DESTINADA A ÉL romance Capítulo 12

Hace varios minutos había despertado, más sin embargo mis ojos aun seguían cerrados, no quería abrirlos.

No quería saber quién era el dueño de aquellas caricias que estaba recibiendo justo en este momento.

—Estas despierta, lo se Kalil —detuvo sus caricias y por un instante me vi extrañando su toque en mi piel.

¿Kalil?

Abrí mis ojos y lo primero que vi fue su rostro a milímetros del mío, ahogué un gemido.

Me separé y me levanté lo más rápido posible.

—Tres cosas —señalé, apuntándolo—. No me vuelvas a tocar Aren. Dos, mi nombre es Emma, no Kalil. Tres y más importante, déjame volver con mi prometido.

No dijo nada, solo se quedó ahí sentado observándome por completa, me miraba como si fuera lo más hermoso que sus ojos habían visto. Debía admitir que su mirada me intimidaba...mucho.

Sus ojos azules parecían el mismísimo mar, en donde si no tienes precaución, sus olas arrasaran contigo llevándote a lugares jamás vistos. Pero en este caso, su físico, esa aura intimidante y misteriosa que poseía, eran las olas y me temía que, si no tenía la suficiente precaución, me llevarían a sus más oscuros secretos, a lugares que nadie jamás había visto en él y, ¿por qué no? también a su corazón.

— ¿No vas a decir nada? —pregunté un poco confundida.

— ¿Qué quieres que diga? —iba a responder, pero se adelantó—. Te pido disculpas Kalil, no escuche absolutamente nada de lo que dijiste. En mi defensa diré que tu cuerpo, y que lleves puesta una de mis camisas ha sido la culpable de mi distracción.

Asustada reparé mi vestimenta.

¿En qué momento me cambiaron? ¿Quién me cambio? Y si fue él… él me…él me

— ¿Me violaste? —pregunté en un susurro, a nada de entrar en pánico.

—Para tu tranquilidad la somnofilia no es lo mío, me gusta que las dos partes estemos conscientes.

Respiré algo tranquila al escucharlo, era como si me fuera quitado un gran peso de encima. Por un momento había pensado lo peor, a nadie le gustaría perder su virginidad de esa forma. Agradecía que esta camisa sea lo suficiente grande como para taparme por completo mi trasero, pero… ¿Quién me había cambió?

—Debo irme —negó levemente, levantándose de la cama—. Por favor tengo que irme, debo encontrar a mi padre.

Y estar con Gabriel —pensé.

— ¿Por qué mientes? No me gustan las mentiras, nunca me han gustado.

—No lo hago —me apresuré a decir, esquivé su mirada y me concentré en un portarretrato que estaba en una mesa de noche, sentí como se acercaba y como su presencia tan cerca de mi robaba mi oxígeno.

Me negaba a mirarlo.

Fruncí mi ceño al ver a una chica bastante parecida a mí, era una foto antigua, de esas de blanco y negro. No era yo, pero… ¿por qué se parecía tanto a mí?, y lo peor, ¿Por qué estaba Aren abrazado a ella? ¿Acaso no estaba en un sueño eterno?

Salí de mis cuestionamientos al escucharlo.

— ¿Por qué dices que tienes que encontrar a tu padre cuando no es así? —lo miré rápidamente sin entender lo que preguntaba.

—Está desaparecido —dije simple, ganándome una mirada furibunda por su parte.

—No sabía que el estar muerto ahora es estar desaparecido.

Abrí mis ojos como platos.

— ¿Mu..muerto? ¿Mi..Mi pa-padre muerto?

— ¿Acaso no lo sabias? —Empecé a reírme mientras sentía como lagrimas se deslizaban por mis mejillas—. ¿Por qué te ríes?

—Porque es mentira, mi padre está vivo y él…

Me rompí en llanto y lo abracé sin importarme nada más. Se tensó por unos segundos, hasta que sus fuertes brazos me rodearon. No sabía que estaba haciendo, pero necesitaba un abrazo en estos momentos y él era la única persona que se encontraba a mi alcance.

—Dime que es mentira —supliqué, separándome un poco, empecé a hipear por el llanto—. Mi…Mi padre fu…fue secuestrado por Jennifer y Gloria, ella me dijo que… que estaba vivo y que de-dependia de mí, si viviera o no.

—Tu padre murió hace una semana Emma, tu bis abuelo en persona me comentó tal tragedia el día de ayer.

Fue en ese momento donde entendí completamente todo, donde supe que ellos siempre estarían un paso más adelante que yo, donde no importaba lo que hiciera, ellos siempre ganarían, pero también entendí que era una descendiente de la Diosa Luna e iba a usar eso a mi favor.

Me juré que acabaría con cada uno de esos malditos que tenía como familia, y que no dejaría a ninguno para contar la gran masacre que estaba por iniciar.

Jennifer me había mentido haciéndome creer que había matado a esa chica, y que mi padre estaba vivo. Todo fue un plan, un plan que no les saldría como querían, me había cansado de que me utilizaran, de que me engañaran…sin ellos saberlo, habían entrado al caballo de Troya a sus tierras.

Solo era cuestión de tiempo para que se enteraran.

—Me trajeron con engaños hacia ti —le expliqué después de varios minutos en silencio. Ya me encontraba un poco mejor físicamente, pero interiormente todo era un caos, mis emociones se encontraban al límite, mi corazón estaba destruido.

Mataron a la única familia que tenía, mataron a mi padre. Ahora todos ellos morirían.

—No entiendo.

—Lo único que tienes que saber es que no te amo y nunca te amaré. No estoy aquí porque quiera, eso será lo último que hiciera.

—Estas aquí Kalil porque cumplirás un pacto que se hizo mucho tiempo atrás —me agarró de mis brazos apretándome un poco fuerte—. Si no lo haces, todos

—Si esa es la única opción Aren…pues hazlo, acaba conmigo porqué te juro que si no lo haces ahora, acabare con todos, incluyéndote a ti…uno, por uno.

Por una milésima de segundos vi miedo en sus ojos, pero solo fue eso, se recompuso casi de inmediato y sonrió.

—Solo eres una simple descendiente que no sabe ni usar el uno por ciento de su poder, así que yo que tú me callaba y me comportaba, al menos que quieras que sea rudo contigo.

Bajé mi mirada y cerré mis ojos tratando de controlarme, tratando que este odio e ira fuera ocultado por una mirada sumisa, asustada, porque quería que me viera de esa manera, actuaria y estudiaría todo, vería la manera para comunicarme con Gabriel, la hallaría, pero mientras tanto seria lo que él quisiera…su Kalil.

—Tienes razón —levanté mi rostro, se sorprendió—. Lo siento, he pasado por tanto últimamente que no sé lo que hago, no volverá a suceder, Aren. Quisiera estar sola un momento, por favor.

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