DESTINADA A ÉL romance Capítulo 4

¿Por qué tenían que tener ese instinto de protección tan elevado estos hombres? ¿Por qué me tenía que tocar un Alpha y no cualquier lobo normal? ¿Por qué ser una descendiente tuya Nalu? ¿Sería capaz de soportar todos los instintos de Gabriel?

Solo quería lo mejor para él, no soportaría que algo malo le pasara por mi culpa, nunca me lo perdonaría.

—Está bien —murmuré—. ¿Te puedes ir? Necesito descansar.

—Yo pensé…qu-que íbamos a — resopló mientras negaba sonriendo—. Olvídalo.

Se levantó de la cama y antes de que empezara a caminar hacia la salida pregunté.

— ¿Qué pensaste?

—No importa Emm…solo no te enojes ¿sí? —Llevó desesperadamente sus manos a su rostro—. Entiéndeme, entiéndeme por favor.

—Los entiendo Gabriel, lo hago —esquivé su mirada y me concentré en mirar la chimenea— Solo que, ¿Quién me entiende a mí? No quiero que personas inocentes mueran, personas con familia, con sueños, no quiero que la manada se vea implicada, no te quiero perder.

—Mírame —ordenó.

—No.

—Todos ellos darían su vida por nosotros, sin pensarlo. Soy su Alpha y tú eres su Luna. Tienes que saber que tú eres lo primordial en mi vida Emm y si tengo que mo…

—No —respondí de inmediato, interrumpiéndolo—. No dejaré que nadie muera por mí, mucho menos tú. Ten esto presente, así como tú morirías por mí, yo lo haría por ti. Lo juro.

Volteé a mirarlo, soltando un jadeo de sorpresa, pues este ya se encontraba a centímetros de mi rostro.

Mi respiración empezó acelerarse.

—Mi luna —susurró en un tono un poco ronco—. Cuando dices cosas como esas, haces que acepte en perder todo mi autocontrol para ceder a las peticiones de Owen, créeme cuando te digo que nada bueno o inocente puede venir de él. Es la mente depravada aquí.

¿Qué se supone que deba responder después de esa declaración? —pensé.

¿Por qué de repente sentía calor?

—Nada, solo quería que lo supieras —arrugué mi entrecejo—. Para que sepas que debes controlar lo que dices cuando estés con él. Actúa más por instinto.

— ¿Por qué lees mi mente? —reproché—. Deja de hacerlo, no me gusta. Invades mi privacidad.

—Lo siento.

Bajó su mirada como un niño cuando es regañado. No me podía enojar si hacia esas cosas. Me lo podría comer a besos.

—Solo no lo hagas. Tienes permiso solo cuando sea necesario —alzó su mirada, hechizándome al instante, esos dos colores que poseían eran tan atrayentes. Nunca me cansaría de verlos.

Asintió, estaba por sonreír, pero se detuvo.

—Tenemos mucho de qué hablar. Ser la descendiente de Nalu tiene una gran responsabilidad, aparte tienes que aprender a manejar tus poderes o ellos te manejarían a ti y sería un desastre. Nosotros estaremos contigo ayudándote y orientándote en todo —había dejado de prestarle a tención a lo que me decían cuando nombraron

“Poderes”

— ¿Poderes? ¿Qué poderes? —emití sorprendida.

El único poder mío seria comer como cerda y no engordar, aunque si lo pensamos bien, eso no sería un poder.

—Te los diré solo con una condición —su mirada había cambiado por completo. Era lo más parecido a una salvaje y sus ojos…

Ohh dios, sus ojos.

Owen.

—Debido a lo que me dijo Gabriel —estaba utilizando todo mi esfuerzo para no esquivar su mirada, me resultaba demasiado intimidante—. ¿Debería de preocuparme con aquella condición?

Una sonrisa demasiado sexy y lasciva se hizo presente.

—Sera una primera vez para ambos —Su voz estaba cargada de anhelo.

—Te escucho —proferí.

—Dormir…juntos —dijo lentamente.

Abrí mis ojos sorprendía por tal petición.

¿Qué le pasaba?

Gabriel tenía razón cuando decía que el depravado era Owen

¿Cómo me pedía que tuviéramos sexo?

Claro que no.

—No tendremos sexo —sentencié inmediatamente.

Chasqueó su lengua y negó.

—Solo…dormir, en el sentido más inocente de la palabra mi Luna —aclaró, mirándome sorprendido—. Que mente tan pervertida tienes.

Mis mejillas ardieron.

—Lo…sien...yo...tu...junt…pensé —inhalé hondo para tratar de calmarme y decir algo coherente—. Lo siento.

— ¿Por qué lo sientes?

—Por pensar cosas que no eran —exclamé avergonzada y obvia.

Él se acercó a mi cuello y empezó a olfatearlo mientras su aliento cálido golpeaba en aquella zona haciéndola arder.

Sus labios se posicionaron en mi oreja.

—Hoy no tendremos sexo, solo dormiremos. Dormiremos por primera vez con alguien al lado, será una de las tantas primeras veces juntos Emma —murmuró ronco–. Sexo es una palabra vacía sin sentimientos, lo que nosotros tendremos contigo no será sexo. Nos entregaremos en cuerpo y alma, recorreremos cada centímetro de tu cuerpo como tu del mío. Haremos el amor, siempre será amor…. Y respira Emm, no quiero que te asfixies.

Se apartó de mí, e inmediatamente reaccione e inhale una gran bocanada de aire para mis pulmones. Respirar estaba sobrevalorado en un momento como ese, aparte, estaba tan cerca y diciéndome esas cosas de manera tan natural y sensual que me olvide de todo.

Me volverían loca, especialmente Owen.

—Solo no digas cosas como esas —hablé un poco tímida—. Todo esto es nuevo para mí.

— ¿Aceptas? —preguntó.

—Sí.

—Ve a cambiarte —se inclinó, dejando un beso corto en mis labios—. Ya vuelvo.

Me levanté y fui hasta el armario para cambiarme por unos pantalones largos de pijama junto con una camisa de ellos.

—espero no se moleste—susurré para mí misma.

Cuando salí, ya estaba acostado en la cama con un vaso de agua y una pasta en sus manos.

—Toma. Para el dolor de cabeza.

—No te dije que me dolía la cabeza —recordé, mientras me acercaba para tomarlo.

Owen solo se encogió de hombros despreocupado.

Me había leído la mente.

Cuando me tome la pastilla, deje el vaso y me acosté en la cama.

—Si vamos a dormir juntos, no será separados Emm —su mano se posicionó en mi cintura, jalándome hacia él—. Va hacer mucho frio y que mejor que tenerme cerca. ¿No te parece?

No respondí a su pregunta, pero podía jurar que estaba sonriendo y disfrutando de mis notables nervios.

[…]

Abrí mis ojos lentamente encontrándome de frente con un pecho duro y fuerte. Alcé mi vista y descubrí una de las imágenes más hermosas que nadie jamás había visto hasta ahora, Gabriel durmiendo era toda una imagen digna de admirar, no había palabras para describir la belleza tan extravagante y poco inusual que tenía, era magnífica y verlo dormir…. por dios, parecía un completo Ángel, ya entendía el porqué de su nombre.

Su rostro sereno, esas pestañas abundantes y largas, esas cejas pobladas y esos labios…. Esos que tanto había probado estaban entre abiertos dándome unas terribles ganas de besarlo.

—Hazlo —un temblor me recorrió por todo el cuerpo al escucharlo.

Su voz era ronca, profunda y un poco áspera.

Que voz se gastaba de recién levantado.

— ¿Que te dije ayer?

—Era necesario Emm —abrió esos hermosos ojos—. Sentía que me traspasabas, sentía que en cualquier instante te me tirarías encima, aunque no estaba tan equivocado —sonrió—. Ahora mi luna, bésame, dame mis buenos días.

—No me he lavado los dientes —me separé, pero sus brazos lo evitaron envolviéndome y acercándome más a él.

— ¿Acaso importa? —preguntó con una ceja levantada.

Iba a responder, pero fui interrumpida por esos deliciosos labios que poseía. El contacto era lento, cariñoso, amoroso. Siempre amaría esa clase de besos en donde nos tomábamos el tiempo para saborearnos, para explorar y sentir todo lo que nos causaba nuestra conexión.

De repente, gruño y se separó dejándome aturdida.

— ¿Sucede algo?

—Tengo que irme —lo miré confundida sin entender aun—. Surgieron unos problemas por los alrededores de la manada, tengo que ir.

Cuando estaba por levantarse lo detuve.

—Cuídate —agarré su mano—. Cuídense.

Una sonrisa adorno su rostro e inmediatamente sus ojos cambiaron.

—Lo haremos mi Luna —mi corazón saltó al escuchar de nuevo la voz distorsionada que tenían. No me cansaría de escucharla.

Solté un suspiro cuando la puerta fue cerrada. Quien iba a pensar que en menos de una semana una persona despertaría tanto en mí.

Siempre había sido de las personas que pensaban que el tiempo no definía lo que tenía que suceder o como se debía llevar acabo una relación, cuando existía esa química, en mi caso, cuando es tu pareja eterna, podía pasar en un día todo…literalmente.

Sentía que lo conocía de toda la vida, que podía confiar en él, que nunca me fallaría y que daría todo por él. Estaba haciendo todo más fácil y sabía que mientras más tiempo pasábamos juntos, nuestra conexión se fortalecería y nuestros sentimientos se incrementarían.

Pero, ¿Qué éramos?

Sí, era su mate, pero no me había propuesto nada. En mi mundo, sería un, ¿Quieres ser mi novia?

Teníamos que aclararlo todo.

Me levanté de la cama para pasar directo a la ducha y hacer mi aseo personal. Me tardé alrededor de unos veinte minutos para salir y buscar en mi enorme armario lo que me pondría en el día de hoy.

Elegí un suéter gris con un trenzado en el pecho, un Jean negro ajustado con un roto en una de las rodillas y unas zapatillas blancas. Mi cabello lo deje suelto.

Unos toques en la puerta me sobresaltaron un poco. Salí del armario con cautela.

— ¿Quién?

—Emma, soy yo Gloria.

—Pasa —respondí, relajándome al instante.

—El desayuno está listo —la miré para saber si había pasado algo. Su tono de voz era muy distinto al de los otros días, podría decir que me veía con un poco de ¿Rabia? ¿Acaso había hecho algo malo?

Asentí sin más y la seguí fuera de la habitación.

— ¿Está todo bien? —inquirí.

—Todo perfectamente Luna —sí, pasaba algo.

—Dime, ¿qué sucede? —cuestioné firme.

—Nada.

—Te lo ordeno, así que habla —un silencio sepulcral se creó—. Estoy esperando Gloria o me lo dices ahora mis…

—Vi como terminaría su historia, eres la destrucción para mi nino Gabriel, malditasea el momento en que la Diosa Luna decidió que fueras la pareja eterna de él ¡malditasea! —vi en su mirada el verdadero odio.

— ¿Porque dices mentiras? —mi vista se nubló—. Como puedo ser su destrucción, soy su mate —hable desesperada, era una locura lo que ella había dicho.

—Tenerte cerca solo hace que quiera matarte Luna —cerró sus ojos e inhalo y exhalo varias veces. Parecía que se estuviera intentando calmar para no matarme. ¿Debería correr? —. Pero no seré yo la que lo haga.

—N-No entiendo nada —mi voz salió temblorosa. Me estaba empezando asustar.

—Una parte de la historia que te relaté y que el nino Gabriel no quería que supieras es que…uno de los tres tiene que morir —un frio me recorrió entera mientras una opresión llegó a mi pecho—. No hay finales felices, no aquí Emma.

—Mientes —afirmé, aunque muy adentro de mí sabía que no mentía, no tenía los motivos para hacerlo.

—En los anteriores descendientes han muerto las mujeres, aunque hubo algunos casos donde murió el lobo. Nunca ha muerto un vampiro, ya te dije, ellos no tienen sentimientos. La maldición hace que se sientan atraídos y confundan esa atracción con un amor verdadero cuando no lo es. Ninguno de ellos se sacrificaría para que el amor verdadero reinara.

—Cuándo me dijiste que estaba en mis manos y que tenía que elegir a uno de ellos…. Te refieres a esto.

—No del todo.

—No te entiendo, elegiré a Gabriel…siempre —llevé desesperadamente mis manos a mi rostro.

— ¿Piensas que las cosas son así de fácil? Ahora dices que lo elegirás, pero una vez que veas en persona a tu otro mate, dudaras…Tú lo harás.

— ¡No! — grité negando.

—Y aunque lo elijas, aun así, seguirás siendo su desgracia.

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