DESTINADA A ÉL romance Capítulo 5

La persona que pensé que solo existía en mi mente, ahora estaba justo en frente de nosotros. Mi cuerpo se estremeció mientras sentía como mis piernas flaqueaban, amenazándome con caerme.

Owen se dio cuenta de mi estado y me agarró fuertemente de la cintura.

Sabía que tendría que verlo, lo sabía, pero no esperaba que ese momento llegara tan pronto, no estaba preparada y tal vez nunca lo estaría.

—Solo diré una cosa! —habló Owen mientras gruñó de una formal bestial—. ¡Largo!

Todo su cuerpo estaba tensionado mientras apretaba reciamente su mandíbula. no me impresionaría si se la rompiera.

Una sonrisa sádica adornó el rostro de Caleb, una que decía claramente problemas. Detallándolo mejor, se veía más lindo que en sueños su…

¿Qué mierda? No puedo pensar así de él.

—Lastima! —chasqueó la lengua—. Pensé que podríamos hablar un poco —sus ojos brillan mientras cambian de color. Rojo—. Pero como no quieres —caminó hacia nosotros—. Iré a lo que vine.

—Te acercas un paso más y te mato —su voz salió distorsionada, fuerte e imponente.

Los dos. Gabriel ya estaba presente.

Negó levemente.

—Uno de los dos morirá según esa estúpida leyenda, pero no seré yo obviamente.

—¿Cómo así? ¿No entiendo? —susurré mirando a Gabriel.

—No sabias —habló Caleb—. ¿Ocultándole información a tu Luna?

Sentía como su mirada miraba en lo más profundo de mí, mientras su ceño poco a poco se fruncia.

—Cállate —Exigió Gabriel en un tono amenazante, pero Caleb hizo caso omiso y continúo hablando.

—La asesinaré Emmi. Asesinaré a esa estúpida que quiso matarte —no sé qué mierda sucedía, pero al escucharlo en ese tono tan protector hizo que un sentimiento de cariño sintiera por él. Odiaba no poder controlarlo. No quería ni debía sentir algo.

—¿Qué mierda hablas? —Cuestionó.

—¿Sabes que me sucedió? ¿Por qué Gabriel no lo sabe y tú sí? —quise saber.

—Tranquila, te contare todo, pero no aquí —extendió su mano en mi dirección—. Es hora de irnos.

Y como si le fueran dado una orden a mi cuerpo, estuve a punto de caminar hacia él, pero un agarre en mi cintura intensificado lo frenó.

—La última oportunidad. Largo

—No me iré contigo —afirmé, tratando de sonar convincente.

—Pensé que querrías ver a tu madre.

Mi madre

—¿Qué? —musité sin aliento—. M-Mi mamá. Ver a mí……Mamá —las lágrimas cayeron sin parar.

Ella estaba muerta, yo la había enterrado. ¡Había estado ahí! Pero solo el pensamiento de pensar que estaba viva, que existía esa posibilidad…hacía que la felicidad que empezaba a llenarme, se esfumara y un amargo se creara en la boca de mi estómago.

¿Cómo podría estar viva y hacernos pensar a mi padre y a mí que estaba muerta? ¿Acaso no le importábamos?

No, ella no haría algo como eso. Ella nos amaba.

El solo miente mi Luna. No le creas —habló Gabriel por el link que teníamos.

—Si a tu madre Emmi. Esta viva —suspiró—. La perseguían y la salvé. Está a salvo por ahora, depende de ti si vive o no.

—¿De mí? ¿Qué tengo que hacer?

—Emm —susurró Gabriel mirándome—. Es mentira todo. Tu madre está muerta, solo quiere que te vayas con él —su mirada nuevamente se dirigió a Caleb—. Primero muerto, antes de que mi Luna se vaya contigo.

—¿Por qué hacerle caso a Gabriel Emmi? Porque hacerlo cuando le creyó más a una criada que a ti, su Luna—la respiración de Gabriel poco a poco empezó a cambiar y sus uñas fueron remplazadas por sus garras—. Solo te tienes que ir conmigo. Eso es todo.

Irme con él y ver a mi mamá, o quedarme con Gabriel y dejar morir a mi mamá.

Estaba dividida.

¿Y si era mentira? Yo misma había visto su cuerpo.

¿Por qué me cuestionaba esto? Claro que estaba muerta, esto solo era un simple truco de Caleb para irme con él. Pero Gabriel no me creyó, él tenía razón, le había creído más a su nana que a mí, su Luna.

—Te lo advertí —habló Gabriel. Varios lobos salieron de los arbustos y nos rodearon—. Te dije que te fueras…no quisiste, ahora morirás.

— ¿Piensas que soy estúpido? —sonrió. Se traía algo entre manos, estaba muy sereno—. No me metería a la boca del lobo, solo… ¿sabes? pienso que tus dones como brujo caducaron —me miró—. Si quieres volver a ver a tu madre, ya sabes que hacer…. Te quiero Emma.

Fue lo último en decir antes de desaparecer como si nada.

—Desapareció —Exclamé sorprendida. Reafirme lo visto al voltear a mirar a Gabriel—. ¿Cómo pudo hacerlo?

—Una simple palabra… Brujos —cerró los ojos fuertemente—. Como no me di cuenta que era un puto espejismo. ¡Malditasea! —gritó, haciéndome sobresaltar del asombro.

—Tiene a mi mamá —musité—. Tenemos que hacer algo.

—Emm —sus manos, ahora normales, agarraron cada lado de mi rostro delicadamente mientras unía nuestras frentes haciendo que su entrecortada respiración, se mezclara con la mía—. Tu madre está muerta, pero si es cierto lo que dice Caleb. Te juro que te la traeré sana y salva, desde mañana empezaré a buscarla. Pero por favor no sigas pensando en la posibilidad de irte con él, esos pensamientos son grandes dagas clavándose en mi corazón.

Su mirada viajó a mis labios y jadeó. Alzó su vista, mirándome fijamente. Me estaba pidiendo permiso, pero no, aún estaba decepcionada con él.

—Lo siento —murmuró—. Sé que hice mal en no creer….—lo frené.

—No quiero hablar de ello ahora —me separé mientras intentaba reponerme. Tener tan de cerca a Gabriel siempre me afectaba—. Solo quiero descansar.

Asintió, miré a mi alrededor, pero no estaban los lobos.

—Les dije que se fueran Emm.

—Ahora haz ese truco, para aparecer en la habitación —sonrió.

—Sus deseos son ordenes mi Luna…

[…]

Había despertado hace media hora y aún estaba acostaba pensando en todo lo que había dicho Caleb. Confiaba en que Gabriel estuviera buscando a mi madre porque Caleb nunca mentía, nunca.

Lo que había dicho era cierto.

¿Por qué mi madre, se haría pasar por muerta?

En el sueño que había tenido con ella me había dicho que pronto nos veríamos... ¿Se refería a esto?

Unos toques en la puerta interrumpieron mis pensamientos.

—Luna —era gloria.

—Pasa —dije, mientras trataba de acomodar la greñera de cabello que tenía por las mañanas.

—¿Cómo sigue? —Su gesto era serio, algo raro en ella.

—Estoy bien —me limité a decir—. Gloria, te quería dar las gracias. Me salvaste y estaré siempre agradecida contigo.

—Eres nuestra Luna, es algo que cualquiera de la manada haría.

—¿Dónde está Gabriel? —pregunté.

—Su mejor amiga de la infancia volvió después de una larga temporada viajando. Salió con ella —sonrió, demasiado feliz para mi gusto.

— ¿Te dijo si tardaba?

—Por lo general, siempre que salen juntos llegan en la noche —sentí una punzada en mi barriga.

—Ok, ya te puedes ir. En 15 minutos bajo, para que tengas el desayuno listo.

—Con su permiso Luna —hizo una reverencia y se marchó.

Se suponía que debía de estar buscando a mi mama, no saliendo con su mejor amiga de la infancia.

—Alguien tendrá problemas cuando llegué —susurré.

Me levanté de la cama y fui al baño a realizar mi aseo personal, tardándome más de lo usual. Ya bañada, empecé a buscar mi outfit para el día de hoy. Me vestí con un sweatpants negros tiro alto, con una raya blanca a los lados, vans negras y una camisa blanca corta básica.

Gracias al cielo no me había perdido esta vez, había logrado llegar hasta el comedor, donde estaba el Beta de la manada.

—Hola Michael —saludé.

—Mi luna —hizo una reverencia.

—Puedes llamarme Emma y dejar de hacer esas reverencias —pedí, sentándome en una de las sillas— ¿me acompañarías?

—No puedo Emma, tengo que hacer algunas cosas que me dejo encargado Gabriel.

—Después te encargas —hice un gesto sin importancia—. Ahora siéntate a desayunar conmigo —ordené.

Se quedó por varios segundos viendo fijamente la pared, hasta que asintió, sentándose al frente mío.

—Mejor —sonreí—. ¿Dónde está Nathan? —pregunté.

Nathan era el tercer a cargo. El Delta.

—Está dándole un recorrido a la manada. Desde que supimos sobre la maldición nos mantenemos más alerta.

Las chicas de la cocina llegaron sirviéndonos el desayuno. No pude evitar darme cuenta las miradas que una de ellas le dio a Michael.

—Entiendo. Y dime, ¿Cómo están las cosas en la manada?

Y así nos pasamos el resto del desayuno, yo preguntando cualquier duda o inquietud que tuviera acerca de la manada y Michael respondiéndome todo.

Era un buen chico, tenía 148 años, sus padres Vivian a una hora de aquí, tenía una hermana la cual resultó ser la mejor amiga de Sofía y como ella, tampoco se encontraba aquí, estaba estudiando medicina en Cuba.

También supe que les encantaba ir acampar y que lo hacían muy seguido, pero estaban esperando a que volvieran los miembros faltantes de su grupo para irse de campamento por dos días.

Terminamos de desayunar, y por fin me atreví a preguntar lo que tanto quería desde el principio.

—¿Gabriel? ¿En dónde está? —quise saber.

—Salió —respondió rápidamente.

—Sí, sé que salió, solo que no alcanzamos hablar muy bien y no pudo decirme a donde iba, pero me dijo que les preguntara a ustedes ya que sabrían.

Su entrecejo se arrugó, mientras me miraba con duda.

—Fue hacer unas diligencias…Ema —respondió con cautela.

— ¿Qué clase de diligencia? —alcé una ceja.

—Una muy importante —indiqué que siguiera—. Demasiado importante.

—¿Fue solo? —negó—. ¿Con quién?

Tragó fuerte. Un pequeño brillo en su frente se empezó a notar.

—Con una amiga —murmuró lo suficiente alto para escucharlo.

—¿La he visto? —me levanté un poco de la silla, posando mi peso en mis codos.

—No, es una amiga de infancia que volvió de México —una gota de sudor resbaló por toda su cien.

Así que vivía en México….

—¿Por qué sudas? —Negó rápidamente.

—No claro que no Luna —se pasó varias veces las manos limpiándose—. Solo, hace calor, demasiado —se abanicó con la mano.

—Qué raro, el día está fresco —mi rostro estaba completamente serio, aunque por dentro me estaba muriendo de la risa por lograr intimidar a un hombre como Michael.

—Cosa de lo-lobos.

— ¿Que es, lo tan importante que tenía que hacer Gabriel, para que llevara a su amiga de la infancia y no a su Luna?

—Si te digo, soy hombre muerto —confesó—. Solo espera a que llegue, lo único que te puedo decir es que más tarde vendrá un equipo de estilistas a arreglarte.

—¿Para qué? —cuestioné confundida.

Acaso había un evento importante.

—Por favor Luna, no puedo decir más —suplicó, levantándose de la silla—. Si me quedo un segundo más hablare y quiero vivir, valoro mi vida. Gracias por el desayuno.

¿Qué estarás haciendo Gabriel?

[…]

Hace unas dos horas habían llegado el equipo de estilistas a arreglarme. Me depilaron, arreglaron las uñas, cepillaron y plancharon mi cabello. Ahora me estaban dando el último retoque de maquillaje.

—Quedaste hermosa, no puedo esperar por verte puesta en ese caliente vestido —habló un emocionado franco.

—El Sr. Borkan quedara pasmado —agregó Julia.

—Y yo sigo sin saber para qué todo esto. —bufaron al unísono.

Ya listo el maquillaje, pasé a ponerme el atuendo. Un vestido rosa palo demasiado ajustado, se adhería como si fuera una segunda piel a mi cuerpo, lo había acompañado con unos tacones de punta dorados, los accesorios del mismo color y una cartera de mano.

—Si no tuviera esposa, créeme que estaría detrás de ti —sonrió, mientras seguía admirándome en el espejo. No creía que esta podía ser yo.

—Estas wao —habló julia.

—Gracias chicos, gracias a todos —dije, mirando a los demás.

—De nada —respondieron al unísono.

—Y ahora… hay una limosina esperándote afuera. Ella te llevara a tu destino— abrí mis ojos sorprendida.

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