo a Gabriel, el cual asintió.

—Emma…mírame amor —negué, me volteé y quise ir a mi habitación, pero su mano me sostuvo reteniéndome.—. Nada te pasara al estar conmigo.

—Lo sé —susurro—. Pero si a ti por estar conmigo.

—Nunca me harías daño, aprenderás a controlar tu poder y viviremos felices criando a nuestros cachorros.

Ojalá solo fuera esa preocupación.

—No es por eso Gabriel, es por todo —manifesté abatida, no creía poder aguantar con todo—. Por toda mi vida, no sé hasta donde pueda aguantar, no estoy lista para esto y nunca lo estaré. No quiero esto.

Cerré mis ojos y empecé a llorar de nuevo, grandes sollozos salían y rápidamente un nudo en mi garganta se instaló. Sentí como era apresada por sus fuertes brazos.

Mi mente trajo un recuerdo.

Había podido recordar lo que había sucedido aquel día, donde Gabriel había pensado que quería acabar con mi vida. Recordé cada palabra dicha por Gloria, pero sin duda, solamente una retumbaba sin parar.

DESTRUCCIÓN

—Se...Seré tu...tu destrucción.

—Nunca digas eso mi Luna —me reprendió en un tono fuerte—. Eres lo mejor que me ha pasado, ¿Cómo podrías ser algo así para mí? No vuelvas a decir algo como eso, te lo prohíbo.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: DESTINADA A ÉL